Foto del artículo 'Fuerte descenso del embarazo adolescente rompe “décadas de estancamiento”'

La tendencia decreciente de la mortalidad infantil y de la fecundidad adolescente son dos muy buenas noticias. Tal vez no sea tan bienvenido el hecho de saber que sigue cayendo la tasa de fecundidad a nivel nacional, pero los expertos evalúan que no hay por qué preocuparse por ahora, porque la tasa no llega a ser “tan baja”, y habla, también, de “ajustes en el ejercicio de derechos”. Estos datos fueron tema de discusión del coloquio “Tendencias recientes de la fecundidad, natalidad, mortalidad infantil en el Uruguay”, que se desarrolló el viernes en el Ministerio de Salud Pública (MSP).

Los datos preliminares de 2017 que muestran el descenso de la mortalidad infantil y la caída de la tasa de fecundidad habían sido anunciados por el ministro de Salud Pública, Jorge Basso, a fines de febrero. En el coloquio las cifras fueron analizadas por autoridades y técnicos del MSP, de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Bienvenidos

En 2017 murieron 94 bebés menos que en 2016; la tasa de mortalidad infantil alcanzó el punto más bajo, pero, más que hablar de cifras, el MSP prefiere hablar de la tendencia, que también es decreciente. Adriana Misa, directora de Estadísticas Vitales del MSP, detalló que se denomina “mortalidad infantil” a la que ocurre durante el primer año de vida, y que se divide en tres componentes: la mortalidad neonatal precoz (en los primeros siete días de vida), la neonatal tardía (del día ocho al 28) y la posneonatal (del día 29 a los 364 días). Los tres componentes muestran una tendencia decreciente.

Las principales causas de muerte son la prematurez (43,6%) y la presencia de malformaciones congénitas (30,9%), mientras que 14,9% se debió a síntomas y signos no definidos (las autoridades instan a los médicos a especificar mejor los motivos de fondo de cada fallecimiento). Claudia Romero, directora del Programa de Salud de la Niñez del MSP, destacó que el descenso se produjo mayoritariamente en el componente neonatal precoz (hasta los siete días desde el nacimiento) y que eso está relacionado con la atención perinatal, es decir, durante el embarazo e inmediatamente al nacimiento.

Non preocuparum

En 2017 nacieron en Uruguay 43.014 niños, 4.000 menos que en 2016 (ver gráfico); la tasa global de fecundidad (promedio de hijos por mujer) se situó en 1,71. “Este indicador nos coloca en el grupo de países de baja fecundidad”, explicó Misa. Acotó que se trata de un fenómeno mundial que se inició en los países desarrollados, y tranquilizó al decir que Uruguay no está entre los países que tienen “muy baja” tasa de fecundidad (1,5), y que los nacimientos siguen superando a las defunciones.

En el mismo sentido se manifestó Juan José Calvo, representante auxiliar del UNFPA en Uruguay y especialista en demografía económica. Dijo que “más de la mitad de la población mundial ya vive en países con tasas de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo”, que las proyecciones son que en 2.065, países como España, Alemania e Italia tengan un descenso del orden de 30% respecto de la población actual, pero señaló: “Nosotros estamos muy lejos de esa situación”. “No es este descenso algo que debiéramos ver como un problema demográfico, sino que estamos procesando ajustes en el ejercicio de los derechos: poco a poco, las personas van acercándose al número de hijos e hijas que efectivamente desean tener”, sostuvo.

30% de la caída de la tasa de natalidad se debe al descenso del embarazo adolescente. El MSP descarta que el descenso de la tasa de fecundidad responda a un incremento de las interrupciones voluntarias del embarazo, puesto que en 2017 la cartera sólo contabilizó 111 abortos más que en 2016. Tampoco varió mayormente el número de abortos por anomalías fetales (pasó de 60 a 70 casos en 2017).

Proyectos de vida

“Desde la década de 1960 hasta el año pasado, el indicador de embarazo adolescente había permanecido rígido en valores extremadamente altos y con consecuencias desde el punto de vista de la salud, económicas, de ciudadanía y de ejercicio de derechos”, expresó Calvo. En 2016 la tasa de fecundidad adolescente se situó en 51 por 1.000 nacidos vivos, y en 2017 cayó a 41 cada 1.000 nacidos vivos.

El embarazo no deseado en adolescentes es uno de los objetivos sanitarios del MSP, el primero de los 15 problemas críticos priorizados por la cartera. Todos los oradores enmarcaron el descenso de la fecundidad adolescente como producto de la política de Estado y, especialmente, con la estrategia intersectorial (Estado, academia y organizaciones de la sociedad civil) diseñada por la ex subsecretaria de Salud Pública Cristina Lustemberg, ahora diputada, que participó en el coloquio.

Si bien descendieron los embarazos de adolescentes de 14 años y menos, siguen en cifras preocupantes: fueron 98 en 2017 (habían sido 123 en 2016). Misa catalogó la cifra de “inaceptable”, porque la inmensa mayoría de esos casos son producto de violencia (sexual y social).

Wanda Cabella, docente de la FCS, remarcó que si bien era esperable que descendiera la fecundidad adolescente, sorprende la cantidad y la velocidad con que se produjo. Dijo que el descenso de embarazos en el grupo de 15 a 19 años explica 30% de la caída de nacimientos, pero propuso sumar los “grupos adyacentes” para ver la dimensión del embarazo en esas edades tempranas: el descenso de embarazos entre 15 y 21 años explica 45% de la caída, y la proporción sobrepasa el 50% si se considera el grupo de 14 a 22 años.

Uruguay tenía pésimos números de embarazo adolescente: Cabella destacó que hasta 2016 estaba por encima del promedio mundial (45 por 1.000 nacidos vivos) y bastante superior a los valores de 15 por 1.000 de los europeos o 30 por 1.000 de los asiáticos y los norteamericanos. Los datos presentados el viernes no discriminan por sector económico ni por zonas geográficas. Según datos proporcionados por Lustemberg en 2017, los departamentos de Río Negro, Durazno, Artigas, Salto y Cerro Largo tenían tasas de fecundidad de entre 70 y 86 por 1.000, promedios cercanos a los de África, destacaba la entonces subsecretaria.

Otro punto señalado por Cabella fue que, según los datos de embarazo adolescente en Uruguay, 70% de los nacimientos provenían de embarazos no deseados.

Todavía se desconoce a qué se debe la fuerte caída del embarazo adolescente. En diálogo con la diaria, Silvia Graña, responsable del área programática de Adolescencia y Juventud del MSP, comentó que es un fenómeno “multicausal”; la mesa intersectorial analizará las causas.

Un factor que parece explicar, en parte, el descenso del embarazo adolescente es la colocación de implantes subdérmicos en usuarias de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), y de los hospitales Militar y Policial.

Mónica Gorgoroso, asesora de ASSE, explicó que la natalidad disminuyó en todo el sistema de salud y que ASSE aportó 52% a esa disminución. Eso quiere decir que no explica todo el descenso. Sin especificar departamentos, dijo que en algunos lugares la maternidad adolescente disminuyó 3%, y que en otros lugares lo hizo 30%. Desde 2014, ASSE ha colocado 55.000 implantes.

Según datos oficiales, la maternidad adolescente se da en los sectores más pobres de la población, y tres de cada cuatro madres adolescentes habían abandonado los estudios durante el año anterior a ser madres. Cabella valoró que “es impresionante la diferencia en la edad en la que tienen el primer hijo sectores de mujeres con poca educación y con mucha educación”, y que “si un grupo más grande de mujeres posterga la maternidad, que es lo que aparentemente estamos viendo, va a tender a mostrar un achicamiento de la brecha enorme en los calendarios de inicio de la maternidad”.

Cabella pidió dejar de lado “visiones catastrofistas” en cuanto al descenso de la tasa de fecundidad, y dijo que es de esperar que haya un aumento de madres de 25 en adelante. Señaló, también, que es necesario considerar cómo influyen temas de vivienda, de inseguridad laboral y de falta de cuidados.