La primera renuncia al cargo de ministro de Relaciones Exteriores (MRREE) que recibió el presidente Luis Lacalle Pou fue la de Ernesto Talvi, el 2 de julio de 2020. Ese mismo día, el mandatario designó como nuevo canciller a Francisco Carlos Bustillo Bonasso, funcionario de carrera en el ministerio, al que ingresó por concurso en 1986, y por aquel entonces embajador uruguayo en España.

La segunda renuncia la recibió este miércoles, luego de que la exsubsecretaria Carolina Ache declarase ante la Fiscalía por el caso del narcotraficante Sebastián Marset y de que minutos después se filtrasen audios comprometedores de Bustillo, en los que le sugería “perder” su celular para ocultar las conversaciones con su par de Interior, Guillermo Maciel, sobre la peligrosidad de Marset. En su carta de renuncia, Bustillo aseguró no haber tenido “participación ni conocimiento alguno” en la expedición del pasaporte de Marset y acusó a Ache de “descontextualizar conversaciones” y “obrar de mala fe”. Firmó la carta como “Embajador Francisco Bustillo”.

Según supo la diaria por fuentes del MRREE, cuando asumió el cargo de ministro, Bustillo dejó en reserva su puesto presupuestado como diplomático en el servicio exterior, cuya remuneración ronda los 100.000 pesos. El ahora excanciller figura en la nómina de funcionarios del ministerio, según información de la Oficina Nacional de Servicio Civil. “Son dos cosas distintas. Él puede renunciar al ministerio y no a la carrera”, señalaron desde el MRREE. Por ser funcionario presupuestado, la situación de Bustillo es diferente de la de los “ministros políticos”, que “no dejan un cargo al cual volver”, como fue, por ejemplo, el caso del excanciller Rodolfo Nin Novoa.

Tras renunciar este miércoles al cargo de ministro, Bustillo vuelve a su puesto en el ministerio, aun cuando no esté representando diplomáticamente a Uruguay en el exterior. “Le pueden dar un destino local”, apuntó una de las fuentes. Esto, sobre todo, en vista de que para una designación en el exterior la Constitución establece que el Poder Ejecutivo tiene la obligación de “solicitar el acuerdo de la Cámara de Senadores”. La actual embajadora uruguaya en España es Ana Teresa Ayala, cuya venia se aprobó por unanimidad en setiembre de 2020.

Si Bustillo hubiese sido destituido por Lacalle Pou, en lugar de haber presentado la renuncia, la situación sería la misma. Para que Bustillo deje su cargo de funcionario de carrera se precisa un sumario administrativo, y por el momento “no hay ningún tipo de proceso iniciado”, señalaron fuentes de cancillería. El inicio del sumario depende de las nuevas autoridades del MRREE.

Historial

Hijo de padre diplomático, Bustillo ingresó por concurso al MRREE en 1986. Varios años después, mediante otro concurso, logró ascender a ministro consejero y en 2004 fue designado embajador uruguayo en Ecuador. En 2005, en el primer gobierno del Frente Amplio (FA), Bustillo –quien había cultivado una amistad personal con el expresidente Tabaré Vázquez, dado que ayudó a uno de los hijos con un problema que tenía mientras cumplía funciones diplomáticas en Buenos Aires– fue designado embajador uruguayo en Argentina.

En ese puesto, Bustillo fue observado por la Justicia argentina, después de que una auditoría interna de la cancillería de ese país, realizada en octubre de 2007, detectase irregularidades en la compra de autos para diplomáticos de diversas embajadas. La fiscal a cargo del caso pidió investigar a Bustillo por “presentación de documentos falsos” y “otorgamiento de patentes para autos que todavía no habían llegado al país”.

Sin embargo, el gobierno uruguayo ratificó la inmunidad diplomática de su embajador y Bustillo no pudo ser juzgado. Posteriormente, la cancillería argentina concluyó que Bustillo incumplió circulares diplomáticas, pero no cometió, a su juicio, delitos. Bustillo adquirió durante su gestión como embajador en Argentina (2005-2010) cinco autos de lujo, cuatro de ellos en infracción, según la cancillería argentina –dos BMW y dos Porsche–.

En el segundo gobierno del FA, durante la presidencia de José Mujica, Bustillo fue designado jefe de gabinete del entonces canciller Luis Almagro, quien definió a Bustillo como un “hermano” en el libro Luis Almagro no pide perdón, de los periodistas Martín Natalevich y Gonzalo Ferreira.

No obstante, Bustillo tiene raíces blancas: su vinculación con la familia de Lacalle Pou responde a la ayuda que Bustillo le prestó a la hermana del actual presidente durante un trance familiar complejo que ella enfrentó cuando Bustillo era embajador en España.

En 2012, cuando su venia para ser embajador uruguayo en España se aprobó en el Parlamento, el entonces senador colorado Pedro Bordaberry –cercano políticamente a Ache– votó en contra. “He votado negativamente la venia porque entiendo que hoy existen en la cancillería profesionales de mejor currículum y carrera que el señor Francisco Bustillo”, argumentó.