“Algunos autores hablan del uso saludable de los medicamentos; otros, del uso prudente, del uso responsable o conservador. Hay mucha bibliografía al respecto que hace repensar el concepto de uso racional”, aseguró el psiquiatra Mauricio Toledo, de la Unidad de Farmacología Clínica (UFC) del hospital Vilardebó, en una mesa redonda que se hizo el viernes y en la que participaron representantes de las facultades de Medicina y Química de la Universidad de la República, del Ministerio de Salud Pública (MSP) y de la Organización Panamericana de la Salud. El objetivo, según detallaron a la diaria los organizadores, fue debatir la idea que está detrás del uso racional de los fármacos y pensar estrategias para mejorar en ese sentido.
Los objetivos sanitarios 2020 del MSP, y particularmente la ley de salud mental, aprobada el año pasado, exhortan a mejorar el uso de los fármacos. Toledo explicó que la idea de uso racional se remonta a 1985, pero que “por alguna razón seguimos trancados con el uso racional del medicamento”. La evidencia demuestra que en los últimos años hubo un aumento en el consumo de medicamentos en general: “Es un proceso que se ha llamado la naturalización de la medicalización; en la sociedad encontramos que hay cada vez más sobremedicalización de estos recursos y sería interesante reflexionar por qué. Creemos que hay múltiples factores que inciden en esto a diferentes niveles de complejidad”, puntualizó el psiquiatra.
El especialista señaló algunos conceptos que pueden influir. Remarcó que las decisiones de los médicos están atravesadas por sus emociones, aunque quieran negarlo: “Algunos le llaman sesgo cognitivo, otros lo pueden llamar determinismo inconsciente de la prescripción, pero en concreto sabemos que las emociones inciden en la prescripción; esos son factores que tenemos que abordar de alguna manera”. Asimismo, comentó que en la investigación clínica “la evidencia también tiene agujeros negros”; esto se debe a que muchas investigaciones se realizan en el marco de estudios clínicos, pero luego transferir esas conclusiones a la práctica diaria no es algo tan lineal. “Esos son elementos que debemos considerar, porque si vamos al uso racional del medicamento podemos empezar a vulnerar algunos derechos en ese sentido; hay que reflexionar para ver cómo podemos instrumentar ese tema para mejorar”, subrayó.
También dio su visión de hacia dónde debería ir la farmacología. “Capaz que es una expresión de deseo o una visión epistemológica, pero creemos que tiene que ser una disciplina centrada en la práctica clínica diaria, que se tiene que pensar en la efectividad y en la seguridad, a diferencia de la eficacia, que es un concepto que viene de los ensayos clínicos, pensados para la comercialización, es decir, para ser aprobados. Debemos también generar datos de lo que tenemos y sistematizar para ver cómo podemos gestionarlos mejor. Además, debe ser de carácter plural e interdisciplinar”.
Con respecto a la incidencia de la industria farmacéutica, Toledo explicó, en diálogo con la diaria, que “hay una estrategia de marketing, están dadas las condiciones entre las personas y las empresas y obviamente incide en la percepción de cómo usar los medicamentos. Estamos en una sociedad que está medicalizada, y las estrategias de marketing inciden en ese uso”. A su entender, también afectan la formación de los médicos, por eso alienta a que surjan más instancias de formación continua de forma independiente de otros intereses.
Polifarmacia
Ismael Olmos, químico farmacéutico de la UFC, expuso sobre los pacientes en monoterapia y polifarmacia, es decir, aquellos que son atendidos por un fármaco o varios. Desde hace años se mantiene estable la estadística: la mitad de los usuarios del hospital Vilardebó recibe un fármaco, y la otra mitad, dos o más.
Olmos explicó que un factor involucrado en el uso racional de los medicamentos tiene que ver con los costos. “Los pacientes que están en monoterapia conllevan un menor costo que aquellos que toman más [fármacos]; incluso si alguno de los medicamentos de monoterapia puntualmente es más caro, globalmente la polifarmacia termina siendo más cara para todo el sistema, además de los problemas de interacciones que pueden surgir”, puntualizó.
El químico presentó un estudio realizado en el hospital a partir de 2014. La UFC se percató de la cantidad de pacientes a los que se les daba de alta con múltiple medicación, y sugirió a la dirección que los médicos comenzaran a pedir autorización para esta clase de tratamientos. Apenas se puso esto en práctica las indicaciones de polifarmacia bajaron; sin embargo, cuando se retomó el antiguo método y pedir autorización ya no fue necesario, empezaron a subir nuevamente. Esto demuestra, entre otras cosas, que simplemente por agregarle un paso burocrático a la prescripción los médicos se moderaron.
Según el especialista, a la hora de prescribir es necesario tener en cuenta las variables del beneficio, el riesgo y el costo, y comentó que hay que plantear la prescripción electrónica, que se utiliza asiduamente en otras partes del mundo; “una prescripción asistida es la que ayuda al prescriptor a tomar determinadas acciones, lo orienta, y después él decide”, sostuvo.