El titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Pablo da Silveira, se refirió este jueves al paro de 24 horas que realizaron los gremios de la educación el miércoles. La medida sindical provocó, además de la falta de clase, que algunos comedores cerraran y los niños no se pudieran alimentar.
Según informó Subrayado con datos oficiales de la Dirección Nacional de Educación Inicial y Primaria, en Montevideo hubo 19.646 escolares que no recibieron el alimento, es decir, 45% del total. Los últimos datos indicaron que 4.511 maestros no fueron a trabajar durante el paro.
Da Silveira aseguró que de parte del gobierno hay una “doble preocupación, por la pérdida de días de clase en un país donde ya ha habido demasiada pérdida de días de clase como consecuencia de la pandemia, y preocupación por la pérdida de las oportunidades de alimentación”.
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Sobre la responsabilidad que tiene el Estado de buscar alternativas en los días de paro, el ministro dijo: “Existen otras maneras, pero todos estamos de acuerdo con que comer en el centro de estudios es una muy buena opción y no es fácil sustituirla. Hemos tenido que hacerlo en pandemia, pero no es algo que se resuelva en tres o cinco días, el mejor camino para resolver esto es que cada uno asuma las consecuencias de las decisiones que está tomando”.
Da Silveira agregó en declaraciones a radio Universal que “hace falta más sensibilidad hacia los costos sociales; nadie duda de la legitimidad de un paro, pero no quita que sería bueno hacerse cargo de ciertas consecuencias, sobre todo cuando son costos sociales que golpean a los más débiles”.
Para el ministro la postura que sostienen los sindicatos es “yo hago el paro, se producen consecuencias, y que otro lo arregle”. Da Silveira opinó que no cree que “sea una buena manera de encarar las cosas. Uno tiene la esperanza de que como sociedad avancemos hacia maneras más sensibles de expresar reivindicaciones que pueden ser perfectamente legítimas. El paro de la enseñanza es particularmente costoso en términos sociales; sería bueno que no fuera la primera medida sino la última, y que se tengan en cuenta estos efectos que castigan a alumnos que no tienen nada que ver con las diferencias que se están procesando”.