En el marco del Día Internacional de la Democracia, celebrado el 15 de setiembre, el Parlamento organizó una actividad para dialogar sobre la “importancia e incidencia” de los vicepresidentes de la República en la vida democrática. El encuentro tuvo lugar este jueves en el salón central de la biblioteca del Palacio Legislativo y contó con la oratoria de Hugo Fernández Faingold, vicepresidente entre 1998 y el 2000, luego de la muerte de Hugo Batalla; Rodolfo Nin Novoa, vicepresidente entre 2005 y 2010, y Graciela Bianchi, vicepresidenta en ejercicio por el viaje a Francia del presidente Luis Lacalle Pou. También estuvo Jorge Sapelli, docente e hijo del vicepresidente en ejercicio en 1973.

“Nuestro padre nos enseñó a respetar las instituciones”, dijo Sapelli al comenzar. El invitado recordó el momento en el que su padre asumió su cargo y contó que “lo que vino después fue inimaginable”. Ante los “ofrecimientos de todo tipo y color” que le hicieron en febrero de 1973, “él dejó bien claro que no se prestaba a ninguna estrategia, que su deber como vicepresidente era guardar y defender la Constitución”, relató.

Por su parte, Fernández Faingold se detuvo en que “la forma en la que se ejerce la vicepresidencia depende mucho del presidente”, pues es él quien “marca el rumbo y el estilo” de trabajo. En esa línea, el colorado recordó la concepción de Julio María Sanguinetti, quien consideraba el cargo como “una especie de bisagra entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo”. Al “rol articulador” que deben tener los vicepresidentes, Fernández le añadió la “voluntad de agregar y disimular diferencias” cuando no son esenciales. Ante todo, “develar estrategias y sumar voluntades sigue siendo lo más importante”, reflexionó.

Por otro lado, Nin Novoa planteó que “hay una visión de la sociedad uruguaya de que el Parlamento ha perdido calidad”, tanto en “discusiones” y debates como “en las formas de vestirse”. Aunque aclaró que “capaz que es un detalle muy simple”, destacó que nunca tomó mate mientras trabajaba allí y agregó que “hay imágenes que se malinterpretan”.

También mencionó la riqueza de “la cultura del intercambio”, que “se puede perder con la mayoría parlamentaria”. Nin Novoa afirmó que “en la discusión parlamentaria lo que no puede haber es el agravio, la mala cara, el rencor”, pues “la gente piensa que son todos iguales” y eso “no le hace bien a la democracia”.

Bianchi: “Yo no soy una desubicada”

La última en hablar fue Bianchi, quien opinó que en Uruguay “siempre son tiempos difíciles” y la clave, además de aceptar eso, “no es evadir los debates”, sino “separar a las personas de las ideas”. A modo de ejemplo, se refirió a la exvicepresidenta Lucía Topolansky. Dijo que sintió “mucho” su renuncia, pues “es una gran referente de trabajo, de orientación y de búsqueda de acuerdos”.

Asimismo, la senadora nacionalista adhirió a la visión de Nin Novoa: “Ha bajado el nivel de los parlamentarios y de los debates, sí, lamentablemente pasa”, declaró. Sin embargo, lo que corresponde es “reaccionar y no echarle la culpa al Parlamento”, porque “lo que está bajando es el nivel educativo y cultural de la población uruguaya”, afirmó. Para Bianchi, la realidad observada debe tomarse como un “llamado de atención para eliminar la marginalidad cultural” que afecta a la sociedad. “No es económica, es cultural. Eso se refleja en el Parlamento, y está bien porque nos eligen los ciudadanos”, reiteró.

“Yo no soy una desubicada, sé que no fui electa vicepresidente, pero sé también que por algo el actual presidente me puso en el lugar de la lista que me puso”, advirtió Bianchi antes de comenzar su oratoria. Aunque admitió que le tocó ser vicepresidenta “más tiempo del que hubiera querido” porque “no es el lugar” que prefiere, consideró que el rol implica “intervenir permanentemente en toda la actividad parlamentaria”.