Sentada en el mismo rincón de su casa en el que ha brindado entrevistas durante años, María Bellizzi se ve obligada a interrumpir su conversación con la diaria porque comienza a toser. “Lo que pasa es que hablo mucho, ligero, y con furia”, argumenta luego de mantenerse en silencio por un par de segundos. La mujer de 98 años, declarada ciudadana ilustre de Montevideo el 13 de mayo de 2022, ha reflexionado sobre los hechos que marcaron su vida y la de este país una y otra vez. Sin embargo, pese al paso del tiempo y la repetición de las palabras, hay sentimientos que permanecen intactos.
“Tristeza de no poder hacer nada, no tener una explicación, saber algo”, responde cuando le preguntan qué ha sentido desde que su hijo, Humberto Bellizzi, desapareció en Buenos Aires el 19 de abril de 1977. Dice que era un joven querido y alegre, que no contaba nada sobre su militancia en el Partido por la Victoria del Pueblo y que, si le cuestionaban algo, contestaba: “Acostúmbrense a no preguntar”. Aunque se fue a Argentina en 1974, en donde trabajaba como pintor de publicidad, mantenía un contacto cercano con su familia porque, además de comunicarse por carta, volvía todos los veranos.
Sobre un mueble modular, a la derecha de Bellizzi, un portarretratos contiene una foto de Humberto que ilustra su relato. “Salía del baño, estaba con el cabello todavía mojado, con el torso desnudo, acá en el corredor se ven las tejas de casa. Esa fue la última vez que lo vimos”, cuenta observándola. Detrás de las cámaras que apuntan a Bellizzi y del camarógrafo y el fotógrafo que las sostienen, la autora del retrato oye con atención a su madre. Silvia tenía 19 años al momento de la desaparición de su hermano y hasta hoy es quien acompaña y coordina cada reunión y entrevista de Bellizzi. De hecho, está tan acostumbrada a que la visiten medios de comunicación en el que es su hogar desde hace más de 60 años, que conoce y sugiere los lugares con buena luz y comodidad para grabar videos.
Silencio mortal
“La primera vez que salimos con las fotos no era una marcha, era una movilización”, relata Bellizzi. Si bien habla en plural, no asistió por motivos que no recuerda, pero asegura que “a los familiares que fueron los corrieron con gases lacrimógenos”. A la vez, junto a otras madres realizaban ayunos en capillas y se reunían con las fotos de los desaparecidos y escapularios en la plaza Matriz, “pero después nos dijeron que no lo hiciéramos porque comprometíamos a la iglesia”, rememora. Así comenzaron a manifestarse todas las semanas en la plaza Cagancha, y pese a que se fueron sumando muchas personas, luego “también hubo un desgaste”.
Según la madre de Humberto, dentro de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos “siempre se encuentran diferencias”. En ocasiones, ha discrepado con determinadas decisiones, “como en el caso del voto rosado” –en referencia al referéndum para derogar la Ley de Caducidad en 2009–, con el que “muchos familiares no estaban de acuerdo”. De todos modos, reconoce que sin el acompañamiento de sus compañeras nada de lo que se ha logrado hubiese sido posible, pues durante sus primeros encuentros reunirse “era una manera de poder seguir viviendo”. “Nos dábamos fuerza las unas a las otras. Aquellas más débiles tenían el apoyo de la firmeza de otras, y así fuimos sosteniéndonos”, explica.
Más allá del colectivo, en el que “en general hay consenso sobre todo”, para Bellizzi es importante que toda la sociedad sea firme ante el hecho de que “los gobiernos algo hicieron, pero no lo que correspondía”. De acuerdo a sus palabras, con relación al paradero de las personas desaparecidas, “tanto el Ministerio de Relaciones Exteriores como el Ministerio del Interior lo saben todo perfectamente y no lo dicen”, y eso “es un silencio mortal”.
Cada vez más
El año pasado, Bellizzi no pudo marchar a pie por motivos de salud, pero participó en auto. Aunque aún no sabe qué hará este sábado, si tiene alguna certeza es que no faltará. Para ella, cada 20 de mayo es “como una fecha patria” y se siente alentada porque observa que “las marchas son cada vez más numerosas, y no solamente acá”, también en el interior y el exterior de Uruguay.
Respecto de lo que queda por venir, confía en las nuevas generaciones, a las que ha observado en las calles y a través de las redes. “Me encanta sobremanera la cantidad de jóvenes, son admirables. Yo los quiero inmensamente”. Consultada sobre qué les diría si pudiese expresarles algo, afirma sin titubear: “Que son maravillosos, que son el futuro de un país”.
Ese día
El día de su desaparición, dos personas visitaron a Humberto Bellizzi en su casa para solicitarle un trabajo de publicidad. Luego de visitar el taller y conversar con su socio, acordaron reunirse en la tarde en el lugar donde se realizaría lo propuesto. Horas después de que Bellizzi partiera al punto de encuentro, de noche, hombres vestidos de civil ingresaron en su hogar con llaves e hicieron una requisa.
Tras hacer una denuncia ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, a su madre y su esposo, Andrés Bellizzi, les dijeron que su hijo estaba detenido pero no les brindaron información sobre la causa y el lugar. A la vez, desde la Embajada de Italia se supo que Bellizzi no estaba requerido, pero los militares argentinos tenían la orden de “detener a tres uruguayos”.
Aunque no existen más datos, se piensa que puede haber estado secuestrado en el Centro Clandestino de Detención y Torturas Club Atlético, porque allí estuvo su exsocio, Jorge Goncálvez Busconi.