El precio de la energía eléctrica residencial en Uruguay es el más caro de la región, según un informe sobre indicadores energéticos de la consultora SEG Ingeniería. Esta tarifa tiene un costo de 239 dólares por megavatio/hora, cifra que cuadruplica la de Paraguay, donde cuesta 59 dólares, y más que triplica la de Argentina, donde vale 66 dólares. También es superior al precio de Chile (186 dólares) y Brasil (168 dólares). La consultora utilizó para su cálculo la tarifa residencial simple –no se tuvo en cuenta la tarifa de consumo básico ni la inteligente de doble o triple horario– y la comparación también es con precios estándar del resto de los países.

Consultado el vicepresidente de UTE, Julio Luis Sanguinetti, dijo a la diaria que hay diversas causas para el alto precio de la tarifa residencial en comparación con la región. Entre otros motivos, el jerarca argumentó que hay diversos subsidios que se sostienen en la tarifa básica, como por ejemplo al sector productivo y a los hogares de bajos recursos, y también señaló que otros países tienen mayores facilidades para producir energía y no tienen la calidad de servicios de Uruguay.

“Tenemos una serie de subsidios que no son menores y de alguna manera hay que compensar esas transferencias. Me refiero a la electrificación rural, el plan de inclusión social [para hogares que no tienen su conexión regularizada] y la tarifa básica, que se creó para clientes que tienen una situación socioeconómica de cierta precariedad. Todas esas cosas sumadas a algunas transferencias que se hacen al sector productivo nos llevan a que la tarifa residencial sea la que se ve más afectada o la que es más rígida para poder aplicarle correctivos”, resumió Sanguinetti.

El informe de SEG Ingeniería señala que en el precio de la energía eléctrica industrial (media tensión) Uruguay sólo se ve superado por Chile. En lo local el valor es 110 dólares por megavatio/hora, en el país trasandino 124 dólares, en Brasil 101 dólares, en Argentina 83 dólares y en Paraguay 41 dólares.

El vicepresidente de UTE señaló que “hay que tener en cuenta que hay otros países que tienen fuentes de energía muy baratas”. Puso el ejemplo de Argentina, que “tiene energía nuclear”, y de Brasil, que “tiene gas”. “Ellos tienen mecanismos de producción de energía más barata. Nosotros aquí estamos pagando el cambio de matriz energética y eso de alguna manera también nos implica una rigidez”, apuntó. Sanguinetti dijo que en Uruguay se le cobra lo mismo a un cliente que vive en una zona urbana que a uno de una zona rural, cuando la instalación y el suministro tienen diferentes costos.

A su vez, sostuvo que UTE apunta a que la gente se vuelque al plan inteligente de energía, que “reduce entre 10% y 15% el costo de la factura”. Además, “otro mecanismo” a implementar, aunque “va a llevar un poco más de tiempo”, es “el control de las pérdidas por robo de energía”, indicó, y agregó: “Si nosotros recaudamos esa energía que hoy nos están robando”, se va a “poder trasladar al precio de la tarifa residencial”.

“El robo de energía no solamente es en lugares de contexto crítico”, aseguró. Además, señaló que “las pérdidas” por este concepto “están más o menos constantes desde hace cinco años”, por lo que “no es un tema de crisis” debido a la pandemia de covid-19. “Lo que le roban a UTE no es un tema de la crisis, es un tema de control porque hace diez años UTE decidió no controlar más eso”, aseguró.

Más generación térmica y más emisiones

Por otra parte, el informe de SEG Ingeniería tomó datos del Balance Energético Nacional (BEN) 2020, presentado semanas atrás por la Dirección Nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería. Del texto se desprende que durante 2020 Uruguay aumentó sus emisiones de CO₂, gas relacionado al efecto invernadero, a pesar de la reducción de la movilidad que se generó durante varios meses.

“Además de la pandemia, el otro acontecimiento, mucho más conocido y recurrente, que afectó al sector energético durante 2020 fue la sequía, con aportes hídricos entre los más bajos en décadas sobre las cuencas de las represas Salto Grande y Rincón del Bonete”, explicó la consultora. Por este motivo, la matriz de generación de electricidad mostró una baja de la producción hidroeléctrica respecto de 2019, lo que provocó “la multiplicación por 2,6 de la generación térmica fósil”.

Una de las caras de la baja generación hidráulica “es el aumento de 1% en las emisiones de CO₂ de Uruguay” debido al incremento de la generación eléctrica en centrales térmicas, “a pesar de que la menor movilidad por la pandemia contrajo el consumo de combustibles y por tanto las emisiones del sector transporte, principal emisor” de este gas, repasó el informe.

Sobre este tema, Sanguinetti aseguró que “las centrales térmicas en Uruguay son de respaldo del abastecimiento de la demanda”, es decir, se prenden en última instancia, cuando las fuentes renovables no son suficientes; esto porque también es más caro producir energía por esta vía. Actualmente las centrales térmicas se utilizan debido a que UTE exporta energía a Brasil. El vicepresidente del ente indicó que “no es un tema preocupante” los niveles actuales de emisiones de CO₂ “porque 70% o más de la generación que tiene UTE es verde [de fuentes renovables]”.