Aproximadamente 10.000 personas se encuentran por estas horas en el aeropuerto de Kabul esperando ser evacuadas, de acuerdo a estimaciones del Pentágono.

Con la fecha límite inamovible fijada para el último día de agosto, el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró que hasta ese momento proseguirán las tareas de salida de Afganistán a cargo de las autoridades militares presentes en el país asiático.

Este miércoles el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aseguró que desde el 14 de agosto más de 82.300 personas fueron evacuadas de manera segura de Kabul, entre ellos 4.500 ciudadanos estadounidenses.

“En las últimas 24 horas, de martes para miércoles, cerca de 19.000 personas han salido en 90 vuelos militares estadounidenses y de la coalición”, agregó el funcionario en una conferencia de prensa, de acuerdo a lo que informó la cadena Bloomberg.

El secretario de Estado estimó que quedan aproximadamente 1.500 estadounidenses en Afganistán. Sin embargo, aclaró que el cálculo podría cambiar debido a que hay algunos que ya abandonaron el país, otros nunca se inscribieron para salir, además de que otros aseguran ser estadounidenses, pero no lo son.

Por otro lado, Blinken se refirió a las personas que se queden en el país y que quieran irse después de la salida total de las tropas estadounidenses. “No hay una fecha límite en nuestro trabajo para ayudar a los ciudadanos estadounidenses restantes que decidan que quieren irse, junto con los muchos afganos que nos han apoyado durante todos estos años y quieren irse y no han podido hacerlo. Ese esfuerzo continuará todos los días aun después del 31 de agosto”, expresó.

Dado que Estados Unidos mantiene su fecha de retirada, las evacuaciones se están acelerando para poder cumplir con los plazos y evitar las eventuales represalias por parte de los talibanes, que entraron en Kabul el 15 de agosto y pusieron fin a la guerra que mantenían con las fuerzas gubernamentales.

La rapidez con la que la organización fundamentalista islámica logró llegar a la capital sorprendió a las potencias ocupantes y generó un profundo temor en los afganos, que a lo largo de los últimos 20 años colaboraron o trabajaron junto a los ejércitos o empresas occidentales que se instalaron en el país. Varias agencias internacionales constataron abusos contra algunas de estas personas, además de que los guardias talibanes están persuadiendo a la población de que no se acerque al aeropuerto.

Por otras razones –el temor de que se produzca un atentado en la terminal aérea–, varios gobiernos –Estados Unidos, Reino Unido y Australia– pidieron a sus ciudadanos que no vayan al aeropuerto, a no ser que sean convocados, debido a las “amenazas a la seguridad fuera de las puertas”, donde el control está a manos de los talibanes.

La línea roja del 31 de agosto corre para todos los ejércitos extranjeros que se encuentran en territorio afgano, y en ese sentido la agencia turca Anadolu informó que su ejército, que estaba cumpliendo funciones de seguridad en el aeropuerto de Kabul en los últimos días, también se está retirando del país.

Por otra parte, la agencia Reuters informó que militantes talibanes amenazaron y abusaron físicamente del personal de las Naciones Unidas en Kabul, que por estas horas no es una ciudad segura para ningún extranjero ni para miles de afganos. El diario inglés The Guardian informó que ciudadanos británicos de origen afgano están siendo ignorados en la evacuación de la ciudad.

Alrededor de 2.000 intérpretes afganos y otras personas que trabajaron para el gobierno británico aún deben ser transportados por avión desde Kabul por la Fuerza Aérea Británica, aseguraron al diario londinense fuentes del Ministerio de Defensa.

Dos países que no tienen efectivos militares en el país y que no cerrarán su embajada en Kabul son China y Rusia, que ven en la retirada de las fuerzas occidentales una oportunidad para replantear su posición en Afganistán. Por lo pronto, este miércoles se informó que los presidentes de ambos países, Xi Jinping y Vladimir Putin, mantuvieron una conversación telefónica en la que se comprometieron a contrarrestar las potenciales “amenazas de terrorismo” que puedan surgir desde Afganistán tras el retorno al poder de los fundamentalistas, que tienen línea directa tanto con Pekín como con Moscú.

En cuanto a lo político, los talibanes por ahora no parecen estar apurados por conformar un gobierno ni por lanzar las líneas de sus futuras acciones. En lo inmediato, lo que pretenden es la salida de las tropas extranjeras del país, para entonces, sí, desde una posición más cómoda y más opaca, comenzar a ejercer el poder e intentar liquidar el único foco de resistencia militar real que tienen en el país, que es el grupo que hoy domina la provincia de Panjshir, un feudo tradicionalmente hostil a los talibanes.