El excandidato presidencial y exintendente Daniel Martínez reconoce que quizás no fue una buena decisión buscar su reelección en Montevideo y admite que le costó construir un liderazgo debido a la falta de organización política que tenía detrás. También evalúa que a su fuerza política le falta vínculo con la sociedad y mayor unidad. “Si un compañero se equivoca prefiero llamarlo y decirle: ‘Metiste la pata, no estoy de acuerdo contigo’. Hay que recuperar eso dentro de la propia izquierda”, dice sobre la remoción de Rafael Michelini de la Secretaría Política de la coalición de izquierda.

Tras la elección departamental se llamó a silencio. ¿Qué lo lleva a volver a la conversación política?

Nunca dejé de militar ni de actuar en política. He seguido: agarro la chiva y me voy a los barrios. Esta etapa sobre todo es de hablar con la gente. Hay que aprender de experiencias y de errores tanto en Uruguay como el mundo. Lo importante también es entender qué pasó en ese diálogo, ver qué opina el ciudadano y militante común. Me he dedicado a eso y a contribuir en la lucha solidaria que hoy tanto se necesita, porque es angustiante lo que se está viviendo en los barrios. Yo entendí en un momento que la cosa estaba... que había demasiado ruido.

¿A qué se refiere con eso?

En Uruguay, no a nivel general, pero sí en determinados niveles, con todo esto de profundizar el enfrentamiento y partir a la sociedad, que fue una estrategia planificada y bien lograda, se ha generado una dosis de odio que se ve en las redes y que a mí me preocupa, porque no tiene nada que ver con la sociedad que yo sueño. El 95% de lo que se dice es mentira, y muchas veces todo es a partir de demonizar al que piensa diferente o al que no hace lo que me gusta, al que está del otro lado. Hay quien lo hace porque tal vez encuentra por ese camino una descarga a problemas personales y utiliza la violencia en las redes, y hay quienes lo hacen más orquestada y planificadamente. Es una forma de hacer política, y si mirás lo que pasó con [Donald] Trump en Estados Unidos, [Boris] Johnson en Inglaterra con el brexit, [Jair] Bolsonaro en Brasil, ves que es una receta que ha dado resultados a alguna gente pero que en realidad es mala para la sociedad. Errores hubo en todos lados, pero hay un sector político que lo hizo planificadamente para esta campaña y lo ha mantenido. No busco culpables, pero creo que hay que frenar la mano.

¿También observa eso dentro del Frente Amplio?

Uno ve dentro del Frente Amplio [FA] cómo en los últimos diez o 15 años ha habido una radicalización en cuanto a que hay sectores o grupos de gente que creen tener la verdad iluminada y que todos los que no están dentro de ese grupo son demonios. Uno lee cosas y dice: “Pah, aquello de la fraternidad entre compañeros dónde quedó”. Lo que pasó con [Rafael] Michelini ahora, que se habrá equivocado pero, yo le creo que no quiso decir eso. Es un compañero que conozco.

¿Le pareció incorrecta la salida de Michelini de la Secretaría Política?

Estamos en una lógica que no termino de entender. Yo si un compañero se equivoca prefiero llamarlo y decirle: “Metiste la pata, no estoy de acuerdo contigo”. Hay que recuperar eso dentro de la propia izquierda. Parte de eso también es entender qué pasó, por qué empezamos la última campaña después de 15 años de gobiernos exitosos en los números, con una porción tan importante de la sociedad enojada y hasta algunos indignados con nosotros. Es una pregunta para hacerse, y algo para analizar. Mucha gente de la que nos votaba te decía: “Lo que pasa es que el FA se volvió soberbio, no escucha a la gente”, y se impregnó esa idea. Hay que entender por qué perdimos esa vinculación con una parte de la sociedad uruguaya. Hay otra con la que lo mantenemos [el vínculo]: veo que 25% de los uruguayos son cada vez más frenteamplistas. Y hay muchos otros, que fueron beneficiados por 15 años de crecimiento, estabilidad, profundidad democrática por el avance de la agenda de derechos, que están y siguen enojados.

¿El FA no le habla cada vez más a ese porcentaje que usted dice que está convencido y descuida al resto?

Me da la impresión de que sí. Quiero aclarar que no soy dueño de la verdad. Habla alguien que ha militado toda la vida y no se cree más que nadie, y que hoy está en una posición de querer construir un proceso en el que prioriza al FA por encima de cualquier proyecto sectorial y personal. Hablo con la gente y diría que es como que no hemos encontrado el camino para hablarle al ciudadano común. Tabaré Vázquez fue construyendo, perdió dos veces, pero buscó ampliar al FA e integrar a gente cada vez más diversa, con pasados que no eran de izquierda pero que eran progresistas y tenían una conducta social determinada. Hoy nos cuesta eso. Yo veo a alguna gente [para la] que si tú no cumples determinados cánones, no tenés lugar. Toda esa gente que entró, sumó y fue determinante a la hora de crear un gran frente popular y abierto, que lograba ser la expresión de una sociedad que miraba hacia el futuro con esperanza, hoy no tendría lugar.

¿En qué momento cree que hubo ese clic en el FA?

No lo sé. Sí digo que me parece clarísimo que se ha dado. El intendente [de Salto] Andrés Lima decía que perdimos la capacidad de dialogar con la gente del interior, y yo creo que en general es eso [de perder capacidad de dialogar con la gente], pero que en el interior se refleja más. Obviamente también está lo que hace quien está en la otra vereda, los que dan manija, los que tergiversan y hasta los que de repente nos pegan con razón. Pero me da la impresión de que seguimos hablando para el corazón duro. Hacemos lo contrario de lo que habría que hacer.

Pasando al gobierno, a pesar de los números rojos de la pandemia, la aprobación sigue siendo alta. ¿A qué cree que responde eso?

Yo creo que hay dos factores. Uno que en parte es natural, que es que la gente ante la inseguridad necesita confiar y se reafirma en quien dirige el proceso. El otro es que tienen un manejo muy dirigido y estudiado para generar hechos que a veces hacen que lo central y los problemas pasen a segundo lugar: con pequeñas cosas de gran impacto mediático terminan tapando las cosas importantes. Yo creo que en el fondo eso no tapa la realidad, y veremos qué pasa cuando empiece a bajar el nivel de ruido. Lo que va a quedar es desocupación, aumento de la indigencia y de la pobreza, regresión en la distribución de la riqueza, un montón de problemas. Pero lo cierto es que también el gobierno y el presidente no se están haciendo cargo de los problemas que existen. Yo creo en la libertad responsable, pero no alcanza. Aparte, ha habido señales que son contradictorias. En un momento las señales que se dieron fueron de “vamo’ arriba” pero con cuidados, y hubo un montón de reuniones públicas o del gobierno que hicieron que se alivianaran los controles. Ahora bien, ¿el problema es la gente? La responsabilidad la tiene quien manda, no hay vuelta que darle, la tiene el gobierno.

En línea con esto, Danilo Astori habló sobre el manejo mediático en este contexto. ¿Cree que en plena pandemia se sigue el clima de campaña electoral?

Me parece que sí. Fijate que ante cualquier cosa sale uno u otro ministro, senadores y diputados, para el mismo lado, atacando al FA y diciendo que prácticamente es responsable de lo que pasó. Del otro lado también hay una tendencia a reaccionar con vehemencia y, para mí, nos estamos equivocando. Hoy requerimos muchísima más unidad de acción, lo que implica dar señales, pero cuando hay discrepancias siempre el que tiene más responsabilidades de dar señales es el que tiene el poder. El otro día había gente que criticaba la suba del boleto, pero hay que estar en los lugares y no reaccionar ciegamente.

¿Qué balance hace de la gestión de Carolina Cosse?

Es muy pronto y, en esta situación, no me pidan que analice eso. Es la intendenta del FA y mi intendenta y, por lo tanto, trataré de colaborar en todo lo que pueda. No es momento de analizar, simplemente de ponerse como un soldado atrás y punto.

¿Ve una continuidad y una defensa de su gestión?

No hay que defender una gestión en particular, hay que defender una orientación global. Lo que espero y quiero es que se siga en esa orientación de gobernar pensando en la gente, aunque te tengas que comer un sapo. Recuerdo que en el transporte me tuve que comer sapos. Después la realidad demostró que gobernamos para la gente.

Con el diario del lunes, ¿fue acertado tirarse, después de perder las elecciones nacionales, a las departamentales?

Tal vez no... Yo había decidido que no, después la situación me llevó a que sí. Para mí lo importante es que contribuí al triunfo del FA. Ese es el balance que saco.

El senador Alejandro Sánchez dijo a El País que no debería haber vuelto a ser candidato y tendría que haberse dedicado a crear una nueva estructura de liderazgo.

De repente tiene razón, pero es muy difícil por cómo está segmentado el FA. Es uno de los problemas que tenemos y por eso hay que renovar. Hay que hacer borrón y cuenta nueva y buscar gente. Hoy por hoy los sectores y las personalidades influyen mucho en el FA. Construir un liderazgo, tal como venía la mano, era más que difícil. Aparte, tampoco tenía una organización política atrás mío.

¿Siente que no llegó a consolidar su liderazgo?

Dentro de la estructura, no. En la calle, con la gente... Alguna encuesta me dio que los frenteamplistas enojados conmigo eran menos de 5%; 95% es “vamo’ arriba” y es lo que siento en la calle normalmente, pero el tema es que tenés que construir liderazgo sobre el cogollo militante. Después con la gente también, pero si no tenés el apoyo de ninguna estructura o por lo menos de las que mueven la aguja, está bravo. Llegará el tiempo de analizarlo, y habrá un porcentaje de incidencia de la derrota del factor del candidato, del factor del FA, del factor del gobierno, sin dudas.

¿Cuáles fueron sus errores?

Tiempo habrá de discutirlos.

¿No le parece que es ahora el momento?

Te aseguro que no.

¿No va a hacer su propia autocrítica?

Sí, claro. El FA ha tomado la decisión de no dar el debate ahora. Yo creo que es casi para alimentar a los iluminados ese problema. Primero, creo en los temas infraestructurales, no superestructurales, por mi formación, y busco ser coherente. Segundo, hoy el problema del hombre de la calle es el tema de cómo salimos de todo esto, de qué forma logramos unidad nacional para afrontar esta pandemia y el impacto socioeconómico que genera. Lo otro, está bien, es para una serie de gente que le importa el detalle, o algunos hasta pueden estar obsesionados por el tema. Me parece que no es momento.

¿Cree que el proceso de la elección de la fórmula tuvo errores?

Tal vez. La vida lo dirá, tendremos tiempo de conversarlo.

Algunos sectores del FA criticaron la elección de la fórmula y que Cosse no haya sido la candidata a la vicepresidencia. ¿Fue un error?

Cuando llegue el momento opinaré.

¿Cuándo va a ser eso?

No sé. Eso lo tiene que resolver el FA, no Daniel Martínez.

Pero usted fue protagonista de ese proceso.

Yo he mencionado diez mil veces que lo importante del devenir de la sociedad y la evolución del ser humano es lo infraestructural, que es lo determinante. [Hacer lo contrario] Sería ir contra mi forma mental de encarar los temas y algo absolutamente más simbólico que otra cosa, y hay momentos en los que ni siquiera contribuye.

Yendo al análisis de lo que pasó en el interior, algunos dirigentes dicen que no alcanza con ir al interior sino que hay que construir liderazgos en todo el territorio. ¿Eso faltó?

No puedo decir si faltó, pero creo que debe haber habido algo de eso. Nos ha costado. El Nino [Julio] Pintos siempre decía: “Generar un dirigente con proyección departamental y nacional en el interior debe ser de las tareas más difíciles y costosas que existen en la política uruguaya”. Es cierto, nos cuesta, sin dudas. También habría que analizar por qué. Creo que hay un centralismo visceral montevideano, pero también incide cómo encaran los propios actores políticos en el interior el relacionamiento y el papel del FA.

A diferencia de lo que sucedió en las últimas elecciones, a futuro, ¿la fórmula tiene que contemplar al interior?

No me preguntes eso porque no tengo ni idea. Hay que analizarlo, hay que verlo, el tiempo lo dirá. Tampoco existen las soluciones mágicas.

¿Cuáles son sus planes a futuro?

Militar a nivel de base, tratar de colaborar con el fortalecimiento del FA y ser feliz, porque creo que para transformar el mundo hay que ser alguien que disfrute de la vida. La alegría tal vez sea más revolucionaria que muchas cosas.