Después de meses sin aparecer en el ámbito público y político, reapareció el excanciller Ernesto Talvi con un artículo que publicó en el Real Instituto Elcano de España, donde es uno de los principales investigadores.
En el artículo desarrolla ocho claves para entender las elecciones en Uruguay para los lectores europeos, y hace apuntes sobre lo sucedido el 27 de octubre, cuando se confirmó el balotaje entre Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA), y Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN), y lo que podría suceder después del 24 de noviembre, según quien gane.
Talvi hace la apreciación de que en el mundo occidental “la democracia liberal está jaqueada desde dentro” y enumera las razones: “Desencanto con las élites, la aparición por izquierda y por derecha (más por derecha que por izquierda) de alternativas a los partidos establecidos y con un discurso antisistema, polarización política, fragmentación y una frágil gobernabilidad”.
Sin embargo, aclara que esto no corre para Uruguay. En primer lugar, explica que las elecciones fueron “competitivas” y “libres de fraude o sospecha de fraude”, donde “la oposición tiene las mismas oportunidades de conquistar el gobierno que el oficialismo”. Así, indicó que el resultado del balotaje es “incierto” y que “puede ganar cualquiera”.
Brevemente, señala que los resultados del escrutinio que presentó la Corte Electoral no fueron impugnados ni lo serán, y que “la confianza en la integridad del proceso electoral es compartida sin discusión ni matiz por todos los partidos”.
Talvi menciona que el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, tiene “altos niveles de aprobación de la ciudadanía” y que “no busca ser reelegido”.
A su vez, señala que “en buen romance y en contraste con las tendencias globales, la ciudadanía se siente representada por los partidos establecidos y no percibe la necesidad de que su voto migre hacia opciones antisistema”.
En ese sentido, apunta que los partidos de corte “antisistema y/o nacionalistas y/o ambientalistas y/o personalistas y/o otras variantes” obtuvieron, en su totalidad, “apenas un 3,7% de los votos” y que “ni siquiera pudieron superar el voto en blanco y nulo, que rondó el 5%”.
Destacó que la participación en las elecciones fue de 90% —si bien aclaró que los comicios son obligatorios— y que, por lo tanto, el resultado es “representativo del total del electorado” y “el fantasma del absentismo como voto protesta contra el sistema o de indiferencia ante su inoperancia, no aparece en escena”.
Con el contexto de que el FA consiguió la mayoría en el Senado pero no en la Cámara de Diputados, y que entre el FA y la Coalición Republicana reúnen 97 de los 99 escaños, “la configuración del nuevo Parlamento presagia la necesidad de construir trabajosos consensos”.
Por eso, Talvi resalta que, gane quien gane, “tendrá que haber una cooperación parlamentaria más estrecha entre las dos grandes coaliciones políticas del país, para no quedar cautivos de posiciones extremas de muy escasa representatividad”. De esa forma, el trabajo en el Parlamento “requerirá de trabajos consensos”, pero “no es asimilable a una frágil gobernabilidad”.
“La continuidad de las políticas de largo aliento (estabilidad macroeconómica, integración comercial, un clima amigable para las inversiones, políticas sociales activas y un Estado de bienestar fuerte) no está puesta en cuestión”, resalta.
En conclusión, el excanciller asegura que “los augures sostienen que Uruguay no podrá emanciparse de las tendencias políticas globales” y estas, “más temprano que tarde, le darán caza”.