El miércoles comenzó el noveno Congreso Uruguayo de Ciencia Política, denominado Desafíos Democráticos y Tendencias Autoritarias en América Latina. La actividad, que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Sociales (FCS), culminará el próximo viernes. Uno de los paneles de la jornada de apertura, titulado “La batalla cultural de las derechas radicales en Iberoamérica: redes, discursos y articulaciones antiprogresistas”, dejó varios apuntes sobre fenómenos que ya tienen raíces en Uruguay.

El politólogo Camilo López Burian puso foco en las “redes transnacionales de ultraderecha” a través de “tres nodos en América Latina”. En el trabajo –que aún continúa y del que participan otros académicos extranjeros– los mencionados nodos, presentes en América Latina, son la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), las fundaciones Heritage y Atlas Network y el rol de España a través del partido de ultraderecha VOX.

Partiendo del concepto de “internacionalismo reaccionario”, López Burian detalló que a partir de estos nodos las “derechas articulan o convergen internacionalmente o de manera transnacional”, algo que discute con una literatura que dice que por el “carácter nacionalista” de la derecha “esto no debería ser posible”. El especialista enfatizó que este internacionalismo se caracteriza por ser “descentralizado y con diversidad de actores”.

El politólogo explicó que para este análisis, se parte de la visión de la “historia global”, lo que presupone la existencia de “un clima de época” que se ve atravesado por el “cruce” con “las especificidades de las trayectorias nacionales”. En ese marco, indicó que la CPAC tiene como origen ser la “plataforma del conservadurismo estadounidense” y que se ve transformada por la llegada al poder de Donald Trump. A partir de allí, fundamentalmente, tiene lugar su “internacionalización” y se empieza a mostrar un posicionamiento más “radicalizado”.

“Se ha transformado en un agente de unificación de elementos liberales muy radicalizados, pero también de un maridaje bien interesante con el conservadurismo moral”, explicó López Burian. Más allá del origen, esta internacionalización brinda la posibilidad de que “figuras locales puedan tener visibilidad con otros actores de la región”, lo que los hace posicionarse, agregó.

En el caso de Heritage y Atlas Network, uno de sus roles tiene que ver con el financiamiento. Heritage, según López Burian, “ha tenido un viraje más conservador” y “hace política pública como un modo de transferencia ideológica”. Por su parte, Atlas Network cuenta, según lo investigado, con 78 grupos en América Latina. Allí brinda “espacios de formación”, realiza premiaciones y financia elementos relacionados con la “articulación” política, señaló López Burian.

Por último, desde VOX, el politólogo asegura que se genera “un puente” y se consolida la noción de “iberosfera”. Según detalló, este concepto hace referencia a “una reconstrucción hispanista” que toma cuerpo en una “visión cultural, pero también geopolítica”, donde aparece también la religión.

La agenda 2030

Otro de los trabajos presentados buscó analizar a la agenda 2030 “como significante digital de discursos radicales”. Según uno de los politólogos responsables, Federico Musto, la pregunta de si “deben existir agendas globales” se transforma en una “crítica soberanista –aunque no exclusivamente– desde la ultraderecha” sobre esta propuesta impulsada por la ONU. Según el especialista, dentro de la crítica aparece el rechazo al “conocimiento experto y la burocracia internacional”.

Otro de los autores del trabajo, el politólogo Gonzalo Puig, detalló que el “antiagendismo está fuertemente ligado con el antiglobalismo”, un fenómeno que “no es nuevo”, y que con la aparición de la Agenda 2030 “logra condensar” una serie de críticas que son previas. El académico marcó el fin de la Guerra Fría, el fin de la Unión Soviética, como una muerte para el “anticomunismo”, lo que a su entender dio paso a la necesidad de algunos sectores de encontrar “nuevos enemigos” en las “organizaciones multilaterales”.

A través de un análisis realizado en X, Puig señaló que se identificó a actores como el presidente argentino, Javier Milei, y el político español de VOX, Santiago Abascal, como “portavoces iberoamericanos” de esta visión. Sin embargo, se diferencia el hecho de que desde Argentina se centre la crítica a la agenda 2030 en la “batalla cultural, el riesgo civilizatorio y la amenaza moral”. Por su parte, desde España se hace una “crítica más económica”, alineada a la crítica al Pacto Verde Europeo.

La politóloga Valeria Bonomi, integrante del equipo, agregó que una revisión de las críticas a la agenda 2030 en Uruguay, a través de X y Google, dio como resultado la presencia más bien de “una atracción de discursos internacionales”, dándose una “importación de temas” y no la generación local. En cuanto a las asociaciones más habituales de las críticas, mencionó mayor presencia de los cuestionamientos a la agenda 2030 a través de hacer referencia a la “ideología de género”.

Los libertarios uruguayos

Javier Revetria, licenciado en Comunicación y estudiante de la maestría en Ciencias Políticas, fue el único en exponer en el panel un trabajo enfocado exclusivamente en Uruguay. Concretamente, avanzó sobre la “conexión política de los libertarios en Uruguay”. Ubicó el estudio a partir de 2019, marcando como hitos las victorias de Trump en Estados Unidos y de Jair Bolsonaro en Brasil, así como la aparición en Uruguay de Cabildo Abierto (CA) y del exsenador nacionalista Juan Sartori.

Revetria afirmó que al hacer “una trazabilidad” de muchos actores que conformaban las filas de Sartori y CA se llega a los “grupos libertarios actuales”. “Estos grupos que antes eran dispersos o marginales, ahora están convergiendo cada vez más en sectores propios, teniendo cada vez más fuerza”, detalló. Asimismo, aseguró que de un análisis del discurso de estas agrupaciones surge que no parecen buscar alcanzar un “discurso hegemónico”, sino “normalizar” determinados discursos que antes eran “ajenos o estaban vetados”.