¿Cómo visualizan las ollas populares sindicatos, organizaciones barriales y proyectos de voluntariado y de responsabilidad social empresarial? ¿Qué diferentes lógicas ven detrás de este fenómeno? Estas son algunas de las preguntas que se planteó el estudio “Entramados comunitarios y solidarios para sostener la vida frente a la pandemia: ollas populares y merenderos en 2020”, realizado por el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, con la colaboración de la Asociación de Bancarios del Uruguay. El trabajo resultó en un informe de 74 páginas que fue publicado este mes.
Una primera parte del estudio –un análisis cuantitativo del fenómeno de las ollas en el país– ya había sido publicado en diciembre del año pasado, y fue complementado con un extenso análisis cualitativo del fenómeno, con entrevistas en profundidad a 15 actores de redes de ollas, entidades de apoyo, representantes de sindicatos y organizaciones no gubernamentales y entidades vinculadas al sector empresarial.
El estudio reconoce que se identificaron “tres campos de articulación”, dos de los cuales “buscan abarcar la agrupación y representación del campo popular”. Por un lado, se enumera el trabajo iniciado por el PIT-CNT y la conformación de la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS); por otro, el recorrido proveniente de la “responsabilidad social empresarial”, que “reuniendo a diferentes iniciativas, encuentra un punto de convergencia en Uruguay Adelante”. Cada uno de estos campos, sostiene el estudio, muestra sus propios “hitos”: la conformación de la CPS en base a “redes de entramados comunitarios y solidarios en la sede de FUCVAM [Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua], el 9 de agosto de 2020; una movilización de la Red de Ollas impulsada por el PIT-CNT, realizada el 21 de junio en la plaza Independencia, recolectando firmas para que se instaure una Renta Básica de Emergencia; y el lanzamiento de Uruguay Adelante, el 27 de julio de ese año, en la cervecería Montevideo Beer Company, en el Municipio CH”.
“Militantes de barrio”
Algunas personas que trabajan en las ollas barriales se definen como “militantes de barrio” y mencionan explícitamente la “militancia”, que “no puede estar ajena en un momento en que el pueblo está necesitando una ‘mano solidaria’”. La investigación sostiene al respecto que si bien para algunas personas esa militancia tiene cierta “asociación partidaria”, en la “mayoría de los casos” se utiliza el término en referencia a las horas –no remuneradas– dedicadas “por convicción al proyecto solidario”.
Aunque el objetivo principal de las redes de ollas barriales es garantizar el funcionamiento de las ollas, a veces las discusiones entre sus participantes trasciende ese plano, “ya sea en el presente o en el corto plazo a partir de reivindicaciones diversas, como en el mediano o largo plazo mediante cambios de mayor alcance”. Esto último, no obstante, no es fácil, en la medida en que “la carga de tiempo que insumen las tareas cotidianas de las ollas y merenderos, donde además se da un desgaste importante con el transcurso de la pandemia, afectan la participación en las redes”.
El estudio marca que si bien en los encuentros de la CPS se procesaron “temas diversos” y el principal fue la obtención y gestión de recursos para las ollas, también sus integrantes discutieron otra variedad de asuntos. Uno que generó “tensión” es el rol que debe asumir el Estado frente a las ollas y ante la emergencia alimentaria, y no contó con una respuesta unánime entre los integrantes.
Respecto de ese rol del Estado, las redes que integraron la CPS debieron resolver además tres puntos en concreto: si apoyaron la recolección de firmas por la Renta Básica de Emergencia impulsada por el PIT-CNT; si se adherían a la campaña de recolección de firmas para derogar la ley de urgente consideración (en ambos temas hubo diferentes posturas en las redes); y cómo resolverían un vínculo con el gobierno nacional y con la Intendencia de Montevideo a la hora de recibir y gestionar recursos. “Por un lado, existen quienes reconocen la necesidad de recursos y que aceptan que estos provengan del Estado; por otro lado, hay posturas que no entienden conveniente la intervención estatal o que consideran insuficientes las ofertas que se han hecho. Las percepciones también son distintas según si los recursos provienen del gobierno central o departamental, debido a que los mismos traen aparejadas diferentes concepciones y propuestas”, dice el estudio.
Olla sindical (y política)
Tras citas a las principales autoridades del PIT-CNT, el estudio sostiene que en el ambiente sindical la olla es vista “no sólo como un instrumento para resolver la alimentación, sino también como un medio para relacionarse con los habitantes del contexto en que se desarrolla la disputa, comunicar los motivos y de esa manera expandir el alcance de la acción política en su componente práctico, de organización para la lucha”.
Según dijo a los investigadores el secretario general de la central, Marcelo Abdala, “las ollas poseen intrínsecamente una perspectiva de clase, que está asociada a la lucha”, al ser “‘uno de los resortes que hay que articular de inmediato’ durante las huelgas para garantizar la subsistencia de los trabajadores y sus familias”. En tanto, para el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, “si hay un conflicto hay una olla, y es porque no tienen qué comer, la olla unifica, construye valores, contrariamente a la crisis”.
El estudio sostiene que las ollas realizadas por los sindicatos tuvieron como objetivo “además de brindar alimentación, promover ‘conciencia’ y ‘organización social’”. En ese marco, “la generación de conciencia surge a partir de una lectura de la situación económica y política del país, y de la manera en que esta afecta a ciertos sectores sociales; y de una práctica solidaria que ubica a quienes llevan adelante la olla y quienes reciben el alimento en una condición de igualdad de clase, lo que es visto de manera opuesta a la práctica asistencialista o caritativa que asocian con actores por fuera del campo popular”.
Emprendedurismo y eficiencia
El estudio también relata cómo organizaciones vinculadas a la responsabilidad social empresarial, el emprendedurismo y el voluntariado fueron confluyendo hacia comienzos del segundo semestre de 2020 en el lanzamiento de Uruguay Adelante, una organización que recientemente ha sido designada por el Ministerio de Desarrollo Social para hacerse cargo del reparto de alimentos a ollas populares.
La investigación recuerda cómo en la invitación a la conferencia de prensa se invitaba a explicar el proyecto y “compartir un típico plato de olla popular”. La propuesta se presentaba como “una iniciativa de la sociedad civil para hacer más eficiente la atención de la crisis alimentaria del país”. En la mesa de presentadores estaban Santiago Pérez, director ejecutivo de Uruguay Adelante; Santiago Oitaben miembro cofundador de Canastas.uy; Santiago Colella, de Montevideo Beer Company y miembro de Gastronomía Unida”; y Venancio Mangado, también de Gastronomía Unida y de Todos por Dolores. Según dijo Pérez en ese momento, “Uruguay Adelante surge con un objetivo muy claro que es trabajar sobre la eficiencia y que la eficiencia redunde en que el plato de comida no falte en ninguna mesa”.
En la investigación se asegura que algunos actores provenientes de este ámbito, como el referente de Canastas.uy, visualizan que el Estado “es visto inicialmente como un actor de apoyo, que sería deseable que confíe en la eficiencia de estas organizaciones y derive recursos durante la emergencia, pero en el retorno a la ‘nueva normalidad’ se polemiza su función asistencial”. En palabras del propio referente de Canastas.uy: “Los modelos asistenciales destrozan al ser humano, no dignifican ni los dejan crecer. En definitiva, yo crezco cada vez que tengo problemas, cuando se me encuentra un problema adelante lo supero; uno tiene que tratar de generar eso en los modelos. Me parece que hoy en el país hay un modelo demasiado asistencial y no se está viendo de resolver la problemática, sino que se está viendo de postergar el problema muchas veces, y esto no es lindo; hay veces que tenés que pasar hambre para sentir la necesidad de salir a comer o a buscar comida, pasar hambre para pensar que de repente podés hacer una huerta en tu casa y tratar de generarte los propios recursos”.
A su vez, se señala que desde este ámbito se visualizan como “generadores de empleo” y leen el problema detrás de las ollas como un “desacople” entre los requerimientos del mercado laboral por un lado, y las habilidades y competencias de las personas que no logran acceder a puestos de trabajo por otro. El referente de Uruguay Adelante sostiene que organizaciones como esta pueden “tender puentes entre sus conocidos (capital social) para la inserción de personas que asisten a las ollas”, y así “generar estrategias de capacitación e incubación de emprendimientos con sentido social”: “Hay un mercado que sí absorbería si esa población estuviese capacitada [...] Entonces el tema ahí es ver a dónde apuntas, con suerte, dentro de todo, si organizás lo que es el bloque: Canastas, Uruguay Adelante, Unidos para Ayudar tenemos una cierta cercanía con un montón de empresarios [...] está todo dado para ser la solución al problema”.
Las dos ollas
La investigación contrasta, finalmente, el rol de la olla popular en el “campo popular y sindical”, con ese “plato típico” servido en el lanzamiento de Uruguay Adelante, lo que ilustra “distintas maneras de poner en juego formas de representación de la olla”.
“Podríamos decir que ante un plato existen ‘dos ollas’. Mientras que en una la olla significa una alternativa para seguir sosteniendo la vida o se retoma para colocarla en el centro de la escena pública para exigir respuestas por parte del Estado, en la otra olla se exotiza el plato popular, colocándose por fuera de su ámbito propio desde el que surge tanto el tipo de comida como la organización social. Se refuerza así el uso de una gramática y una imagen de tipo empresarial, donde el mensaje es: si somos eficientes en la gestión de la crisis alimentaria, a nadie le faltará un plato de comida”, dice la investigación, que sostiene que “existen tensiones y disputas en relación a la olla popular”.
Así, se compara, por ejemplo, que mientras que en el lanzamiento de Uruguay Adelante “la olla popular resulta casi invisible”, “sólo se hace mención a ella en la invitación” y “la ‘degustación’ ocurre recién al final de la actividad”, en la movilización de la Red de Ollas del PIT-CNT la olla ocupaba un “lugar central”, al punto de que “en torno a ella gira todo el movimiento de la jornada”. Hay en estos casos, se sostiene, una “apropiación diferencial del sentido de la olla popular, que desborda la comida como elaboración y consumo de alimento, abarcando a la olla como producción de sentido político”.