En mayo, el consumo de las familias uruguayas en almacenes y supermercados disminuyó 9% con respecto al mismo mes del año pasado. En simultáneo, la facturación de los comercios aumentó 2% y el precio de los productos, 11%. Así entonces, con una baja del consumo combinada con una suba de la facturación, se compra menos, pero se paga más.

En cuanto al nivel de ventas durante los primeros cinco meses del año, se registró una caída acumulada de 5% en el consumo, con respecto a igual período del año pasado. En ese mismo período la facturación creció 5% y los precios de los productos se incrementaron 10%. Estos datos fueron divulgados recientemente por el Radar Scanntech, que recopila información de 1.700 puntos de venta a lo largo y ancho del país.

El Radar Scanntech también reveló que, en promedio, el gasto en cada ocasión de compra fue de 348 pesos en mayo. Este monto, no obstante, fluctúa según el tamaño del comercio. Los locales con más de siete cajas disponibles tuvieron en mayo un ticket promedio de 422 pesos; mientras que los más pequeños tuvieron un ticket promedio de 234 pesos.

Alejandro Cavallo, economista de Equipos Consultores, especializado en el comportamiento de los consumidores, señaló a la diaria que la caída de 5% en el consumo en lo que va del año “es un número importante”, sobre todo, porque se trata de bienes de la canasta básica –alimentos, bebidas y limpieza– que “tienen una inelasticidad importante”, es decir, “cambios en las condiciones de demanda no generan cambios muy importantes en el consumo”. Por eso mismo, indicó que, en este caso, “tratándose de aumentos importantes en los precios [de los productos de la canasta básica], sí se termina generando un efecto importante en la demanda”. “Un 5% para bienes de consumo básico es importante”, subrayó.

Cavallo explicó que los precios de los alimentos, al igual que los de los combustibles, “ya venían subiendo desde el año pasado”, pero apareció en escena un factor determinante que “aceleró ese proceso de aumento de precios”: la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de este año.

Antes de la guerra en el este de Europa, indicó Cavallo, se había constatado una mejora en las expectativas de los consumidores, “que venían recuperándose poco a poco tras la salida de la pandemia, y esto fue como un segundo shock que afectó las expectativas”. “Ese dato [de la caída del consumo] está en línea con estos deterioros que estamos viendo [de las expectativas de los consumidores]”, agregó.

“Sí, evidentemente la venta está baja”, dijo a la diaria el gerente general de la Asociación de Supermercados del Uruguay (ASU), Daniel Menéndez. Si bien puntualizó que “capaz que puede haber un engaño si comparás el primer cuatrimestre de este año con el del año pasado y ves un aumento de la facturación”, ya que “el verano del año pasado fue desastroso”, sentenció que definitivamente “la venta viene abajo”.

Con todo, Menéndez opinó que “no es una caída significativa” desde el punto de vista de los supermercados, aunque “es una tendencia que viene ya desde hace tiempo”. Mencionó que los supermercados “tenían una baja de ventas” desde antes de la pandemia, que sólo “se revirtió un poco” justamente al comienzo, cuando “la gente se quedó en su casa y consumió más, porque la gente compró de más”, en alusión al acopio excesivo de harina y papel higiénico. “Ahí se paró la caída que veníamos teniendo, pero después se retomó la senda de baja”, añadió.

Asimetrías

Por otra parte, el Radar Scanntech de mayo muestra diferencias en las ventas en función del mapa nacional. Al norte del país, los departamentos de Artigas y Rivera presentan los mayores deterioros en el consumo en lo que va del año. Del mismo modo, se observan asimetrías en Montevideo, siendo los municipios A, D y G –los más alejados del centro de la ciudad– los que registran una mayor caída en el consumo durante los primeros cinco meses del año.

Al respecto, Daniel Fernández, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), manifestó a la diaria que “cada vez se parte más la ciudad de Montevideo”. “Si agarramos como eje central a avenida Italia, la escollera Sarandí, 8 de Octubre, hasta la Interbalnearia, y vamos hacia el sur, los números [de facturación] no han bajado. Están acompañando la inflación”, expresó.

Del otro lado del eje central, continuó Fernández, “hemos sentido mucho más la crisis”. Apuntó que “el comercio más chico es el que más la está sufriendo”, dado que no tiene recursos suficientes para “amortizar las subas” de los precios de los productos, “que te suben poquito a poquito”. “A ese comercio de cercanía, de barrio, hoy lo está defendiendo los tickets de alimentación, del Mides... Se ha perdido mucha venta en efectivo, que es lo que más sentimos”, comentó.

En tal sentido, Cavallo afirmó que “en este proceso en el cual suben los precios de los alimentos y los combustibles” es posible identificar sectores ganadores y sectores perdedores. Los primeros: los productores de bienes alimenticios, tales como la ganadería, la agricultura y la lechería, ya que los precios de exportación de sus productos se han disparado en el último tiempo. Los segundos: las familias uruguayas, “porque sus ingresos siguen aumentando por debajo de la inflación, que es cada vez más alta por el efecto de la suba de los alimentos, por lo tanto, sus ingresos reales van a caer y eso va a generar debilidad en el consumo”.

Ante la situación descrita, el economista de Equipos Consultores consideró que “no hay muchas soluciones rápidas o fáciles” para cortar la tendencia a la baja en el consumo. Destacó que Uruguay “es tomador de precios”: “Los alimentos suben a nivel internacional y esas subas se reflejan en los precios domésticos. Lo que se da es un ajuste natural en el mercado, por el cual las familias buscan productos de segundas marcas o redireccionan su consumo a alimentos sustitutos que no están siendo tan afectados [por la inflación], por ejemplo”.

Cavallo agregó que el problema inflacionario “no es un tema exclusivamente uruguayo”, en tanto “es algo que está pasando en todos los supermercados del mundo”. Consultado sobre el margen de acción de los gobiernos, consideró que, en general, “las medidas de los gobiernos tienden a paliar los shocks y van en la dirección correcta, pero nunca terminan de ser suficientes, porque evidentemente los instrumentos que tienen los gobiernos para actuar frente a estos shocks son limitados”.

Para el presidente de Cambadu, “la única forma” para recuperar el nivel de consumo “es que tengamos más plata en el bolsillo”. “Nos pasó en 2002, cuando empezó a caminar la cosa y a moverse y a circular más dinero, de una crisis terminal se logró revertir la situación”, señaló. Y añadió que “en muchas cosas no hay cómo parar la inflación”.

Para el gerente general de la ASU, la recuperación del consumo depende, a su vez, de una recuperación del ingreso medio de los hogares. Cuando este indicador cae, aseguró, “la venta de los supermercados cae, independientemente de si el salario real crece o no”. “Nosotros tuvimos desde 2015 para adelante crecimiento del salario real durante tres años de corrido, con una venta a la baja. En ese mismo período, el ingreso medio de los hogares cayó”, afirmó.

“Es inadmisible”

Por el contrario, del lado de los trabajadores remarcan que la pérdida del salario real es un elemento decisivo. De hecho, en el marco de una movilización fijada para el martes, la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys) declaró en un comunicado que, en un país “que produce alimentos para decenas de millones” de personas, “es inadmisible aceptar que estamos frente a un gobierno que profundiza esta realidad en miles de uruguayos y uruguayas que no encuentran respuesta” a su situación económica.

“El salario continúa cayendo mes tras mes, las familias lo sufren y el comercio interno también lo padece. Ya no importan las promesas. La teoría del derrame siempre es una farsa. Es hora de devolver el salario perdido a los trabajadores y trabajadoras”, expresa el comunicado de Fuecys.

Según datos oficiales, el salario real acumula una pérdida de 4,4% desde que asumió el actual gobierno. Anteriormente, durante 13 años (2006-2018), el poder de compra de las familias uruguayas tuvo un crecimiento ininterrumpido, aunque con una tendencia a la baja en el cierre del ciclo, que se interrumpió en 2019, cuando se registró una caída de 0,3%. El salario real acumula así tres años a la baja.

El deterioro del poder adquisitivo se debe a que el índice medio de salarios (IMS) aumenta por debajo de la inflación, lo que además implica un deterioro del poder de compra de las jubilaciones y las pensiones por el mecanismo de ajuste previsto en la Constitución. Según el informe de mayo del Instituto Nacional de Estadística, el índice de precios al consumo (IPC) –que se utiliza para medir la inflación– registra una variación acumulada de 9,37% en el último año. Esto muestra un comportamiento estable con respecto a la anterior medición del mes de abril, aunque se sitúa por encima de las proyecciones del Banco Central.