Con una visita a Bolivia del canciller de Argentina, Felipe Solá, los dos países formalizaron el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, interrumpidas a causa del golpe de Estado que derrocó al presidente Evo Morales en noviembre de 2019. Durante el encuentro, el canciller boliviano, Rogelio Mayta, reconoció el papel que jugó en ese momento Argentina, que durante casi un año le dio refugio a Morales.

Mayta condecoró a Solá con la legión de honor Mariscal Andrés de Santa Cruz, por sus servicios “eminentes” en beneficio de Bolivia, un reconocimiento dispuesto por el presidente boliviano, Luis Arce. El canciller destacó también el “mérito central” que tuvo el presidente de Argentina, Alberto Fernández, y dijo que en “momentos muy complejos” para su país el gobierno argentino ayudó a “salvar vidas” y a impedir que muchos fueran “eliminados” en un contexto de “golpe de Estado”.

A su vez, Solá celebró que Bolivia haya “reconquistado la democracia” con un gobierno “del pueblo” en las elecciones de 2020. El canciller tenía previsto reunirse también con Arce durante esta visita, que comenzó el miércoles.

Al mismo tiempo, en la región se generó un foco de tensión entre Argentina y Ecuador. La cancillería ecuatoriana llamó a consultas a su embajador en Buenos Aires para transmitir el malestar del gobierno de Lenín Moreno por una frase dicha por Alberto Fernández.

Durante una entrevista con el canal C5N, el presidente argentino fue consultado sobre un supuesto distanciamiento con la vicepresidenta Cristina Fernández y respondió: “Yo no soy Lenín Moreno. Yo no soy Lenín Moreno, ¿eh? El que lo imagina no me conoce. Yo puedo tener diferencias con Cristina. Las tengo. No es que las tuve: las tengo. Tenemos miradas distintas en muchas cosas o en algunas, no sé si en muchas. Pero yo acá llegué con Cristina y de acá me voy con Cristina”.

Fernández se refería a que Moreno, al llegar a la presidencia de Ecuador, rompió con el gobernante anterior, Rafael Correa, que había promovido su candidatura, y también con el vicepresidente Jorge Glas (cercano a Correa), a quien le quitó todas las potestades de su cargo. Desde 2017, Glas está en prisión acusado de corrupción, en un caso judicial que tanto este dirigente como Correa consideran parte de una campaña de persecución política.

Para el gobierno de Moreno, la respuesta que Fernández dio en la entrevista implica una “inaceptable intervención” en asuntos de Ecuador, y por eso la cancillería presentó una “enérgica protesta” en una carta. Allí afirmó que no acepta “que se realicen comparaciones insultantes para con el presidente de la República del Ecuador”, y defendió la independencia del Poder Judicial de ese país. Luego, llamó a consultas al embajador en Buenos Aires para “proceder a un análisis exhaustivo de las relaciones de Ecuador con el gobierno de Fernández e impartirle las instrucciones correspondientes”.

En Twitter, Correa comentó el incidente y dijo que “tendrán que hacer miles de copias” de la carta de protesta, porque “Lenín Moreno como sinónimo de traidor ya es parte del diccionario político mundial”.