En las últimas semanas hubo movimientos importantes dentro de Alianza Nacional (AN), el sector del Partido Nacional (PN) que lideraba el exministro del Interior y caudillo sanducero Jorge Larrañaga. El intendente de Colonia, Carlos Moreira, anunció oficialmente su regreso al PN pero dijo que por el momento no tiene previsto regresar al sector, que actualmente preside el senador Carlos Camy, y su par de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, anunció su alejamiento de AN, por entender que sin la presencia de Larrañaga la agrupación “no tiene liderazgo ni tampoco un motivo de continuar”.
La muerte de Larrañaga fue un cimbronazo para AN, pero varios de sus referentes habían reafirmado la importancia de que el sector permaneciera como una alternativa al bloque herrerista que tiene la hegemonía en el gabinete. Sin embargo, ciertas decisiones que se adoptaron en la interna sectorial generaron molestia en algunos integrantes, por ejemplo, la proclamación de Camy como presidente de la agrupación o, como informó El Observador, la designación de Alejandro Lafluf como vicepresidente del Banco República, promovida por Camy, mientras que Ezquerra había propuesto para ese cargo al exintendente Eber da Rosa.
Hay quienes relativizan la importancia de la proclamación de Camy –que era el número dos en el sector cuando Larrañaga estaba vivo–, alegando que surgió a raíz de un pedido del presidente, Luis Lacalle Pou, que necesitaba interlocutores para mantener los acuerdos que tenía con Larrañaga, y ante la incertidumbre de los representantes del sector sobre su continuidad en los cargos. Por tanto, quienes defienden esta tesis alegan que la designación del senador fue de un tenor administrativo y no político. Así lo ven, por ejemplo, el diputado coloniense Mario Colman y la subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro.
Pero también hay quienes consideran que esta definición no cumplió con algunos ideales del sector como la apertura y la descentralización, y que se debió tener en cuenta otros aspectos, como el respaldo electoral de los actores. En ese sentido, el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, opinó que “se debería haber sido un poquito más prolijo en cuanto a definir alguna conducción, incluso sea permanente o provisoria, porque no hay herencias en política”, en referencia a la proclamación de Camy y al ingreso del hijo de Larrañaga, Jorge Larrañaga Vidal, al ejecutivo de la agrupación.
“Que se respeten los votos”
En diálogo con la diaria, Olivera señaló que la “falta de organicidad” es un problema de larga data en el sector, pero que se veía matizado por el liderazgo de Larrañaga, que era quien “aglutinaba” a pesar de las diferencias. Por esa razón, consideró que Alianza no puede “seguir cometiendo el error de la falta de organicidad y que se imponga un relato más centralista”. Además, remarcó que se debió tener en consideración el caudal electoral de los integrantes del sector a la hora de elegir autoridades. “Yo quiero una expresión que sea realmente descentralizadora, y que se respete a los que salen a sudar la camiseta y los que tienen la confianza también de la gente. Que se respeten los votos. Los votos tienen que servir para ordenar. En política todo es valioso, pero los votos valen”, enfatizó Olivera.
Por su parte, Colman consideró que se deben “separar los tantos”: “Una cosa son los compromisos asumidos con el gobierno y con compañeros que están en distintos lugares de responsabilidad, y otra cosa es lo que puede llegar a ser una propuesta electoral hacia el futuro”, remarcó. En esa línea, afirmó que “respeta” la decisión que se adoptó el 29 de mayo de “conformar el Ejecutivo de AN para tratar de dar cumplimiento a las responsabilidades”. “Si uno lo toma como una definición política de proyección, el camino era errado, pero si era para solucionar algo imprevisto y que se suscitó en el momento, la verdad que se hizo lo que se pudo”, apuntó, y subrayó que por ese entonces había pasado sólo una semana desde el fallecimiento de Larrañaga.
Para Ribeiro, el alejamiento de algunos actores es “natural” cuando “desaparece un líder tan personal y de la fuerza conceptual y el carácter que tenía Jorge [Larrañaga]”. Opinó que era previsible que esto sucediera, “lo cual no quiere decir que no duela”, y agregó que “la política se trata siempre de un juego entre los principios que se siguen y se postulan, y las aspiraciones de ejercicio del poder; ese delicado equilibrio que siempre hay en las asignaciones de cargos”.
En cuanto a la elección de Camy para conducir provisoriamente el sector, Ribeiro consideró que “AN cumplió con los requisitos ordenados” por el reglamento partidario. “No estando Jorge, todo sube un escalón. Detrás de Jorge venía Camy; lo único que se hizo, en acuerdo con todos, fue incorporar en la secretaría a su hijo [de Larrañaga], que venía militando en el ala juvenil del partido. Eso no significa un mandato político, no se designó a Camy, se reordenó la agrupación de gobierno de AN”, insistió. La jerarca indicó que “esa estructura se puso en funcionamiento a los efectos organizativos” del sector.
“Hay cuestiones de dinero, de administración, cheques que firmar; eso es lo que hace Camy. Por supuesto que es un gran operador político, siempre lo fue, pero eso no significa que ningún grupo lo proclamó jefe político de nada. Camy está haciendo muy bien y muy desinteresadamente un trabajo inmenso, pero después se verá cuáles son los liderazgos”, añadió Ribeiro, y resaltó que Ezquerra “estaba en el grupo en el cual se reconstruyó cómo seguían las filas de la agrupación”. “No solamente fue partícipe, se hizo en su territorio. Lo hicimos en Paso de los Toros, a pedido de él”, acotó.
El futuro del sector
Ribeiro discrepó con Ezquerra en que AN no tenga motivo de continuar, sino que, a su entender, “debe reconfigurarse para poder continuar”. Tampoco ve con buenos ojos la idea de conformar en el corto plazo un “polo progresista” en el PN, que aglutine sectores y actores identificados con el wilsonismo. “No lo veo como un paso a dar ahora; ahora me preocupa más que AN se reconfigure de manera adecuada, porque el nombre de Jorge es muy grande, su gestión fue muy importante, y me importa mucho que eso quede lo mejor representado posible”, aseveró Ribeiro, y destacó que este “proceso de dificultad para reconfigurarse” coincide “con una conversión paulatina de Jorge en un ícono de mucho valor”. “Esos procesos son delicados y me parece que hay que verlos con mucho cuidado antes de salir a ver qué construyo con esto”, opinó.
Para Colman, la primera obligación de AN en este momento es cumplir con el gobierno de coalición, y esta es su “razón de ser, por lo menos en este período”. “Después, naturalmente, los procesos de renovación se dan. Si termina en 2025 no lo sé, pero sé que tiene que funcionar hasta 2025”, aseguró. Por otra parte, coincidió con el planteo de Ezquerra de conformar “un espacio para una horizontalidad más amplia, más grande, donde comulguen sectores”. “Ese espacio wilsonista tiene mucho para dar y, sobre todo, es muy necesario para el partido. Una alternativa a lo que puede ser la hegemonía del herrerismo, Aire Fresco, lo que sea. Creo que siempre el partido ha crecido cuando hay esa alternativa”, indicó.
Colman subrayó que el planteo de crear “un ala wilsonista” se viene trabajando “hace tiempo; no lo descubre Ezquerra”. “En el futuro, creo que es muy interesante seguir las ideas de Jorge, que son ese cariño por la tierra adentro, por el interior del país, la descentralización, pero con una invitación a muchos de los que fueron, los que están y los que vendrán. Esto se viene hablando desde hace mucho tiempo porque creemos, justamente, en un ala wilsonista. Lo hemos hablado en su momento hasta con el propio Larrañaga”, aseguró, y dijo que no se trata de “un capricho pos Larrañaga”, sino que “una Alianza sin Larrañaga no va a convocar gente. Una Alianza horizontal, con la integración de muchos sectores más allá de Alianza, tiene una posibilidad más que exitosa, no sólo electoralmente, sino de mantener los postulados de Jorge y el wilsonismo”.
En la misma línea, Olivera sostuvo que “la historia dice que a la gran mayoría de los movimientos de nuestro partido que se basaron en una conducción o liderazgo particular después les cuesta subsistir”, y señaló que en ese sentido el sector está “haciendo un ejercicio para ver si se encuentra un formato de conducción que le permita sobrevivir”. Si bien consideró que “siempre que haya ideas va a haber motivos para continuar”, resaltó que “hay cuestiones hasta emocionales vinculadas” en este caso, y que esta emoción “hace generar un vínculo de sobrevivencia y de continuidad”, pero consideró que “a veces no es suficiente”.
Por tanto, para Olivera “hay que ver” si “el instrumento electoral tiene la solvencia como para continuar”. En ese sentido, opinó que “tiene que haber una revisión y una versión mejorada de lo que había”. Por ejemplo, respecto de la mencionada falta de organicidad. “Esa falta de organicidad que criticábamos tenía una contracara de comodidad, porque cuando había que tomar decisiones difíciles el que apechugaba era Larrañaga. Hoy, sin Larrañaga, obviamente se complejizó la conducción del movimiento”, reflexionó.
En cuanto a la idea de conformar un “polo progresista” o “ala wilsonista”, Olivera consideró que es “indispensable tener un ala del partido que no necesariamente sea oposición dentro del gobierno, pero que sea un sector distinto”, porque en la actualidad “se apunta a una hegemonía dentro del partido que no es sana”, sostuvo, y puso como ejemplo que en el gabinete de gobierno “no hay representación de esa ala progresista” del PN. “La naturaleza nos va a ir agrupando en una ‘banda ancha’, podríamos decir, que en palabras de Ezquerra puede ser un ala progresista, o un ala wilsonista. Y ahí entrará gente de Alianza, gente de otros movimientos o gente que no se siente cómoda en ese sector más hegemónico dentro del partido”, visualizó.