Los días de Benjamin Netanyahu como primer ministro de Israel y del Likud en el poder parecen estar llegando a su fin, después de 12 años. El domingo Yair Lapid, un centrista liberal que lidera el partido Yesh Atid (“hay un futuro” en hebreo), anunció que llegó a un acuerdo con el derechista Naftali Bennett, del partido Yamina, para que ambos se alternen a la cabeza del Ejecutivo durante un año y medio.

La llegada de Lapid y Bennett al gobierno sería posible gracias a la variopinta unión de todos los partidos que se oponen a la continuidad de Netanyahu. Además de Yesh Atid y Yamina, están dentro de este conglomerado el histórico Partido Laborista, el izquierdista Meretz, el centroderechista Azul y Blanco, los derechistas laicos de Israel Beitenu y Nueva Esperanza, un sector escindido del Likud.

A estos partidos se les sumarían los votos del partido islamista conservador Raam y presumiblemente también algunos apoyos provenientes de la Lista Conjunta, una unión de partidos de izquierda que nuclea a árabes y judíos. De acuerdo a los plazos establecidos, Lapid tiene tiempo de formar gobierno hasta este miércoles. Luego, el Ejecutivo presentado tiene una semana para recibir el voto de confianza del Parlamento –debe contar con mayoría simple dentro de la Knesset–, cosa que actualmente parece que ocurrirá, y en ese caso la salida de Netanyahu sería un hecho.

En el nuevo gobierno Bennett sería primer ministro durante un año y medio y luego le pasaría el cargo al centrista y laico Lapid, quien estaría al frente del Ejecutivo durante otro año y medio. Según trascendió, en este nuevo gobierno Benny Gantz, líder de Azul y Blanco seguiría siendo el ministro de Defensa, el derechista laico Avigdor Lieberman, de Israel Beitenu, estaría al frente de la cartera de Economía y Gideon Saar, de Nueva Esperanza, sería ministro de Justicia.

Pero todo puede pasar en estos días en el siempre agitado panorama político israelí. Netanyahu está haciendo todo lo posible para evitar salir del gobierno, ya que eso complicaría su situación judicial: actualmente enfrenta varios juicios por corrupción. La idea del histórico líder del Likud es lograr la mayoría para poder designar un nuevo fiscal general, pero esa alternativa no parece cercana, por lo que otra carta que pretende jugar Netanyahu es llamar a nuevas elecciones, que serían las quintas en algo más de dos años.

Pero ahora la posibilidad más cercana es que Bennett sea el próximo primer ministro israelí. En ese sentido, este lunes Lapid dijo que sus esfuerzos por forjar una coalición de partidos ideológicamente opuestos podrían conducir a un nuevo gobierno en unos días. “Podemos terminar esto la semana que viene”, aseguró. “En una semana, el Estado de Israel puede entrar en una nueva era, con un primer ministro diferente”, agregó el líder de Yesh Atid, un periodista y escritor de 57 años de edad.

Según informaron medios israelíes e internacionales, durante su discurso y por primera vez, Lapid se refirió a Bennett, un nacionalista religioso de extrema derecha y firme defensor del movimiento de colonos en los territorios palestinos de 49 años de edad, como el “primer ministro previsto”.

El anuncio, el domingo, del acuerdo entre Lapid y Bennett fue un golpe para Netanyahu, no solamente porque Bennett fue un antiguo aliado, sino porque los siete escaños de su partido Yamina en el parlamento podrían ser fundamentales para ayudar a Lapid a formar un gobierno.

La jugada política de Bennett fue duramente criticada por el líder del partido ultraortodoxo Shas, Arye Dery –uno de los más firmes aliados de Netanyahu–, quien tildó de “insolencia” la pretensión del líder de Yamina de reemplazar al dirigente del Likud. Tal desvergüenza “nunca se había visto antes”, dijo Dery, según informó el diario israelí Haaretz. Son como “niños que creen que con seis o siete escaños pueden ser primer ministro”, dijo el líder del sector religioso sefaradí, en referencia a los escaños con los que cuenta el sector de Bennett. Dery calificó la alianza del líder de Yamina con Lapid, quien es un duro crítico de la comunidad ultraortodoxa, como un “error imperdonable”.

Las negociaciones entre Yamina, Yesh Atid y los otros sectores que se integrarían al gobierno o que eventualmente le darían su apoyo en el parlamento continuarán durante las próximas horas y se estima que, de no ocurrir un viraje, este miércoles la conformación del nuevo Ejecutivo puede quedar encaminada, poniendo así fin a un largo ciclo en la política israelí.