La familia de Luis Alberto Heber, actual ministro del Interior, militó contra la última dictadura cívico militar. A fines de agosto de 1978 tres referentes del Partido Nacional recibieron botellas de vino blanco envenenadas: Luis Alberto Lacalle, Carlos Julio Pereyra y Mario Heber (padre del actual ministro).

El “obsequio” tenía un mensaje escrito a mano: “El jueves 31 al mediodía brindaremos por la patria en su nueva etapa”. Y una firma: “MDN”. Lacalle y Pereyra descartaron el vino. Cecilia Fontana de Heber, madre del actual ministro, lo tomó los primeros días de setiembre de 1978 y murió envenenada.

En estas décadas, el ahora ministro del Interior fue un impulsor de la investigación del homicidio de su madre. En enero de 2020 solicitó la reapertura de la causa.

La carta escrita a mano fue uno de los elementos clave de la investigación. La primera pericia caligráfica se hizo en 1978 y estuvo a cargo de Washington Curbelo. No se encontraron indicios de relevancia, por lo que el expediente se archivó.

Recién en 2006, por medio de una denuncia penal, Pereyra logró la reapertura de la causa. En mayo de 2010, la jueza a cargo de la investigación, Gabriela Merialdo, ordenó la detención de María Lemos, una mujer policía, como presunta autora del texto que acompañaba el vino envenenado. Lemos integraba el equipo dirigido por Víctor Castiglioni, jefe de inteligencia policial en la dictadura.

La jueza ordenó el peritaje caligráfico de la carta. Roberto de los Santos fue el perito a cargo y su investigación concluyó que la mujer policía era la autora del texto. El perito trabajó durante un año para llegar a esta conclusión.

Pero a pedido de la defensa, la jueza autorizó una nueva pericia, que estuvo a cargo del mismo policía que había hecho la pericia inicial en 1978: Washington Curbelo, quien determinó en 24 horas que la mujer policía no era la autora del texto.

Al respecto, Heber dijo a Montevideo Portal que, por un lado, hay “un trabajo de un año realizado por Policía Técnica, con documentos, fotos y pruebas contundentes”, y, “por otro lado, una pericia que demoró 24 horas”.

Esta contradicción llevó a que se pidiera una pericia caligráfica que se hizo en España. El resultado no es “contundente”, según ha informado Heber a la prensa. “No es determinante, parecería, para determinar quién es la autora de la carta que podría ser la punta del hilo. Según declaró Heber a Montevideo Portal, “no tiene dudas” sobre quién fue la autora de la carta que acompañaba el vino que mató a su madre. “No decimos que quien la escribió sea la responsable, pero sí está relacionada”, resaltó.

En Desayunos informales Heber dijo que la investigación tuvo “la oportunidad de sacar la punta del hilo con una pericia caligráfica que hizo el inspector de policía De los Santos, que había trabajado en la Policía Técnica, con un trabajo de un año, pero la jueza del momento entendió hacer otra pericia caligráfica; nunca entendí por qué, pero la hicieron y fueron contradictorias una con otra”, lo que frustró la posibilidad de “llegar a quien había escrito las tarjetas”.

“No tengo duda de que la mujer acusada es la responsable de la carta, pero es mi juicio personal. Lamentablemente por conocimiento y este tipo de relacionamiento que en Uruguay es común, llevó a que hubiera otra pericia caligráfica que determinó que esta mujer no es la autora de la carta. Creo que hay un vínculo estrecho entre la acusada y los peritos que realizaron el segundo informe”, señaló Heber haciendo referencia a Washington Curbelo.

Curbelo es hoy el director de la Escuela Nacional de Policía y desde el lunes Heber es el ministro del Interior.

La polémica por la placa de Castiglioni

María Lemos, policía acusada de escribir la carta que acompañaba el vino que mató a la madre de Heber, formaba parte del equipo de Castiglioni. En junio de 2020, la restauración de la placa en homenaje a Castiglioni en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) generó una polémica que se hizo pública. Diego Fernández, actual director de la Policía Nacional, defendió este homenaje. Dijo que era “un homenaje a las raíces de la unidad, honrando a su primer jefe”.

“Yo no digo que Castiglioni no haya hecho nada indebido, nada más lejos de mí. Pero si el edificio de la Policía no tiene cimientos sólidos, no va a crecer. Y Castiglioni, con sus claroscuros, fue un referente de una época”, afirmó.

Castiglioni, que estuvo al frente de inteligencia policial durante la dictadura militar hasta 1982, fue identificado por varias víctimas como ideólogo y principal responsable de las torturas que se llevaron adelante en la sede. Se lo acusa de formar parte del Escuadrón de la Muerte.

Sin embargo, Fernández destacó: “Nunca nos enseñó a torturar a nadie, ni a maltratar a nadie, sino que nos enseñó a ser profesionales. Y mucho de nuestra formación se cimienta en su profesionalismo y en su don de gente”.

Cuando se desató la polémica, el senador Jorge Gandini fue uno de los referentes del Partido Nacional que se expresaron: “Con todo respeto, no veo razón para hacerle algún homenaje en democracia a quien dirigió la Inteligencia en tiempos de Dictadura”. También dijo que “los viejos militantes wilsonistas lo recordamos diferente a Castiglioni” e instó a que “se revea esta decisión”.

Jorge Larrañaga, ministro del Interior del momento, ordenó que se retirara la placa que homenajeaba a Castiglioni. Dijo que no era momento de “divisiones ni enfrentamientos” y aseguró que el director de la Policía Nacional, Diego Fernández, actuó de “buena fe”. “Es un gran colaborador y estoy convencido de su buena fe en toda esta situación. Pero también sostengo como ministro del Interior que no tengo ningún derecho a condicionar ni al gobierno ni a mi presidente por los accionares que se puedan dar en el marco del Ministerio del Interior”, expresó. Tras la decisión, la diaria le consultó a Fernández sobre cómo tomó este cambio: “No hay comentarios”, respondió.