Epicentro de la pandemia de coronavirus en el mundo, Brasil está viviendo una situación sanitaria muy grave, acentuada además por las enormes diferencias de enfoque que existen en el país para detener la enfermedad.
Mientras la mayor parte de los gobernadores planean estrategias para imponer restricciones en forma simultánea ante el colapso en muchos ciudades y estados de los servicios de cuidados intensivos, el presidente Jair Bolsonaro se mantiene en su retórica de minimizar la enfermedad, aunque la enorme presión que está recibiendo por parte de muchos sectores hizo que ayer, para evitar tener un mayor desgaste ante la opinión pública, se reuniera en forma virtual con el director ejecutivo de la empresa Pfizer, el griego Albert Bourla.
Luego de la reunión, el ministro de Economía, Paulo Guedes, anunció una anticipación de cinco millones de dosis del farmacéutico para el primer semestre de este año, según informó Folha de S. Paulo.
Según la última previsión publicada por el gobierno, Brasil recibiría dos millones de dosis en mayo y otras siete en junio, totalizando nueve millones al final del semestre y alrededor de 100 millones al final del año. Ahora, según Guedes, entre mayo y junio se distribuirían cinco millones de dosis previstas para el segundo semestre, lo que elevaría a 14 millones la cantidad de vacunas puestas a disposición en el primer semestre del año.
El diario paulista recordó que, el año pasado, Pfizer le propuso al gobierno de Bolsonaro la venta de 70 millones de dosis, y que tres millones serían entregadas durante febrero, pero en aquel momento el Ejecutivo rechazó el ofrecimiento.
Pero más allá de estas negociaciones con Pfizer, la verdadera esencia de Bolsonaro quedó de manifiesto en las palabras que dijo ayer durante un encuentro con simpatizantes en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, en Brasilia.
Bolsonaro dijo que no usaría lo que llamó “mi ejército” para llevar a cabo cierres u otras medidas restrictivas a nivel nacional para frenar el avance del coronavirus, según informó el portal UOL.
“Sólo voy a decir una cosa: algunos quieren que decrete el encierro. Y no voy a decretar. Y de una cosa pueden estar seguros: mi ejército no sale a la calle para obligar a la gente a quedarse” dijo el excapitán de 65 años de edad. “Parece que vuelve la onda del encierro. Pónganse en la piel del jefe de familia que no tiene nada que llevarse a casa”, dijo finalmente a sus partidarios.
Desde el año pasado Bolsonaro viene criticando las medidas restrictivas adoptadas por la mayor parte de los gobernadores del país, quienes, a su vez, están aumentando la presión sobre el presidente ante la ineficiencia del gobierno federal en el combate a la pandemia.
Sobre este último punto, este domingo, luego de que se informara sobre la detección de 80.508 casos nuevos de coronavirus y 1.086 muertes, la mayoría de los gobernadores de Brasil adhirieron a un grupo que convoca a generar un “pacto nacional” para articular medidas más restrictivas en sus territorios y lograr comprar conjuntamente vacunas contra el coronavirus.
Son 22 de los 27 gobernadores brasileños los que ya se sumaron al grupo, al que no se adhirieron por el momento los gobiernos de Acre, Mato Grosso do Sul, Rondonia, Roraima y Tocantins. El líder de este bloque es el gobernador de Piauí, Wellington Dias, del Partido de los Trabajadores (PT). “De nada sirve que mi estado haga y otro no”, dijo Dias en una entrevista con GloboNews, por lo que “hay que cortar la transmisibilidad a nivel nacional. Por supuesto, lo ideal es que, como hacen otros países, el poder central tome las decisiones, como está haciendo Estados Unidos ahora con Joe Biden”, opinó el gobernador.
Ayer, en una entrevista con la cadena Band, abordó el tema el gobernador del estado de Bahía, Rui Costa, también perteneciente al PT, quien expresó que lo que está pasando en Brasil “es un caso único en el mundo, donde un gobierno no quiso controlar la proliferación del virus”. Atacando a Bolsonaro el jerarca bahiano dijo que “si no quiere colaborar, al menos que no entorpezca”.