Este miércoles, día en el que se conmemorarán los 200 años de la proclamación de independencia de Perú de la corona española, tendrá lugar la ceremonia en la que Pedro Castillo asumirá la presidencia del país.
Precedida de una larga y tensa espera, por los recursos de nulidad presentados por su rival en la segunda vuelta electoral, Keiko Fujimori, la llegada de Castillo al liderazgo del Ejecutivo peruano –recién confirmada oficialmente a comienzos de la semana pasada– representará un enorme desafío para este maestro de 51 años, oriundo del departamento andino de Cajamarca, que recibirá los atributos presidenciales de manos del actual mandatario, Francisco Sagasti.
En primer lugar, y pese a haber ganado las elecciones por 44.000 votos de ventaja sobre Fujimori, esta, así como otros sectores políticos, sociales y empresariales de la derecha peruana, siguen aferrados al discurso de que las elecciones fueron fraudulentas, por lo que intentarán dejar presente en el ambiente esa aura de ilegitimidad sobre Castillo, quien además no tendrá una bancada fuerte en el Congreso.
Si bien el partido del presidente, Perú Libre, será el que tendrá más representantes –37, y con algunos aliados, el izquierdista Juntos por el Perú y el centrista Partido Morado, podría llegar a tener 50 escaños–, está muy lejos de llegar a la mayoría dentro del Legislativo unicameral peruano, que tiene 130 integrantes. Los partidos de centroderecha y derecha son mayoría, y esto se vio reflejado el lunes, día en el que se eligieron las autoridades de la Mesa Directiva del Congreso, un órgano de vital importancia ya que es el que maneja la agenda legislativa. Tras una controvertida votación en la que, mediante una peculiar lectura del reglamento, el oficialismo no pudo competir, la mayoría terminó eligiendo una Mesa Directiva compuesta por representantes de partidos centroderechistas. Los integrantes de la Mesa serán María del Carmen Alva, del partido Acción Popular, Mercedes Camones, de Alianza para el Progreso, Enrique Wong, de Podemos Perú, y Patricia Chirinos, de Avanza País.
Si bien no quedaron en la Mesa representantes de Fuerza Popular ni tampoco de Renovación Popular, un sector de extrema derecha comandado por el empresario ultracatólico Rafael López Aliaga, esta primera votación dejó claro que el Congreso está inclinado hacia el lado opuesto del presidente.
De todas maneras, en su primera intervención como líder de esta Mesa Directiva, María del Carmen Alva expresó que “la fragmentación del Congreso es resultado de la voluntad y mandato popular, y nos obliga a rescatar uno de los principios básicos de la democracia: el respeto a las minorías”. Ante el pleno del Congreso, según informó el diario limeño La República, Alva enfatizó que su gestión priorizará temas urgentes como enfrentar la pandemia que afectó duramente al país y la reactivación económica. En un mensaje directo hacia Castillo, además, la legisladora dijo que buscará la gobernabilidad. “El Congreso garantizará el equilibrio de poderes que requiere el país. Desde los orígenes de la república, hemos aprendido que la democracia se construye con órganos diferenciados que tienen competencias propias. Expreso nuestra disposición a trabajar junto al gobierno, dentro del marco de un diálogo respetuoso”, planteó.
Castillo saludó a través de su cuenta de Twitter la elección de Alva y lo mismo hizo la futura vicepresidenta, Dina Boluarte.
Pero más allá de esta posición en principio conciliadora, el Congreso se presenta como un escenario hostil para Castillo, más teniendo en cuenta los recientes antecedentes, cuando desde el Legislativo se implementó la difusa figura de la “incapacidad moral permanente”, que por su amplitud puede ser invocada con cualquier excusa si se tienen los votos suficientes. Bajo esta norma fue que se votó en dos ocasiones la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski, quien terminó renunciando a la presidencia en marzo de 2018, acusado de corrupción y más recientemente la misma figura se aplicó contra Martín Vizcarra, quien debió dejar el cargo en noviembre del año pasado.
La ya mencionada cuestión de la ilegitimidad de la elección será un tema que Castillo tendrá que manejar con mucha habilidad, además de otros problemas profundamente enquistados en el áspero panorama político peruano, por lo que ya desde el comienzo es claramente previsible esperar que el mandato de Castillo no sea nada fácil.