La trama detrás del asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse todavía está rodeada de grandes interrogantes. Uno es la falta de datos sobre el papel que jugó el equipo de seguridad presidencial cuando el 7 de julio un grupo de 28 hombres armados entraron en la residencia de Moïse, ubicada en las afueras de Puerto Príncipe, la capital del país, lo mataron e hirieron a su esposa Martine, al parecer sin encontrar resistencia. Por ese motivo fue detenido el jefe de seguridad de Moïse, Dimitre Herard, según informó el diario The New York Times. Hasta el jueves, Herard no se había presentado ante la Fiscalía de Puerto Príncipe, que lo había citado a declarar en más de una ocasión. Tampoco lo había hecho el coordinador de la seguridad presidencial, Jean Laguel Civil.

Otras dudas sobre el crimen giran en torno a los autores intelectuales y sus motivos. Esta semana la cadena colombiana Caracol informó que el primer ministro de Haití, Claude Joseph, fue involucrado en el asesinato por algunos de los 23 detenidos por este caso. Sin embargo, la Policía de Haití negó que Joseph esté implicado en el magnicidio. “La Policía Nacional de Haití hace la precisión de que, contrariamente a las alegaciones difundidas por el medio colombiano Noticieros Caracol, los indicios y otras informaciones recogidas en el marco de la investigación no revelan ningún vínculo con el primer ministro y los sospechosos no han hecho ninguna revelación en este sentido”, manifestó esa institución en un comunicado.

Por el momento, la Policía haitiana, que arrestó a 23 personas por este crimen –18 exmilitares colombianos y cinco estadounidenses de origen haitiano–, señala como autor intelectual del crimen a Christian Emmanuel Sanon, un médico haitiano que vive en el estado de Florida y que supuestamente tenía aspiraciones presidenciales. Según esta hipótesis, Sanon aspiraba a ocupar el cargo de Moïse una vez que muriera. Sin embargo, Sanon no es conocido por los haitianos y no está claro cómo pensaba alcanzar esa posición de poder.

La investigación concluyó también que el asesinato fue planeado con meses de antelación en reuniones en las que se debatió no sólo el crimen, sino también los planes para el país una vez que Moïse no estuviera en el gobierno. Según la investigación, esos encuentros tuvieron lugar en un hotel de Santo Domingo, la capital de República Dominicana, informó el diario haitiano Le Nouvelliste.

En una conferencia de prensa, el director general de la Policía, Léon Charles, presentó una fotografía de una reunión en la que participaron Sanon, Antonio Intriago, director de la empresa CTU Security –que es manejada por venezolanos pero tiene su sede en Miami–, que según suponen los investigadores contrató mercenarios en Colombia para llevar adelante el asesinato, Walter Veintemilla, responsable de una consultora que se presume que financió el plan, y tres políticos haitianos, el exsenador John Joël Joseph, el alcalde de Jacmel, Marky Kessa, y James Solages, quien ya fue detenido.

También se trata de determinar como supuesto responsable de la logística para cometer el asesinato a Joseph Felix Badio, exfuncionario de la Unidad Anticorrupción del gobierno. Según las pistas de la Policía, Badio alquiló una casa cerca de la de Moïse en la que se alojaron los mercenarios y falsificó identificaciones de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA, que utilizaron los atacantes en el momento en que irrumpieron en la casa del mandatario. Otros dos sospechosos son Randolphe Jaar, también supuesto participante en la coordinación, y el empresario Gordon Phenil Desir, que habría facilitado vehículos y coordinado reuniones.

Según informó Charles, se encontraron en la casa de otro de los detenidos, Reynaldo Corvington, “ocho fusiles de calibre 12, tres de ellos automáticos, un M1, un AR-15, nueve pistolas, cinco fusiles de asalto, varios cargadores, tres granadas de fragmentación y un vehículo”. También se encontraron numerosas armas en la casa de otro de ellos, Gilbert Dragon. “Estos señores planificaron los encuentros a diferentes niveles después de la llegada de los asaltantes [a Haití], se ocuparon de la logística, alquilaron vehículos, etcétera”, dijo Charles.

Un vocero del Pentágono, Ken Hoffman, declaró el jueves, según informó The New York Times, que un “pequeño número” de los colombianos detenidos en esta investigación formó parte de programas de entrenamiento militar en Estados Unidos cuando todavía integraban las Fuerzas Armadas colombianas. “El Departamento de Defensa conduce en forma habitual programas de entrenamiento para miles de hombres y mujeres militares que representan a naciones aliadas de América del Sur, América Central y el Caribe”, agregó Hoffman.

También es habitual que las empresas que contratan mercenarios para trabajar en distintos países recluten a su personal en Colombia, cuyos militares tienen experiencia en combate debido a las décadas de conflicto armado en el país.