México celebró el domingo las elecciones más grandes de su historia, en las que unos 94 millones de ciudadanos eligieron a unos 20.000 cargos federales y locales, entre los que se destacaban las 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales y 1.063 diputaciones locales. Tras el cierre de las mesas de votación, varios candidatos y líderes partidarios anunciaron sus triunfos en distintos estados, lo que llevó al consejero del Instituto Nacional Electoral Ciro Murayama a tuitear: “Los votos no se han contado. Quienes en este momento se declaran ganadores son irresponsables”.
Es que poco después de que terminara la votación, Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, anunciaba en Twitter que podían “celebrar” en los estados de Zacatecas, Guerrero, Tlaxcala, Colima, Campeche y Michoacán, y más tarde agregaba a Nayarit y Sinaloa.
Por su parte, Alejandro Moreno, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, anunciaba que, según las encuestas de salida, estaban ganando en Campeche, Tlaxcala, San Luis Potosí, Colima y Michoacán.
Para López Obrador y Morena esta elección significaba una especie de prueba sobre la popularidad del gobierno y la política de transformaciones que viene aplicando.
Sobre las 23.00 de Uruguay, el dirigente nacional de Morena Mario Delgado anunciaba en conferencia de prensa el triunfo de su partido en ocho estados.
Con respecto a la elección de diputados federales, también el triunfo favorecería a Morena y sus aliados (la alianza T4, cuarta transformación) por sobre la oposición. Una encuesta a boca de urna de El Financiero constataba que Morena y sus aliados obtuvieron 47%, frente a 44% de la alianza opositora.