Manifestantes reclamaron este martes que el dirigente opositor ruso Alexei Navalny reciba de inmediato atención médica independiente.

La protesta se concentró frente al centro penitenciario 2 de la ciudad de Vladimir, la prisión más grande de Rusia, situada a 100 kilómetros de Moscú, en la que Navalny está preso desde el 11 de marzo. El político, un acérrimo opositor al presidente Vladimir Putin, comunicó a sus allegados que su salud está empeorando.

El año pasado, Navalny quedó inconsciente cuando volvía de Siberia a Moscú, después de participar en un acto político, y fue internado en estado de coma. Si bien los médicos rusos no encontraron indicios de envenenamiento, su familia logró que se lo trasladara a un hospital alemán, donde se confirmó que había sido envenenado con el agente nervioso Novichok. Por ese ataque, Navalny responsabilizó directamente a Putin, versión que siempre fue tajantemente rechazada desde el Kremlin.

Una vez que se recuperó, el líder opositor volvió a su país, donde la Justicia dispuso que debe cumplir dos años y medio de prisión que quedaron pendientes por una sentencia por fraude de 2014. El dirigente niega haber cometido ese delito y afirma que la condena responde a motivos políticos.

A los llamados internacionales y las movilizaciones dentro de Rusia para que sea liberado se sumó hace una semana la protesta del propio Navalny, que inició una huelga de hambre para reclamar que lo atienda un médico particular, ajeno a la prisión en la que se encuentra. Las autoridades carcelarias le negaron al político esa posibilidad y sus partidarios insisten en que su salud corre riesgos serios. “Si con Alexei ocurre algo terrible, su muerte recaerá sobre su conciencia y la de Putin”, manifestó en Instagram Yulia Navalnaya, la esposa del dirigente, en una carta dirigida al responsable de la prisión.

Cuando se declaró en huelga de hambre, el 31 de marzo, Navalny lo anunció en una carta escrita a mano que fue publicada por sus partidarios en sus redes sociales. Allí manifestó: “¿Por qué un preso se declara en huelga de hambre? Esa pregunta inquieta sólo a aquellos que no han sido presidiarios. Desde afuera parece complicado. Pero adentro es muy sencillo: no hay otros métodos de lucha”. Navalny fue detenido varias veces, aunque ninguna por un período tan largo como el que enfrenta ahora.

“Cada reo tiene el derecho a invitar a un especialista para que lo examine y consulte. Incluso yo, aunque sea inocente”, escribió. Manifestó que ha sufrido un “agudo y progresivo dolor, primero en la espalda, después en la pierna derecha y ahora en una parte entumecida de la pierna izquierda” pero no recibió asistencia ni medicación adecuada para soportarlo, según informó la agencia Efe. “No hace tanto tiempo los agentes del FSB (Servicio Federal de Seguridad, la ex KGB) intentaron matarme con un arma química”, agregó Navalny.

Manifestó que tres hombres de los 14 que comparten habitación con él en la cárcel están enfermos de tuberculosis, y que él mismo tiene tos y fiebre. Sus partidarios señalan que el ataque del año pasado ya había deteriorado su salud y que necesita asistencia especial.

Según relató el dirigente, los tratos que recibe en prisión empeoraron su estado. Navalny denunció que lo privan de sueño despertándolo a cada hora todas las noches, que las condiciones de higiene en la cárcel son deficientes y que el único libro al que le permiten acceder es la Biblia. Según sus partidarios, ya había perdido ocho kilos desde su ingreso a la cárcel ‒el 11 de marzo‒ antes de comenzar la huelga de hambre.

En respuesta, las autoridades de la prisión manifestaron que todas las personas que están allí tienen derecho a un sueño de ocho horas sin interrupciones, aunque reconocieron que durante las noches se comprueba que se encuentren en sus camas, informó Efe. También respondieron que Navalny tiene “toda la atención médica necesaria” y que su estado de salud es “estable y satisfactorio”.

Unos 500 médicos firmaron una petición para que el dirigente opositor reciba asistencia inmediata. Algunos protestaron este martes frente a la prisión, entre ellos la líder del sindicato Alianza de Médicos, Anastasia Vasilieva, una aliada de Navalny que ha criticado la manera en que el gobierno ruso respondió a la pandemia de covid-19. Ante periodistas, Vasilieva dijo que está “muy asustada” por el deterioro de la salud del dirigente y señaló que en “las cárceles rusas hay tuberculosis”. Agregó: “Es muy posible que haya contraído covid-19. También puede ser tuberculosis, no lo descarto. Tiene una inmunidad baja”, y advirtió: “Aquí lo quieren matar”.

Poco después, Vasilieva y otros manifestantes que se negaron a dispersarse, como exigió la Policía, fueron detenidos frente a la prisión, acusados de participar en una protesta no autorizada y obstruir el funcionamiento de la prisión. Junto a ellos, la Policía arrestó también a varios periodistas, que posteriormente fueron liberados.