Los disturbios en Sudáfrica que comenzaron la semana pasada a raíz del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma se intensificaron este martes, a pesar de los pedidos de calma realizados por altos funcionarios y del despliegue de miles de soldados en las calles para reforzar a la Policía, que se vio desbordada por la situación.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, se refirió a los gravísimos episodios de violencia vividos en los últimos días como los peores ocurridos en el país desde el fin del apartheid, en 1994. Según información oficial, el número de muertos desde que comenzaron los disturbios es de 72, algunos por heridas de bala, 1.234 personas fueron arrestadas.

“Juntos derrotaremos a quienes buscan desestabilizar nuestro país, quienes buscan revertir los logros que hemos conseguido. Nos mantendremos como un solo pueblo, unidos contra la violencia, unánimes en nuestro compromiso con la paz y el Estado de derecho. Eso es lo que debemos hacer”, escribió en su cuenta de Twitter, en la noche del lunes, el presidente Ramaphosa. Además, en una conferencia de prensa en la que estuvieron presentes medios locales e internacionales, el mandatario se mostró preocupado por un sesgo étnico en las protestas.

“Es motivo de preocupación para todos los sudafricanos que algunos de estos actos de violencia se basen en la movilización étnica”, haciendo referencia al pueblo zulú, el mayor grupo étnico del país y al que pertenece Zuma. Este último y sus partidarios afirman que detrás de las acusaciones judiciales lo único que hay son motivaciones políticas del actual mandatario.

El expresidente Zuma, de 79 años, fue condenado el 29 de junio a 15 meses de prisión por desacato, luego de que no se presentara en reiteradas ocasiones a las citas judiciales a las que debía comparecer por los múltiples cargos de corrupción de los que se lo acusa.

Zuma, presidente sudafricano entre 2009 y 2018, renunció al cargo a pedido de su partido, el Congreso Nacional Africano, que le quitó la confianza tras las numerosas acusaciones de corrupción que pesaban en su contra. Una de las imputaciones más pesadas que se le atribuyen es una acusación de lavado de dinero y crimen organizado, derivada de un controvertido acuerdo de compra de armas por 5.000 millones de dólares firmado con una empresa francesa en 1999 cuando era vicepresidente. Tras su renuncia, Ramaphosa, que era el vicepresidente, asumió la presidencia del país.

Hasta ahora, los disturbios se han limitado a las dos provincias más densamente pobladas de Sudáfrica: Gauteng, donde se encuentra Johannesburgo, la ciudad más grande y capital económica del país; y KwaZulu-Natal, la provincia de la que es oriundo Zuma. En estos días, varias de las principales carreteras de esas zonas fueron bloqueadas por los manifestantes.

Fueron notificadas 27 muertes en KwaZulu-Natal y 45 en Gauteng, incluidas diez personas que murieron aplastadas por una multitud durante un saqueo de un shopping en la emblemática localidad de Soweto, situada 25 kilómetros al suroeste de Johannesburgo. Situaciones parecidas se vivieron en la ciudad capital de KwaZulu-Natal, Pietermaritzburg, donde fueron saqueados comercios que vendían electrodomésticos, carne y ropa. También se registraron actos similares en Durban, la ciudad más grande de la provincia de KwaZulu-Natal.

En declaraciones al canal de televisión local Enca, la portavoz de la Policía, Mathapelo Peters, aseguró que, aunque las protestas comenzaron por motivos políticos, posteriormente se habían convertido simplemente en una sucesión de “acciones criminales”.

La ola de violencia está afectando el incipiente despliegue de la vacunación contra el coronavirus en esas dos provincias sudafricanas y entorpeció el acceso a los servicios de salud esenciales, incluyendo el retiro de medicamentos por parte de personas que padecen tuberculosis y VIH, se dijo desde el Ministerio de Salud.

A las personas que tenían turno para vacunarse en las áreas afectadas se les recomendó reprogramar su hora a causa de los disturbios. También hubo informes de saqueos de hospitales y problemas con el suministro de oxígeno a los sanatorios que están tratando a las personas afectadas por la covid-19. Sudáfrica es el país africano más afectado por la pandemia de coronavirus, con casi 2,2 millones de contagios registrados y 64.000 muertes desde la aparición del virus, que en estos momentos recrudece con una tercera ola.