No son días fáciles los que está viviendo el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Su pérdida de popularidad marcada por las encuestas se refleja además en una intensa movilización de las numerosas fuerzas políticas y sociales que vienen pidiendo cada vez con más intensidad su renuncia al cargo, cosa que no se le pasa por la cabeza al excapitán ultraderechista de 65 años.

“Sólo Dios me saca de la presidencia”, dijo en más de una ocasión Bolsonaro, pero la acción popular también está jugando en el frágil equilibrio que mantiene al líder del Ejecutivo en su puesto en Brasilia.

El sábado, centenares de miles de personas realizaron movilizaciones en las principales ciudades del país y también en el exterior bajo la consigna ForaBolsonaro. Las recientes revelaciones de presuntas coimas por parte de funcionarios del Ministerio de Salud no hicieron más que encender los ánimos de algunos sectores de la población que aún seguían apoyando al mandatario. A tal punto el viento se ha puesto contra Bolsonaro, que muchos exaliados suyos firmaron el megapedido de juicio político presentado el miércoles por decenas de legisladores ante la Cámara de Diputados, texto que unificó más de 120 pedidos de juicio político contra el presidente por diferentes delitos cometidos en el ejercicio de su cargo.

El que deberá decidir si da lugar a este pedido y a su posterior votación en el pleno de la Cámara es el presidente del órgano, el derechista Arthur Lira, del partido Progresistas, fiel aliado del mandatario, que por ahora no piensa dar ese paso.

Pero además de estar en el Congreso, la situación de Bolsonaro también llegó a la órbita de la Justicia.

En la noche del jueves, la ministra del Supremo Tribunal Federal (STF) Rosa Weber rechazó la solicitud de la Fiscalía General de la República de esperar las conclusiones de la investigación de la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado, que está analizando, entre otros puntos concernientes a la gestión de la pandemia de coronavirus, la compra de la vacuna india Covaxin, que está bajo la lupa por claros indicios de corrupción.

Según Rosa Weber, no le corresponde a la Fiscalía determinar si es necesario o no esperar la conclusión de la CPI. Para Weber, como consignó O Globo, “no existe disposición en el texto constitucional ni en la legislación que prevea la suspensión temporal de los procedimientos de investigación relacionados con la CPI. Por tanto, la previsión de que las conclusiones del trabajo parlamentario se envíen a los órganos de control no limita, en modo alguno, la actuación independiente y autónoma de la fiscalía”, escribió la ministra.

La realidad de Bolsonaro además está signada por la fuertísima reaparición pública del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien, ya libre de todos los procesos judiciales que pesaban en su contra, se encamina a ser candidato presidencial en las elecciones que se realizarán el año que viene, si bien aún su postulación no está confirmada.

Pero en este marco, cada intervención del líder del Partido de los Trabajadores (PT), de 75 años, es un puñal para Bolsonaro, que llegó al poder en las elecciones de 2018 fuertemente propulsado por las grandes corporaciones económicas y los medios de comunicación más influyentes del país –entidades cuyo apoyo al mandatario se ha desgastado en forma notoria–, mientras Lula purgaba una condena en una dependencia policial de Curitiba.

Así como en la semana salió a apoyar el megapedido de juicio político presentado contra Bolsonaro, en una entrevista con el diario O Liberal, del estado de Pará, Lula dijo que si las denuncias de irregularidades en la compra de vacunas por parte del gobierno son ciertas la CPI del Senado puede solicitar al STF la suspensión del presidente.

“Si las acusaciones de corrupción en la compra de vacunas son ciertas, si las acusaciones del gabinete paralelo son ciertas, si son ciertas todas las cosas que se están diciendo contra el gobierno y los ministros de gobierno, creo que la CPI puede pedirle al STF la interdicción de Bolsonaro, o puede, con base en el informe del CPI, [hacer] otra solicitud de juicio político”, dijo el dirigente del PT.

Además, este domingo se publicó una entrevista que Lula le concedió al diario argentino Página 12. En ella, el expresidente habló de la importancia de la alternancia en el poder, pero destacó que con Bolsonaro la democracia está en peligro.

“Soy un demócrata. Entiendo que tenemos que tener alternancia de poder, eso es saludable para la democracia. Está bien que a veces gane la derecha, luego la izquierda. Pero la democracia tiene que ser tratada con respeto por las instituciones, con respeto. Nunca imaginé que Brasil elegiría a un genocida para presidente, alguien que desprecia a los negros y a la comunidad LGBTI. De hecho, no le gustan los sindicatos, no le gustan los trabajadores, no le gustan los indios, no quiere preservar nuestra selva amazónica. Es decir, no tiene límite para el mal”, expresó Lula.