La historia de las mujeres en cargos de visibilidad en la política uruguaya es relativamente nueva. En los últimos años hubo avances sistemáticos en el acceso a los puestos de poder político en las diferentes reparticiones del Estado y en los partidos políticos, pero aun así la participación de las mujeres es mínima. Llegar a ocupar la presidencia es absolutamente extraordinario; de hecho, en los casi 200 años de historia independiente, sólo tres mujeres han ocupado el cargo de forma temporal.

Este jueves la vicepresidenta, Beatriz Argimón, la primera mujer electa en la historia del país para ocupar ese cargo, asumió la mayor responsabilidad en el Poder Ejecutivo hasta el 24 de setiembre, tras la partida de Luis Lacalle Pou. El mandatario viajó a México para participar en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y a Estados Unidos con motivo del período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Con este movimiento, pasa a ser la vicepresidenta del país Graciela Bianchi, que es la primera integrante de la lista más votada al Senado, algo que ya ha pasado por viajes de Argimón.

La principal silla de la Torre Ejecutiva estuvo ocupada por dos mujeres durante los gobiernos del Frente Amplio. La primera en hacerlo fue Lucía Topolansky, en 2010. El 26 de noviembre de ese año la entonces senadora asumió la presidencia por poco más de dos días, también por ser la primera senadora en la lista más votada. En ese momento el presidente José Mujica viajó a España y coincidió brevemente con la misión oficial en Corea del Sur en la que estaba el entonces vicepresidente Danilo Astori.

En ese momento Topolasnky dijo: “Esto es una changuita eventual que yo tengo. Si sirve para el imaginario público y para abrir la posibilidad para que alguna mujer más joven de futuro llegue a la presidencia, bienvenido sea”.

Entre el 23 y el 26 de mayo de 2013 sucedió lo mismo: Mujica emprendió una gira por Europa mientras aún no llegaba Astori de su último viaje, por lo que Topolansky asumió la presidencia del país.

Años más tarde, el 13 de setiembre de 2017 Topolansky asumió la vicepresidencia cuando renunció Raúl Sendic, quien había sido electo para el cargo. Asumió como segunda senadora del partido más votado, ya que el primer senador más votado había sido Mujica, quien estaba inhabilitado para ser presidente o vicepresidente por haber estado en el cargo en el período anterior.

Tres días después, el 16 de setiembre de 2017, Topolansky asumió la presidencia del país, porque el entonces mandatario, Tabaré Vázquez, decidió continuar con el viaje que tenía programado y participar en la Asamblea General de la ONU que se celebraba en Estados Unidos.

En ese momento se dio otro hecho histórico para el país: Uruguay tuvo por primera vez una presidenta y una vicepresidenta al mismo tiempo. Durante el viaje de Vázquez, el cargo de vicepresidenta lo ocupó la senadora frenteamplista Patricia Ayala, que fue la tercera en la lista más votada en esas elecciones.

En mayo de 2018 volvió a haber movimientos en Presidencia. En esa oportunidad, Vázquez viajó a Ginebra, en Suiza, en el marco de la presentación de un informe de la Organización Mundial de la Salud sobre Enfermedades No Transmisibles, y volvió a asumir la presidencia Topolansky.

Pocos días después, el 1º de junio, hubo otro cambio: Topolansky viajó a Rusia por tres días y la que asumió la presidencia fue Ayala, mientras que el senador Rafael Michelini ocupó la vicepresidencia.

Nudos estructurales para llegar a los cargos de poder

El informe El lugar de las mujeres uruguayas en los cargos de decisión, presentado en marzo por ONU Mujeres y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), asegura que en el país se reconocen al menos cuatro “nudos estructurales” constitutivos de las relaciones desiguales de género: los patrones culturales, la desigualdad económica, la división sexual del trabajo y la concentración del poder.

La conclusión general del análisis liderado por la politóloga Victoria Gadea es que existe una “persistente segregación vertical en el acceso al poder por parte de las mujeres”, a la que se suma una segregación horizontal, es decir, entre las ocupaciones, “ya sea porque las mujeres acceden en menor medida a puestos de conducción como por las temáticas que conducen”. El informe subraya además que esta discriminación se mantiene a pesar de que las mujeres tienen niveles más altos de educación y suelen contar con mayor formación que los hombres para los cargos a los que aspiran.

El análisis del estudio a nivel del Poder Ejecutivo se concentra en la participación de las mujeres como ministras y asegura que desde el retorno de la democracia “sigue siendo marginal”. En el primer período posdictadura (1985-1990) había sólo una ministra, mientras que en el actual gabinete hay dos. En el segundo gobierno de Vázquez fue cuando hubo mayor representación femenina, con cinco ministras en un total de 13 integrantes del gabinete.