Este miércoles se cumplió un año de la impactante explosión, ocurrida en un depósito del puerto de Beirut, que ocasionó la muerte de más de 200 personas, heridas de diversa entidad a más de 6.000 y cuantiosos daños materiales que alcanzaron a muchos barrios de la capital libanesa. Aún no están para nada claras las circunstancias en que 2.750 toneladas de nitrato de amonio –un compuesto químico que se utiliza como fertilizante y también en la industria minera y que es altamente peligroso– provocaron una deflagración que sacudió a Beirut y que pudo sentirse desde Chipre, isla ubicada a casi 200 kilómetros de Líbano.

Hasta el momento las autoridades libanesas no han llevado adelante una investigación sobre el caso y ni siquiera una persona fue procesada por su responsabilidad en la tragedia, que dejó a más de 300.000 personas sin hogar, la mayoría de las cuales sigue dependiendo de ayuda humanitaria para poder sobrevivir.

Según recordó Radio Francia Internacional, tras haberse negado categóricamente a una investigación internacional independiente, las autoridades libanesas apartaron de sus funciones al primer juez encargado del caso, Fadi Sawan, después de que inculpara a altos funcionarios como responsables directos de la explosión por negligencia, ya que la carga potencialmente mortífera estaba en el puerto desde 2014, algo que era conocido por las autoridades portuarias y otros jerarcas de la administración pública. Quien fue designado para reemplazarlo, el juez de instrucción Tarek Bitar, ha encontrado serios obstáculos para llevar a cabo su tarea, sobre todo debido a la negativa del Parlamento de levantar la inmunidad de algunos de sus miembros, sospechosos de estar implicados por negligencia en la explosión.

A pesar de las interferencias, la investigación está “terminada en tres cuartas partes”, indicó a la agencia de noticias AFP una fuente judicial cercana al caso, quien agregó que se espera que antes de fin de año se conozcan las conclusiones a las que llegó el juez Bitar.

La clase política libanesa y su corrupción endémica es un tema insoslayable para abordar la actual situación del país. Líbano lleva un año sin un gobierno en plenas funciones, desde que el primer ministro interino Hassan Diab presentó su renuncia tras la explosión. Desde entonces, los intentos por conformar un nuevo gobierno no dieron resultado, lo que generó un estancamiento que impide afrontar la profunda crisis económica y financiera que atraviesa el país, cuyo sistema político se basa en una división sectaria del poder entre musulmanes sunitas, chiitas y cristianos.

Un informe presentado en junio por el Banco Mundial asegura que la actual situación económica de Líbano es una de las peores crisis financieras del mundo en la historia moderna.

La mirada de la Unión Europea y Francia

El martes la Unión Europea (UE) emitió un comunicado en el que pidió a las autoridades libanesas resultados sobre el progreso de la investigación relativa a las causas de la explosión en Beirut. “La Unión Europea insta de nuevo a las autoridades libanesas a dar resultados, sin más retrasos, sobre la investigación en marcha en torno a las causas de la explosión”, se expresa en el documento firmado por el alto representante del bloque para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell. “Un año después de este trágico acontecimiento, las familias de las víctimas y el pueblo libanés aún están esperando respuestas”, dijo Borrell.

En junio el diplomático español estuvo en Beirut, donde mantuvo reuniones con autoridades y políticos de todas las tendencias y condicionó las posibles ayudas de la UE al país a la implementación de reformas que aceleren decididamente el proceso de recuperación del país. En aquella oportunidad, y en una declaración bastante inusual tratándose de un diplomático, Borrell fue muy duro con la clase política libanesa. El político español consideró que la crisis del país fue “autoimpuesta”, creada por los dirigentes libaneses, y recordó que la situación se ha vuelto “muy extrema”, con una tasa de desempleo que ronda el 40% y la mitad de la población de este país de menos de siete millones de habitantes viviendo por debajo del umbral de la pobreza.

Dentro de la UE el país que más de cerca está abordando la situación libanesa es Francia, en virtud de la histórica relación a todo nivel que existe entre ambos países, luego de que Líbano fuera un protectorado galo entre comienzos de la década de 1920 y 1946. El martes el mandatario francés, Emmanuel Macron, presidió una conferencia internacional para gestionar ayudas para la población de Líbano. Macron, quien hace un año viajó casi de inmediato a Beirut luego de la explosión y tiene trato fluido con buena parte de los principales políticos libaneses, dijo que estos les deben una explicación convincente a sus ciudadanos sobre lo que realmente ocurrió en el puerto de Beirut.

Según informó el portal France24, en el evento del martes en el que participó en forma virtual el presidente libanés Michel Aoun, Macron resaltó que la prioridad en este momento debe ser formar un gobierno enfocado en atender la emergencia social del país. Agregó que las ayudas que se logre gestionar para Líbano no serán un “cheque en blanco” a su clase política, a la que le pidió que deje de lado “sus intereses personales en beneficio del país”.

Hace tres semanas, el entonces primer ministro en funciones, Saad Hariri, renunció a su cargo después de nueve meses en los que intentó formar gobierno. Hariri, quien es musulmán sunita, no llegó a un acuerdo con el presidente Aoun, que es cristiano, con respecto al gabinete, por lo que a fines de julio encomendaron en el cargo al empresario Najib Mikati, un musulmán chiita. Ahora corresponde a Mikati encontrar los acuerdos para formar un gobierno que pueda llevar adelante el plan de recuperación integral del país.

En medio de la incertidumbre y el desgobierno que actualmente impera en Líbano, Macron anunció que Francia apoyará al país asiático con más 100 millones de euros para ayudar a la reconstrucción de Beirut y que además enviará unas 500.000 dosis de vacunas contra la covid-19. “Líbano no está solo”, escribió el mandatario francés en su cuenta de Twitter.