Ancap culmina el año en medio de conflictos con el sindicato, ante reformas en líneas de negocios que el directorio impulsa, y con margen financiero para no variar el precio de los combustibles en los últimos meses. Su presidente, Alejandro Stipanicic, habló en entrevista con la diaria sobre lo hecho en casi dos años de gestión, los planes a corto plazo para el pórtland y de más largo aliento para la producción de hidrógeno, así como de los choques dialécticos que hay respecto de la petrolera. En su visión hay “dos tribunas” que “gritan” según “dogmas”, pero por su rol debe mantenerse al margen y basar sus decisiones en criterios técnicos.

El directorio de Ancap ya decidió buscar la asociación con un privado para el negocio del pórtland. ¿Cómo viene ese proceso?

Ya se inició. Tenemos siete empresas que han mostrado mucho interés. La primera fase es bastante discreta, pagan 5.000 dólares para acceder a información técnica que es suficiente como para un diagnóstico inicial, y pueden visitar las plantas. En esta etapa buscamos acercar la realidad industrial y comercial del pórtland [a los interesados], sin entrar en detalles ni dar información sensible; eso lo guardamos para la etapa dos, cuando se apruebe el diálogo competitivo. En la etapa uno le estamos dando tiempo a todos para que se interioricen de las generalidades del negocio y se vayan seduciendo con la posibilidad de asociarse con Ancap. En paralelo, ya empezamos contactos con la Agencia Reguladora de Compras Estatales y el Tribunal de Cuentas para que se nos apruebe un procedimiento competitivo especial. Básicamente, lo que va a tener de especial es que vamos a pedir que las empresas sean precalificadas; no vamos a dejar que cualquiera se presente a la licitación o proceso competitivo, tiene que cumplir ciertas condiciones. Esto se justifica porque necesitamos un socio que tenga know how y mercado, no necesitamos un socio especulador o un fondo de inversión que luego venda su parte.

¿Qué tipo de empresas se busca para la asociación?

Buscamos empresas cementeras de Argentina o Brasil, o empresas constructoras muy grandes, típicamente de Brasil, que necesitan cemento para abastecerse a ellas mismas.

¿Qué definiciones hay sobre las condiciones de la asociación? ¿Qué pasará con la propiedad de los yacimientos?

Vamos a presentar una serie de criterios generales para la adjudicación. Les vamos a pedir [a los interesados] que nos oferten una prima por el uso exclusivo de los yacimientos; no los vamos a vender, no se pueden vender los yacimientos, pero sí el derecho de explotación, que lo da el Estado y es lo que Ancap tiene. Además, les vamos a pedir un pago por tonelada extraída. Con esas dos cosas nos evitamos tener que valuar el yacimiento y establecer un precio de mercado; no se pagará por el yacimiento, sino por el derecho de uso exclusivo y por tonelada de piedra extraída. Sobre esto último, debemos establecer un piso [un mínimo], para obligar a sacar ciertas toneladas por mes y que sea costoso no producir. Otra condición que vamos a poner es que las tres plantas [que hoy posee Ancap] tienen que seguir funcionando, obviamente dentro de la realidad del negocio, pero no puede venir alguien con el plan de cerrar dos plantas.

¿Cómo se valorarán estas cuestiones para definir cuál es la mejor asociación?

Será una licitación con cinco ítems que van a estar ponderados entre sí, cada uno dará un puntaje y sumando los cinco se compara con los otros competidores.

¿Qué pasará con los trabajadores actuales del área del pórtland?

Otro de los ítems es qué cantidad de personal va a contratar [el interesado]. Hay 300 funcionarios públicos, entre permanentes y contratos de función pública –que tienen un vínculo más débil con el Estado–, además de unos 200 contratistas, que muchos son tercerizados, pero ahí hay gente que va a hacer una reparación y se va, como también gente que trabaja en Ancap desde hace 20 años. Todas esas realidades las debemos contemplar, pero somos conscientes de que son casos distintos; a realidades distintas, soluciones diferentes.

¿Qué otros ítems se tomarán en cuenta para evaluar a los interesados?

Además de los mencionados, está el valor llave de la participación y el posicionamiento de la marca Ancap en el mercado local; y lo más importante, cuál es la máxima participación –siempre minoritaria– de Ancap en la nueva sociedad. Sobre esto último, aún no tenemos resuelto si Ancap fijará un mínimo y un máximo, porque una cosa es quedarse con 5% o 10% y otra con 25% o 30%.

¿De qué dependerá eso?

Cuanto más porcentaje tengamos, más participación en las ganancias o en las pérdidas del negocio; son más riesgos. Por eso con la precalificación, si te asociás con alguien serio, vas tranquilo, porque sabes que no hará nada contra sus intereses, ni, por lo tanto, contra los tuyos; pero si es alguien serio de verdad, quizás tiene un plan de expansión con niveles de inversión que Ancap no puede seguir. Limitar la participación también es una forma de exponer menos al Estado uruguayo a emprendimientos industriales de mucha envergadura. Lo que sí está resuelto es que Ancap se va a quedar con una parte.

El sindicato rechaza esta asociación. Entre otras cuestiones, plantea que en el referéndum de 2003 se saldó que Ancap no puede privatizar sus negocios. ¿Qué opinás al respecto?

El referéndum de 2003 entiendo que fue enfocado al negocio de los combustibles, con una asociación y la caída del monopolio. No veo que haya conexión directa con esta asociación en pórtland, que es legal, está permitida y avalada por las normas. Hay una ley específica que permite a Ancap hacer esto; no es desconocer ninguna voluntad popular ir a la asociación con el pórtland.

¿Cómo puede impactar en el futuro de Ancap, y de las tarifas de los combustibles, la baja en los niveles de venta de energía de UTE a Brasil?

La exportación a Brasil ha menguado y también las compras de UTE a Ancap. Ahora [esta nota fue escrita días atrás] UTE está exportando básicamente con eólica de noche para Brasil, porque el vecino mejoró sus niveles hídricos. Sobre el petróleo, hace tres semanas hubo un desplome del precio internacional del barril y ahora volvió a niveles de 74 dólares [nivel que mantiene hasta hoy]. Si bien no es todo tan lineal, los precios de hoy [de los combustibles en el surtidor] están asociados al precio de paridad de importación [PPI] de setiembre, que se calculó en el mes previo y tomó un crudo promedio de 71 dólares. El PPI de este mes [que se publicó el lunes] va a dar una baja del precio que calcula la Ursea, pero sigue aún por encima del precio de Ancap [de setiembre, por eso el gobierno no realizó un ajuste esta semana]. Más allá de eso, la caja que hicimos con UTE por las ventas a Brasil fue de 49 millones de dólares y todavía tiene saldo. 

El gobierno realiza gestiones con Brasil para firmar un contrato y asegurar un flujo de venta de energía. ¿Eso también podría ayudar a Ancap?

Lo que se está negociando con Brasil es la venta de energía eléctrica; será el negocio más conveniente para UTE, pero eso no necesariamente incluye a Ancap. Por ejemplo, si UTE asegura abastecer al sistema brasileño en el horario valle, cuando hay más viento, eso sería conveniente para UTE y Brasil, pero no incluye a Ancap.

Esa caja que se generó por las ventas de UTE, ¿queda en Ancap o terminará en Rentas Generales?

Eso será decisión del Poder Ejecutivo, no de Ancap. Lo que ocurrió es que así como en el primer semestre se nos estaba comprimiendo el resorte, porque no se ajustaban los precios locales y los costos de Ancap seguían subiendo –de hecho, en mayo las gasolinas se vendían más barato que el petróleo que compramos–, ahora pasa que Ancap tiene una parte de margen de refinación con los costos actuales del petróleo. No estamos perjudicando los resultados de Ancap, sino los ingresos [al tener la referencia más alta que los valores en surtidor], que se compensan por otros ingresos extraordinarios que no estaban en la planificación.

El directorio también definió cambios en las firmas subsidiarias de Ancap. ¿Cuál entendés como más relevante?

A nivel de la gobernanza de las sociedades vinculadas, los dos cambios más trascendentes fueron tener el mismo directorio en Alcoholes del Uruguay (ALUR), Ducsa [distribuidora de combustibles] y Cementos del Plata; y haber creado el centro de servicios compartidos en Matriz. Eso sacó muchísima presión operativa, tanto al directorio de Ancap como a las gerencias generales y las áreas internas de Ancap, porque ahora los procesos de decisión, de control y de gestión están más unificados, todo está más ordenado. Cuando hay que tomar una decisión, es el mismo directorio en las tres vinculadas que lo analiza, interrelaciona con Ancap, y lo que es solución para una empresa ya se entiende como solución para las otras. Sobre el centro de servicios compartidos, se tomó el modelo de gestión más exitoso o eficiente de las tres y hoy se aplica el mismo proceso en todas; antes una hacía una cosa y, quizás, otra algo diferente. Eso nos simplifica muchas tareas como la gestión presupuestal, las compras y la contratación; tenemos ahorros significativos porque hay una labor más eficiente y no debemos cubrir vacantes, y también en la contratación de terceros.

Alejandro Stipanicic

Alejandro Stipanicic

Foto: Alessandro Maradei

Con los productores de caña de azúcar para ALUR se firmó un nuevo contrato. ¿Por qué lo calificaste como un cambio histórico?

Porque se trata de un cambio sustancial, es un acuerdo inédito e histórico, un cambio de paradigma grande a los efectos de cómo es la relación entre la empresa y sus proveedores. Hasta ahora el rol de ALUR era muy paternalista, al punto de que los productores actuaban como si fueran empleados de ALUR, y el nuevo contrato los pone en el rol de productores, que para ganar más tienen que trabajar un poco más y ser más eficientes, y si lo son pueden ganar mucho. Es como que tuviéramos una relación en la que vos plantás para mí y yo te pago un fijo, no importa si sos bueno o malo, y pasamos a que vos me vendés la producción y cuanto más hacés, más plata. Somos socios en el negocio. Lo que permite haber logrado un contrato a cinco años, y lo hablé con la asociación de plantadores, es que el año que viene en marzo o abril [épocas de zafra], en vez de discutir un peso más o menos en el precio del azúcar, vamos a discutir el plan de cosecha; poner más tiempo a cosas importantes para la gestión, tanto del complejo industrial como de los productores.

¿A qué nivel de eficiencia se apuesta en ALUR? ¿Cuánto pueden bajar los costos?

La propia fórmula a cinco años lleva implícito un ahorro, porque cada año se pone más exigente en la eficiencia. Como el precio del azúcar depende de la eficiencia del productor respecto de una eficiencia esperada, y en los cinco años ese nivel esperado va subiendo, sólo por eso, suponiendo que la eficacia del productor sea la misma, ALUR se va a ahorrar diez millones de dólares en el correr de los cinco años. Es muy significativo eso, y lo mejor de todo es que la votación de los productores fue por amplia mayoría favorable al nuevo contrato. Los productores están conformes, quieren pelear por rendimiento y méritos, no por las dádivas o que me paguen por existir. En esa última zafra hubo un rendimiento muy por encima del promedio mundial de todas las plantaciones de caña de azúcar, fue un récord; por lo menos desde 1970, que hay registro, nunca había existido un rendimiento por hectárea tan bueno como en 2021.

Siguiendo con ALUR, pero a nivel de la producción industrial, ¿qué pasará con la planta Capurro de biodiésel? Porque en la Rendición de Cuentas se incluyó eliminar la obligatoriedad de mezclar este biocombustible con el gasoil.

Sí, cayó la obligación para Ancap y estamos analizando con la gerencia general, el directorio y la gerencia de ALUR las opciones de exportación de biodiésel, que hoy día están limitadas, porque para que se pague mejor necesitamos una certificación de la materia prima que en Uruguay todavía no tenemos; la estamos gestionando. En Europa se valora mucho el biocombustible a partir de canola, de colza, algo que en Uruguay tenemos, pero falta certificar esa producción, y estamos haciendo los trámites. Tenemos producción de colza comprada, la materia prima para mezclar, así que es de nuestro interés seguir operando la planta Capurro. Si discontinuamos, podemos perder la oportunidad de generar una corriente sustentable de exportación, que es lo que buscamos. También hay otros actores que se han interesado por subproductos de la producción de biodiésel. Lo más probable es que sigamos produciendo biodiésel a un nivel más bajo que el mezclado en años anteriores y lo que establecía la ley [un 5%].

¿Qué pasó dio Ancap pensando en producir hidrógeno? ¿Por qué se apuesta a ese proyecto?

Al igual que todas las petroleras del mundo, Ancap es una empresa de energía, el negocio pasa por vender energía. Lo principal es hacerlo a través de combustibles que salen de una refinería, pero hace años que Ancap vende gas natural que no sale de la refinería. Cuando se entiende que son empresas de energía, este paso no debe llamar la atención. Si vas a la web de cualquiera de las empresas grandes, tienen proyectos de petróleo y gas natural, pero también de generación eólica, mareomotriz, de energía solar, de producción de hidrógeno y de metanol. Empezás a ver y tienen muchísimas ramas abiertas; Ancap no puede escapar a eso, somos una empresa de energía y como tal debemos adaptarnos a los cambios del mercado energético. La transición hacia lo no fósil es inevitable; lo que también debemos administrar, como sociedad, son las expectativas, no vamos a tener todos autos eléctricos la semana que viene. No es cambiar a ser empresa no fósil, sino que el desafío para Ancap es manejar concienzudamente la transición, porque durante los próximos 20 años es posible que necesitemos seguir con la refinería y los combustibles fósiles en Uruguay. El modelo de negocios de la industria petrolera en el mundo va a empezar a cambiar y se jugará en un escenario de restricciones tan grande, que en algún momento va a empezar a haber escasez o un nivel de precios muy alto; cuanto antes Uruguay empiece la transición, mejor. En eso está Ancap.

¿Y cuál es la estrategia?

Con el Ejecutivo definimos una estrategia que tiene dos patas: el mercado local, donde se utilizaría el excedente de UTE o las leyes que han desregulado la generación de energía eléctrica para promover consumo interno; y la ventana hacia fuera, donde puede haber un gran posicionamiento mundial de Uruguay con la exportación de hidrógeno, lo que debe leerse como la exportación de aire o viento. Exportamos viento en forma de molécula de hidrógeno para que utilicen esa energía en otras partes del mundo. Para que eso ocurra, las inversiones son tan grandes que debemos atraer a privados, y lo ocurrido en los últimos meses es que tenemos una treintena de empresas muy interesadas. Hemos tenido tres o cuatro reuniones con técnicos de empresas, y una particularidad es que del otro lado hay exdirectivos del mundo del petróleo y el gas. Esa gente entiende bien lo que hace Ancap y ve con buenos ojos la mecánica de este llamado, de hacer rondas abiertas para el hidrógeno, porque les encaja en su modelo mental. Simplemente, en vez de ir a explorar petróleo y gas en el mar, van a analizar la calidad de los vientos en el mar de Uruguay, y si los números dan con la tecnología que ya existe, harán la inversión, porque desaparece el riesgo geológico.

¿El privado asume el riesgo y Ancap va asociado?

Para que Ancap vaya atado, en el futuro debe haber una modificación legal, porque ni Ancap ni UTE tienen cometido legal para participar en la producción de hidrógeno. Estamos trabajando en eso, y hay consenso generalizado para comprobar entre los objetivos de Ancap, seguramente el próximo año, algún tipo de participación –no monopólica y no liderando– en la producción de hidrógeno.

Te has definido como un “ancapeano” y formás parte de un gobierno donde hay gente no tan amiga de esa visión, que promueve romper el monopolio y reducir el peso de Ancap. ¿Cómo es ese relacionamiento en el plano de la política? Los conflictos como el que hubo con el sindicato por el paro de la refinería, ¿no favorecen a esa visión crítica?

Me defino como ancapeano porque hace 31 años que estoy en Ancap, pero soy un profesional y soy sumamente cuidadoso con las decisiones; acá no hay emisiones ni dogmas. La realidad es terca, es como es, Ancap tiene cosas buenas y también malas. He dicho que me siento con mucha propiedad para saber todas las cosas a corregir en Ancap, pero me pone un poco incómodo que las decisiones sean a veces más dogmáticas; o que las opiniones personales sean dogmáticas, cuando detrás hay circunstancias. Hay realidades que a veces no se llegan a percibir. Como presidente de Ancap voy a expresar siempre mi posición y opinión profesional, fundada técnicamente, y voy a acatar lo que diga la ley. Ahora, las discusiones políticas o legales corresponden a otro ámbito. Todos somos uruguayos, sabemos y queremos opinar de todo, pero el presidente de Ancap debe opinar como tal, no como legislador o político. Lamentablemente, algunas veces se da que son discusiones de tribuna, hay una hinchada de un lado y otra del otro, se gritan cosas y decís ‘acá hay una discusión de tribuna, no es una discusión seria’. No se puede hablar del mercado de los combustibles como si fuera el mercado de caramelos, no se puede hablar del funcionamiento del gobierno y de las empresas públicas desde tribunas en las cuales no se conoce la complejidad que tiene la administración pública para funcionar. Sobre el tema de los combustibles, creo que hemos logrado convencer a muchos de que el problema es bastante más complejo que decir que todos los problemas son debido al monopolio de Ancap; no es solamente eso, hay otras complejidades.

Si nos situamos en 2025, al final del período, ¿con qué resultado o situación te irías satisfecho con la gestión?

Hay un conjunto de expectativas que yo tengo para mi interior. Se resumen en que me iría muy satisfecho si logro que los empleados de Ancap estén orgullosos de trabajar en la empresa y si los uruguayos eligen a Ancap por ser la mejor empresa de energía del país. Si lograra que se empezaran a acallar las voces que piden cerrar Ancap, o que dicen que Ancap es una porquería… Hay una cantidad de agresiones que entiendo que tienen un fundamento, porque se han tomado malas decisiones en los últimos años, y es razonable que haya gente que critique, pero Ancap es una empresa del Estado que no puede desaparecer porque sí. Hay que entender que partimos de una realidad, no desde cero, y cuando se analice mi gestión habrá que ver si dejamos un Ancap mejor o peor. Eso se mide por resultados económicos, exposición al futuro, pero se resume en que cuando le preguntás a alguien qué opina de Ancap diga que es una empresa que hace las cosas bien.

¿El punto de partida de Ancap estaba por debajo de otras empresas públicas?

Sí, claro, estábamos en muchos aspectos en el subsuelo. Mucho quizás por manija, mucho por incomprensión, otro por dogmatismos de un lado y otro, por ese duelo de tribunas donde gana el que grita más y no el que hace mejor las cosas.