La sala es amplia, la cama individual es cómoda y está pronta para transformarse según las necesidades. El baño es privado, la cuna térmica está al lado de la madre junto al sillón cama donde descansará un acompañante, y la última tecnología está a disposición de un equipo de médicos y profesionales referentes a nivel país, todo a la orden de las usuarias del Hospital de la Mujer de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) en las nuevas salas de nacer que se inaugurarán la primera semana de agosto. la diaria habló con la subdirectora del hospital, Victoria Lafluf, y con ella recorrió las salas antes de que empiecen a recibir a las próximas generaciones.

Las cuatro nuevas salas se suman a otras cuatro que se habían inaugurado en 2017 en el hospital, que junto con el Hospital Pediátrico forma parte del Centro Hospitalario Pereira Rossell (CHPR). Según Lafluf, con la renovación el espacio “termina de posicionarse como una maternidad de última generación”, por varios aspectos: “la planta física, el equipamiento médico, los equipos técnicos –que son referentes de la ginecología y la obstetricia del país– y las tendencias en las pautas clínicas”, enumeró.

Ese último punto es lo que destaca al Hospital de la Mujer. La práctica de un parto humanizado no es tan general como se espera, pero la administración pública lo viene pregonando desde hace varios años. En el parto humanizado, siempre el centro de la atención va a ser la madre y sus necesidades; los médicos depositan en ella la confianza y respetan el proceso físico y emocional por el que está pasando la mujer, más allá de sus sugerencias profesionales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) apuesta por este tipo de partos, y en los últimos años ha recomendado a los estados hacer todo lo que esté a su alcance para cumplir con los nuevos estándares.

Lafluf explicó que el concepto general de parto humanizado se puede detallar en tres etapas. Lo primero es “ayudar a la mujer a decidir informada y libremente cómo quiere transcurrir el proceso de nacimiento. Apuntamos a que la mujer elija cómo quiere tener el nacimiento: de cuclillas, sentada, parada. La idea es respetar al máximo el proceso fisiológico; para eso se le informa y ella podrá elegir de acuerdo a lo que le parezca”.

La segunda etapa implica “un acompañamiento y supervisión pero minimizando el intervencionismo, siempre con una mirada humana y respetuosa de ese proceso”, hasta llegar al momento del parto en sí mismo “y ahí actuar oportunamente; cuando se requiera que se tenga todo lo que haya que tener, y en realidad en ese contexto es donde viene lo edilicio. Esas salas están planificadas, como las primeras, para transcurrir la mayor parte del tiempo de trabajo de preparto, de parto y puerperio inmediato, y que lo más posible sea vivenciado con los padres o con quien la mujer indica que la acompañe”.

Entre los elementos de las salas de nacer Lafluf resaltó la termocuna, “que es el lugar de la recepción del recién nacido. Otra de las cosas que hemos trabajado los últimos años es, como se hace en el mundo, no trasladar al recién nacido a otro lado, es decir que el primer examen físico y algunas maniobras con la vía aérea se hagan al lado de la madre, de su acompañante, de la familia”.

Otro de los “pilares” del parto humanizado es que la atención del parto de bajo riesgo sea hecha por obstetras parteras que acompañan todo el proceso desde el ingreso de la paciente. Lafluf aclaró que eso no quiere decir que no haya ginecólogos, pero destacó que en este momento 36% de los nacimientos que ocurren en el hospital son asistidos por parteras. Esto se puede visualizar como un logro, ya que en 2013 el porcentaje de nacimientos llevados a cabo por parteras llegaba sólo a 24%, y la recomendación de la OMS es dejar el nacimiento en manos de estas profesionales siempre y cuando cuenten con apoyo en caso de complicaciones.

Para la subdirectora “lo que cambia rotundamente la vivencia para la madre, la familia o el acompañante es dejar el traslado interno del hospital. La idea es que transcurra todo ese proceso lo más naturalmente posible en una sola sala. No se puede ingresar a la paciente en un lugar, examinarla en otro, trasladarla a un sitio distinto para el preparto y después tener el parto en otro. Acá es una sola sala que se va adaptando a los distintos momentos, el equipo técnico viene a asistir a la paciente ahí y termina el parto pero sigue vivenciando todo junto al bebé y quien la acompañe ahí; recién después de unas horas va a un alojamiento conjunto. A ese modelo es que se viene tendiendo”.

Más natural

Unos 7.000 bebés nacen por año en el Hospital de la Mujer, aunque en los últimos registros hay una tendencia al descenso, en línea con lo que son las cifras nacionales de natalidad. De ese total sólo 28% son a través de cesáreas. El porcentaje es alto si se considera que la OMS plantea que no hay ninguna razón para que los países superen el 15% de partos a través de este tipo de intervenciones, pero es bajo si se lo compara con la tasa de cesáreas a nivel nacional, que en 2014 fue de 44,3%, tal como consignan los Objetivos Sanitarios Nacionales definidos por el Ministerio de Salud Pública en 2016, que se propuso bajar 10% la tasa de cesáreas. Los números del Hospital de la Mujer muestran una tendencia a la baja: en 2013 la cantidad de cesáreas había llegado a su máximo de los últimos siete años, ubicándose en 29,8%. Lafluf resaltó como positivo este descenso. Según detalló, “la cesárea es un procedimiento para terminar el parto de forma segura que ha demostrado su eficacia, pero cuando no está indicado claramente es un riesgo, porque es una cirugía. Todas las líneas de trabajo, las pautas clínicas, los equipos tratantes han trabajado mucho la indicación precisa de la cesárea”, y en este sentido acotó que “cuando las mamás plantean que quieren una cesárea porque tienen miedo al parto, por ejemplo, se trabaja mucho esa primera etapa del parto humanizado que es la información. Por supuesto que no se obliga a nadie a tener un parto, pero la idea es que la mujer pueda transmitir sus miedos, sus vivencias, y si realmente el pedido de una cesárea es por miedo, tratar de llevarla al proceso más fisiológico”.

El CHPR apunta a un cuidado integral de la mujer y su familia y a “seguir la idea de ciclo de vida”, puntualizó Lafluf. Para ella el desafío está en no perder las oportunidades de ofrecer un tratamiento a toda la familia, dijo, y aseguró que se intenta aprovechar las visitas de las madres al centro pediátrico acompañando a sus hijos para recordarles los controles ginecológicos que tienen que tener al día o, a la inversa, cuando acuden al Hospital de la Mujer se revisa la salud de los pequeños que vayan junto con ellas.

Más que madres

El Hospital de la Mujer es un centro de referencia nacional en ginecobstetricia y perinatología. En ese sentido, sólo recibe consultas de aquellas pacientes de alto riesgo obstétrico derivadas desde el primer nivel de atención en salud, con el que se mantiene una coordinación continua. El trabajo del hospital va más allá de la maternidad; según comentó la subdirectora, al año hay unas 30.000 consultas en policlínica y aproximadamente 28.000 en emergencia. Además se realizan cerca de 3.500 cirugías ginecológicas, porque es referencia en el área de patología ginecológica y de ginecología oncológica. También es un hospital universitario, y debido a esto es formador de profesionales en diversas áreas; esto implica, entre otras cosas, que “condiciona lo que van a ser las prácticas fuera del hospital, porque los recursos humanos se forman ahí y después replican en otros servicios”, destacó Lafluf.

Foto del artículo 'Con nuevas salas de nacer ASSE “termina de posicionarse como una maternidad de última generación”'

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