En su discurso de apertura de la 76ª Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el secretario general de la entidad, el portugués António Guterres, describió la realidad mundial con un tono fuertemente crítico.
“Estamos al borde de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada. Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado o dividido”, afirmó en forma enfática el diplomático lusitano, que obviamente citó la pandemia de covid-19, a la que atribuyó que se hayan “agigantado notorias desigualdades”.
Guterres también abordó la crisis climática que enfrenta el mundo y habló además sobre algunos de los conflictos bélicos más crudos que están sucediendo en este momento, como las guerras internas en Etiopía y Yemen; esta última es la peor de todas, ya que los enfrentamientos bélicos llevan siete años y generaron una situación humanitaria catastrófica en el país.
Según informaron agencias internacionales, Guterres en su discurso se refirió a que actualmente existe “una ola de desconfianza y desinformación que está polarizando a la gente y paralizando sociedades”.
El jerarca criticó que el “sustento para los más vulnerables” llega “demasiado poco y demasiado tarde, si es que llega”, y también hizo referencia a la “solidaridad desaparecida, justo cuando más la necesitamos”, en referencia a la vacunación contra la pandemia de covid-19.
Guterres calificó la diferencia de niveles de inmunización entre países ricos y pobres como una “obscenidad” y al respecto sentenció: “Aprobamos el examen de ciencia, pero no el de ética”.
Hablando sobre la situación climática, Guterres recordó a los gobernantes presentes que se necesita una reducción de 45% de las emisiones para 2030, pero, sin embargo, según un informe reciente, con los compromisos actuales las emisiones aumentarán 16% para el final de la década. “Eso nos condenaría a un escenario infernal de aumentos de temperaturas de al menos 2,7 grados sobre niveles preindustriales”, puntualizó el secretario general de la ONU.
Biden: “Una nueva era de diplomacia”
Una de las intervenciones más esperadas en esta Asamblea era la del presidente estadounidense, Joe Biden, que habló por primera vez en la ONU como mandatario, cargo que comenzó a ejercer en enero.
En su primera intervención ante los miembros del organismo, el líder demócrata, de 78 años, envió un mensaje de cooperación y multilateralismo para enfrentar la crisis sanitaria mundial, la crisis climática y el terrorismo, marcando un giro total respecto de lo que habían sido las políticas de su predecesor en el cargo, el republicano Donald Trump.
Según consignó el portal France 24, Biden hizo énfasis en que Estados Unidos se está abriendo a una “nueva era de diplomacia” tras los 20 años de guerra en Afganistán.
Biden dijo que el mundo está viviendo una década decisiva y que abordar los desafíos “dependerá de nuestra capacidad para reconocer nuestra humanidad común” y agregó que “en lugar de continuar librando las guerras del pasado, estamos fijando nuestros ojos en desafíos como la pandemia global, abordar el cambio climático, las amenazas cibernéticas y gestionar el cambio de la dinámica del poder global”.
“El poder militar estadounidense debe ser nuestra herramienta de último recurso”, agregó el presidente, dejando claro el inicio de esta nueva política exterior. Al respecto Biden agregó: “De hecho, hoy en día, muchas de nuestras mayores preocupaciones no pueden resolverse ni abordarse con la fuerza de las armas”.
Sin mencionar directamente a Rusia y China, el presidente estadounidense aseguró: “No buscamos una nueva Guerra Fría o un mundo dividido”, y dijo que Washington está listo para trabajar “con cualquier nación que dé un paso al frente y busque una resolución pacífica para compartir desafíos, incluso si tenemos intensos desacuerdos en otras áreas, porque todos sufriremos las consecuencias de nuestro fracaso”.
Como cada año, el primer mandatario en hablar fue el brasileño, siguiendo una tradición que comenzó en 1947 cuando el diplomático Osvaldo Aranha abrió la primera sesión de la Asamblea General de la ONU.
En este caso, el privilegio recayó sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ni bien comenzó su discurso dijo: “Vengo a mostrar un Brasil diferente de aquel de que se habla en los diarios y en la televisión”.
Posteriormente el mandatario, que habló alrededor de 13 minutos, mintió abiertamente sobre los recursos que su gobierno destinó a la protección del medioambiente y también sobre la magnitud de los actos en su favor celebrados el 7 de setiembre.
Sobre el primer punto, Bolsonaro dijo: “Se duplicaron los recursos para fiscalización en los órganos de las agencias ambientales. Y los resultados ya comienzan a aparecer”. Pero según informaron medios brasileños, en abril el gobierno aprobó un recorte de 24% en el presupuesto ambiental para 2021 en comparación con el año pasado.
Bolsonaro también mintió sobre los datos de deforestación en la Amazonia en agosto. Habló de una reducción de 32% en comparación con el mismo mes de 2020. Según Imazon, una organización independiente que sigue de cerca la cuestión de la Amazonia, hubo un aumento de 7%, un récord desde 2012.
“Ningún país del mundo tiene una legislación medioambiental tan completa como la nuestra. Nuestra agricultura es sustentable y baja en carbono”, dijo Bolsonaro, y luego afirmó que las recientes manifestaciones en favor de su gobierno fueron “las más grandes en la historia del país”, algo que no es cierto.
El presidente brasileño, también a contramano del mundo, defendió los tratamientos contra la covid-19 con medicamentos sin eficacia comprobada científicamente y también volvió a faltar a la verdad cuando dijo que durante su mandato no se registró ningún caso de corrupción, a pesar de todos los indicios en sentido contrario que encontró hasta el momento la comisión del Senado que está investigando la gestión de la pandemia de su administración.