“No hay ruptura institucional”, dijo este martes el vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão, a G1, un portal de O Globo. “Las Fuerzas Armadas se van a regir por la legalidad, siempre”, agregó, en medio de una crisis que llevó a los comandantes de las tres armas a poner sus cargos a disposición del gobierno. La decisión de los tres jefes militares fue una manifestación de malestar ante la sorpresiva destitución del ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, que fue anunciada el lunes. Esa misma noche se reunieron el comandante de la Marina, Ilques Barbosa Junior, el de la Fuerza Aérea, Antonio Carlos Moretti, y el del Ejército, Eduardo Pujol, para adoptar una decisión coordinada.

Según informaron diversos medios brasileños, antes de que fuera reemplazado en el ministerio, Azevedo había sufrido presiones del presidente para que las Fuerzas Armadas tuvieran una mayor participación política en respaldo a su gobierno. La semana pasada Bolsonaro amenazó incluso con desplegar al Ejército contra las cuarentenas y los toques de queda dispuestos por varios gobernadores debido a la pandemia de covid-19, y llegó a sugerir que su Ejecutivo podría decretar un estado de sitio.

En ese contexto se enmarca la carta con la que Azevedo se despidió del cargo, en la que afirma que mientras lo ocupó, logró preservar “las Fuerzas Armadas como instituciones de Estado”.

También Pujol enfrentó presiones y episodios tensos con Bolsonaro mientras estuvo al frente del Ejército. Así ocurrió, por ejemplo, cuando en 2020 el presidente participó en una protesta frente al comando del Ejército para reclamar volver al acto institucional 5 de la dictadura militar y cerrar el Congreso y el Supremo Tribunal Federal. Por su parte, a Bolsonaro le molestó que Pujol dijera públicamente que la pandemia era el “mayor desafío de su generación”.

El reemplazante de Azevedo al frente del Ministerio de Defensa, Walter Braga Netto, se reunió el martes con los comandantes Barbosa, Moretti y Pujol en un encuentro que resultó tenso, y al que llegó ya con la orden de desplazarlos del cargo, de acuerdo con O Estado de São Paulo. Braga Netto se los comunicó apenas comenzó el encuentro. Ni Pujol, que estaba decidido a renunciar, ni los titulares de la Armada y la Fuerza Aérea, que pensaban tomar una decisión después de conversar con Braga Netto, tuvieron oportunidad de decírselo. El Ministerio de Defensa se encargó de emitir un comunicado público en el que informó que los tres comandantes serían “sustituidos” y que esa decisión les “fue comunicada” en ese encuentro. Sin embargo, no dio a conocer las razones.

La Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados va a convocar a Braga Netto a explicar la situación que atraviesan las Fuerzas Armadas. Su presidente, el diputado Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña, anunció que también será convocado Carlos França, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores.

Salida inédita

Numerosos dirigentes políticos manifestaron su asombro y se refirieron a la gravedad de la crisis política brasileña. En Twitter, María do Rosário Nunes, integrante del Partido de los Trabajadores (PT) y exministra de Derechos Humanos del gobierno de Dilma Rousseff, manifestó su repudio “a la dictadura de ayer y la de hoy, que Bolsonaro intenta instalar”, y recordó que esta crisis surgió días antes de que se cumpla, este miércoles, un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1964. Varios medios señalaron esa fecha como un elemento que enmarca estos cambios de Bolsonaro, un defensor de la dictadura.

“Por primera vez en la historia de la política brasileña, los tres comandantes de las Fuerzas Armadas, Marina, Aeronáutica y Ejército, presentaron la renuncia al mismo tiempo por discrepar con el presidente y sus actitudes golpistas”, tuiteó la dirigente del Partido Comunista de Brasil Manuela Dávila. “Bolsonaro en el poder es un riesgo para la democracia”, agregó.

También Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, destacó que la decisión de los comandantes militares es inédita y afirmó que envía un mensaje “hacia varias direcciones”. Agregó: “Hacia adentro de la tropa, es un mensaje inequívoco de que no aceptan –y ellos representan el liderazgo formal de quienes están en actividad– el llamado golpista de los sectores bolsonaristas que quieren involucrar a las Fuerzas Armadas en la politiquería”. Respecto de Bolsonaro, afirmó, es “una señal de que el límite de la falta de respeto a la Constitución, al profesionalismo de las Fuerzas Armadas, fue traspasado” cuando destituyó “sin respeto” al ministro de Defensa “por razones mezquinas”. El dirigente agregó que para los demás, es una señal de que las Fuerzas Armadas se “están desencantando con las locuras que Bolsonaro ha hecho en Brasil”.

A su vez, Rodrigo Maia, que presidió por años la Cámara de Diputados y pertenece al derechista partido Demócratas, dijo que “Bolsonaro está cada vez más parecido a [Hugo] Chávez y [Nicolás] Maduro”. Opinó que, aunque muchos lo vean como una alternativa al PT, “es mucho más que eso”, y agregó: “Un autoritario siempre será autoritario”.

En la izquierda varias voces llamaron a un juicio político contra el presidente. Guilherme Boulos, referente político e integrante de la coordinación del Movimiento de Trabajadores sin Techo de Brasil, dijo que su país tiene “un presidente genocida y golpista”, y que la Cámara de Diputados debería “abrir un proceso de impeachment inmediatamente para salvar vidas y la democracia”. Para la presidenta del PT, Gleisy Hoffmann, “la crisis está instalada”, será difícil de superar y “sólo hay una salida para Brasil: la salida de Bolsonaro”. También el dirigente histórico del PT Rui Falcão concluyó que “la única solución para Brasil es el impeachment”.

Nuevos ministros

Con los movimientos en seis ministerios que hizo el lunes, el presidente de Brasil buscó contentar a los partidos de derecha que lo apoyan en el Congreso, el llamado Centrão, con designaciones como la de Carlos Alberto Franco França, que reemplazó al ultrabolsonarista Ernesto Araújo como ministro de Relaciones Exteriores. Pero también se encargó de contar con aliados clave en ciertos cargos. En el de Azevedo, designó a Braga Netto, que hasta entonces era coordinador de Casa Civil, una cartera que equivale a un ministerio de Presidencia.

Para reemplazar a Pujol como comandante del Ejército suena el nombre de Marco Gomes, que fue viceministro del Gabinete de Seguridad Institucional de Michel Temer, una institución de la que dependen los servicios de inteligencia. Además, Gomes tiene anclaje en la región del noreste, donde es jefe militar.

Esa zona es la que más rechazó la candidatura de Bolsonaro en 2018, porque se trata de una región pobre donde se sintieron con más fuerza los efectos de las políticas sociales de Luiz Inácio Lula da Silva. La caída de Bolsonaro en las encuestas es uno de los factores de esta crisis. Sin embargo, hasta este martes, el nuevo comandante del Ejército no había sido designado.

Poderes a toda costa

Aliados del presidente impulsaron el martes un proyecto al que pretendían darle tratamiento urgente en la Cámara de Diputados para otorgarle al presidente poderes extraordinarios similares a los de una situación de guerra, bajo el mecanismo de la llamada “movilización nacional” ante una crisis, en este caso con la pandemia como argumento. De prosperar, la iniciativa le habría permitido a Bolsonaro intervenir en los estados y dejar sin efecto medidas de restricción a la circulación o cierres de la actividad dispuestas por los gobernadores, tomar decisiones para reorientar procesos productivos hacia las áreas que considerara necesarias, y convocar a civiles y militares a cumplir determinadas tareas promovidas por el gobierno. También le habría permitido controlar a las policías militarizadas de los estados.

El diputado que promovió esta iniciativa, Vitor Hugo Almeida, del Partido Social Liberal, por el que fue electo Bolsonaro, argumentó que “la Constitución no dice que esto sea para la guerra. Dice que puede ser usado para resolver un problema de grandes proporciones”.

Finalmente la propuesta no prosperó, pero para la oposición confirmó que el presidente busca acrecentar sus poderes por todos los medios. “Esa escalada autoritaria, que intenta movilizar militares para intereses del presidente de la República, no puede ser tolerada en un Estado democrático. Los brasileños no quieren otro golpe”, tuiteó el diputado José Guimaraes, del PT. Incluso el diputado derechista Kim Kataguiri, de Demócratas, que fue aliado de Bolsonaro y que impulsó en su momento las protestas contra Rousseff, dijo que esta iniciativa equivalía a un “golpe”.