En 2021, cuando se discutía por primera vez el proyecto de ley de eutanasia, redactado por el entonces diputado colorado Ope Pasquet, un grupo de personas conformó Empatía Uruguay con el objetivo de conseguir el mayor apoyo posible para lograr la aprobación de la iniciativa mediante la difusión de datos y evidencias que desmitificaran los discursos falaces presentes en el debate público.
Florencia Salgueiro es una de las fundadoras de Empatía. En 2020 su padre falleció de esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa que padeció durante tres años y que “afecta las neuronas motoras, que son las que hacen que tus músculos obedezcan tus órdenes”, y tiene una esperanza de vida de entre dos y cinco años, según explicó en entrevista con la diaria Radio.
“Mi padre vivió la mayor parte de los tres años que tuvo su diagnóstico con esperanza y con ganas de vivir, incluso cuando iba perdiendo capacidades para caminar, después estar parado, después levantar un vaso de agua, después comer, respirar”, compartió Salgueiro. La enfermedad empeoró, los cuidados paliativos se intensificaron y, en febrero de 2020, “nos sentó a mi hermana, a mi madre y a mí y nos dijo: ‘Hasta acá llegué, esto ya no es vida, yo lo que tenía para vivir ya lo viví, lo que viene de acá para adelante ya lo conozco y no lo quiero. Nada de lo que yo disfrutaba lo puedo hacer, es sólo sufrir’”, relató Salgueiro, y aclaró que, al no ver afectada su capacidad mental por la enfermedad, su padre “tenía muy claro lo que estaba diciendo”.
El padre de Florencia manifestó su deseo a los médicos, quienes le explicaron que lo que pedía es ilegal. “Eso fue de mucha impotencia, porque lo que dijo es ‘lo que ustedes me están diciendo es que yo tengo que seguir sufriendo, que ustedes van a decidir cuándo mis síntomas son refractarios y me van a dar la sedación paliativa, pero eso lo van a decidir ustedes. Lo único que puedo decidir yo es dejar de comer y de tomar agua, es el único control que yo tengo sobre mi cuerpo’”.
Para Salgueiro, esa experiencia fue “cruel” y “no tuvo ningún sentido”. Por eso, cuando se presentó la iniciativa en el Parlamento, “llegó la oportunidad de hacer algo” por “la gente que hoy en día está en la situación de mi padre y que podría tener un final distinto”. “Yo voy a estar contenta cuando esto sea una ley”, afirmó Salgueiro, para quien, “si hay una persona que pueda tener una muerte distinta a la de mi padre”, tendrá sentido su militancia.
El proyecto de eutanasia fue retomado en la Comisión de Salud y Asistencia Social de Diputados en la presente legislatura a principios de abril. El 16 de julio se aprobó en la comisión y su votación en el plenario será el martes 12 de agosto.
Tras su paso por la comisión, el artículo 2 del proyecto, que define las personas que podrán solicitar el derecho a la eutanasia, se modificó, estableciendo que estas sean “toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que curse la etapa terminal de una patología incurable e irreversible, o que como consecuencia de patologías o condiciones de salud incurables e irreversibles padezca sufrimientos que le resulten insoportables, en todos los casos con grave y progresivo deterioro de su calidad de vida”. Originalmente, establecía que la eutanasia podría ser pedida por personas con “condiciones de salud crónicas, incurables o irreversibles”, en lugar de “en la etapa terminal”.
Para Salgueiro, este cambio “no es sustancial”, ya que, en sí, la intención de los legisladores siempre es la misma, esto es, que la ley “cubra casos excepcionales” de “personas que están en situaciones desesperadas”, ya sea “cercanas a la muerte, en el caso de enfermedades que estén en etapa terminal, o no cercanas a la muerte pero que son gravísimas”.
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Por otro lado, en el proyecto original, el artículo 4, que marca el procedimiento a cumplir para llevar adelante la eutanasia, planteaba que se debía recabar la opinión de dos médicos –independientes entre sí–, y disponía que, si el segundo discrepaba con el primero, se debía “recabar el dictamen de un tercer médico”. La nueva redacción del proyecto establece que, en caso de discrepancia entre los dos primeros médicos, “se deberá recabar el dictamen de una junta médica, la que se expedirá definitivamente sobre la solicitud en un plazo no mayor a cinco días”.
Salgueiro sostuvo que esa modificación ha sido, de alguna manera, “un reclamo de algunos que estaban en contra de la eutanasia y otros que estaban a favor pero no estaban tan seguros acerca de las garantías que brindaba”. La integrante de Empatía consideró que el planteo “parece razonable” y destacó el “marco temporal” que establece para que los profesionales se expidan.
Señaló que siempre existe “una tensión” entre las garantías que se da al proceso –para que sea “algo controlado” y “evaluado por gente idónea”– y que estas no terminen siendo “mil vallas que el enfermo tiene que saltar antes de conseguir su derecho a una muerte digna”. En ese sentido, señaló que la intención de los legisladores de la comisión fue “tratar de hacer un balance entre ambas cosas”; desde Empatía, en principio, evalúan como ”razonable” la opción de una junta médica, ya que conserva esa intención de lograr un equilibrio.
En cuanto a las garantías para asegurar que no se fuerce la voluntad de la persona, Salgueiro explicó que el proyecto, además de prever la intervención de esos dos médicos que certifiquen tanto la condición de salud como que la decisión es libre y reflexionada, propone también la presencia de dos testigos que no pueden ser herederos ni beneficiarios de la persona.
Para la integrante de Empatía, en la discusión parlamentaria, “hay personas que realmente están preocupadas por las garantías”, así como también “hay gente que, incluso con todas las garantías que pudiesen existir, estaría en contra” del proyecto, por lo que, a su entender, también “hay un equilibrio entre conseguir más votos, más consenso, una legitimidad mayor del proyecto y contentar a gente que de todas maneras va a votar que no”.
En esa línea, señaló que uno de los aspectos que le ha asombrado del debate es la “imagen de los médicos que algunas personas quieren dar, como si fuesen carniceros que van a firmar cualquier cosa”, cuando, en realidad, “además de tener una ética propia de su profesión, tienen la preocupación de no hacer nada por fuera de la ley”.
Al inicio de la actual legislatura, el senador colorado Pedro Bordaberry propuso, en lugar de la regulación de la eutanasia, una nueva redacción de la figura del homicidio piadoso en el Código Penal. La iniciativa dispone un procedimiento para el homicidio piadoso que incluye, entre otras cosas, una instancia de diálogo para que la persona que haya solicitado la muerte tenga conocimiento de “las posibilidades de tratamientos o soluciones para aliviar el sufrimiento y ayudar a superarlo”.
Al respecto, Salgueiro sostuvo que, si bien “no nos parece completamente contrario”, “hay una cuestión filosófica por detrás”, que es que “la eutanasia no es un homicidio” ni debería ser considerado como tal. “Tener una muerte digna es un derecho humano y la persona que actúe como tal no debería ir a la cárcel, [porque] no está haciendo nada mal. Está haciendo algo que está bien y que está movido por la piedad, la compasión y el respeto a la voluntad del prójimo y a la autonomía de esa persona”, acotó.