Entre la noche del jueves y la madrugada del viernes de la semana pasada, el río Santa Lucía Chico creció hasta sus niveles máximos registrados, como en 2019, y entre este martes y miércoles, después de unos días de ir bajando, un torrente volvió a cargarlo para llevarlo a más de un metro por encima de los ahora viejos máximos. Con el paso de las horas volvió al mismo nivel en el que estuvo unos días antes, y siguió creciendo para llegar a muchos lugares donde nunca antes había llegado, al menos desde que existe registro.

Hubo hogares en los que no dio el tiempo para nada, y no hubo nadie que no haya perdido algo. Aquel que la semana anterior quedó con el río en la puerta, esta vez vio cómo su casa quedaba inundada, y en un nivel muy por encima del pestillo. Crece el Santa Lucía Chico y también los arroyos Pintado y Tomás González, donde los vecinos marcan que el agua llegó a lugares antes no alcanzados. El agua pasó por encima del puente Piedra Alta, obra de 1908, que tuvo dos caídas durante el siglo XX, pero nunca había sido alcanzado por el río.

El martes de noche se habían registrado vientos fuertes, de hasta 113 kilómetros por hora, además de intensas precipitaciones, algunas muy fuertes y con granizo. Cayeron más de 50 árboles, además de varias columnas. Hubo corte de energía eléctrica y daños en edificaciones particulares y públicas. El liceo 2 suspendió las clases por dos días y el laboratorio del Hospital Florida quedó fuera de actividad hasta nuevo aviso. No hubo lesionados.

La solidaridad de los vecinos y la falta de agua

La segunda crecida, la de este martes y miércoles, amplificó lo que ya había sido una escena importante durante la primera: la solidaridad entre vecinos. Además de los camiones y otros vehículos de las diferentes dependencias estatales; además de militares, bomberos, policías, municipales y otros funcionarios públicos, hubo, en todos los barrios, una corriente de vecinos que se acercaron al río. Algunos cruzaron la ciudad de punta a punta. Aportaron desde camiones a botes; hubo cuadrillas. En las horas siguientes, se organizaron desde ollas populares hasta clases de zumba solidarias.

La cifra de personas evacuadas en diferentes espacios que utiliza el Centro Coordinador de Emergencias Departamentales para estos casos –como el pabellón de la Plaza de Deportes– es similar a la de la semana anterior: más de 70. Pero en esa oportunidad la estimación de personas desplazadas fue de algo más de 300, y esta vez son unas 1.700, o incluso más.

En la mañana del martes la ciudad se quedó sin el suministro de la red de agua potable. El río también había llegado a la planta de OSE en 2019 y, en ese entonces, había alcanzado los equipos eléctricos que permiten su funcionamiento, por lo que, pasada esa creciente, se optó por ubicarlos varios centímetros más arriba. Pese a esto, en esta oportunidad, la creciente los alcanzó y se cortó el suministro.

El jueves al mediodía el intendente hizo saber, en una rueda de prensa, que el departamento estaba “en situación de emergencia”. Envió una comunicación a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), en la que solicitó “la suspensión de todas las actividades curriculares en la ciudad de Florida los días jueves 22 y viernes 23, considerando además la falta de agua potable”.

Anunció que camiones cisterna de OSE estaban abasteciendo seis puntos de suministro de agua potable en diferentes zonas de la ciudad. No había pasado una hora y la gente había concurrido a esos lugares con bidones, botellas, jarras. “Vengo porque estoy sola y la que guardé anoche ya se me gastó”, comentó, frente a la policlínica del barrio San Fernando, una mujer de unos 80 y tanto, con una mano apoyada en el bastón y la otra sosteniendo una jarra de dos litros. Shubert, un joven que estaba en la cola del dispensador y le cedió el turno, además de llenarle la jarra, dijo a la diaria que en unos pocos minutos que estuvo ahí, vio a “pila de gente” que llegó y se fue con los bidones llenos.

El presidente del ente, Raúl Montero, dijo este jueves que es posible que el servicio se reestablezca durante el viernes.

Lo que queda por crecer

A media tarde llegó el presidente Luis Lacalle Pou. Recorrió en helicóptero zonas rurales inundadas, así como parte de la ciudad. Aterrizó en el Centro de Aviación Civil para minutos después pasar, junto al intendente, por una de las áreas urbanas alcanzadas por el río. Habló con vecinos de la calle Acuña de Figueroa, visitó algunas de las casas, y recibió un planteo por la no suspensión de clases.

En rueda de prensa en la Intendencia de Florida, un poco más tarde, dijo que el criterio que tiene el gobierno para estos casos es similar al de la pandemia. “Siempre es importante no perder clases”, indicó, apuntando que la suspensión o no “dependerá de cada departamento, de cada zona”. Para la ciudad de Florida, la ANEP definió la suspensión de clases en centros educativos públicos y privados en la ciudad hasta el viernes inclusive.

“Tenemos los números de todo el país; Florida es el departamento más complicado”, aseguró el presidente. Dijo que es notorio “el malhumor de la gente” por la situación que está atravesando y admitió que pudo haber generado “confusión” la comunicación sobre la alerta roja y su efecto o no en la suspensión de clases. “Yo estaba viendo dos canales ayer de noche y se informaron dos cosas distintas; seguramente porque llamó a confusión”, comentó.

Sobre Florida, recordó que está bajando el Santa Lucía Chico, pero que “hay localidades que todavía no recibieron lo peor”. Además de la ciudad, también en otras zonas hubo reporte de casas alcanzadas por el agua, más allá de caminos cortados. La situación más compleja es la de 25 de Agosto, donde el que pasa es el Santa Lucía, el grande, y desde la semana pasada hay personas evacuadas. Algunas están en carpas montadas por el Ejército. En total, en 25 de Agosto hay más de 100 personas desplazadas, pero se aguarda que la cifra crezca y mucho, tanto como el río lo vaya definiendo hasta su pico máximo, posiblemente durante del viernes. “Hay localidades que todavía no recibieron lo peor”, insistió Lacalle.