El cáncer de pulmón no es uno solo, como se creía antes, sino que son varias enfermedades completamente diferentes, afirman los investigadores. Los estudios genómicos, desarrollados este siglo, han mostrado que hay varios subtipos de cáncer de pulmón, provocados por mutaciones genéticas. La semana pasada el oncólogo mexicano Jerónimo Rodríguez, investigador del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y del centro oncológico Médica Sur, estuvo en Uruguay, invitado por el laboratorio Roche, para dar una charla para oncólogos sobre alectinib, un fármaco de las llamadas “terapias dirigidas” que ha triplicado la sobrevida de las personas que lo recibieron.

En diálogo con la diaria, Rodríguez afirmó que “el cáncer de pulmón es el más mortal en el mundo”. En Uruguay es el que provoca mayor mortalidad en hombres y el segundo en mujeres, después del cáncer de mama; según datos publicados por el Fondo Nacional de Recursos (FNR), cada año se diagnostican 1.300 casos nuevos y fallecen cerca de 1.200 personas por esta causa. El oncólogo explicó que la alta mortalidad está relacionada con la agresividad del tumor, con los síntomas, que se parecen a los de otras afecciones respiratorias (tos, falta de aire, y en etapas más avanzadas puede generar hemoptisis –escupir sangre–, así como pérdida de peso y cansancio); además, los estudios de tamizaje (una serie de tomografías) funcionan en quienes tienen índice tabáquico alto, pero no han demostrado ser efectivos en no fumadores. Todo esto termina retrasando los diagnósticos: en países no desarrollados, como México, 90% de los pacientes con cáncer de pulmón se presentan en etapas avanzadas, y en Estados Unidos esa proporción cae, aunque no tanto, a 75%, puntualizó el oncólogo.

Mutaciones genéticas

Según Rodríguez, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo explican entre 60% y 70% de los cánceres en el mundo, pero no todos. Especificó que hasta ahora hay cinco mutaciones genéticas para las que se tienen medicamentos: la más común es el llamado Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR), le sigue la mutación del gen que produce la enzima quinasa del linfoma anaplásico (ALK), luego ROS1, BRAF, KRAS y se están estudiando las alteraciones NTRK, para el que se está desarrollando otro fármaco.

Por medio del INER, Rodríguez participó en el estudio Alex, que abordó a pacientes con ALK positivo, 5% de los cánceres a nivel mundial, dijo. “En el transcurso de la vida alguna célula del pulmón adquiere esta mutación, que en realidad es una traslocación, y hace es que aparezca el cáncer de pulmón”, expresó, y detalló que la mutación ALK “afecta principalmente a mujeres jóvenes, menores de 50 años, y no fumadoras”.

Relató que en la década de 1970 no había tratamiento para las personas con cáncer de pulmón: “La supervivencia global era de dos a cuatro meses”. En los 80, cuando se descubrió el cisplatino –“la primera droga útil en cáncer de pulmón”– y se lo empleó en quimioterapia, la supervivencia aumentó a seis meses; en la década de 1990, cuando “se empezó a combinar un agente basado en platino con otras drogas de tercera generación en una serie de quimioterapias”, la supervivencia aumentó a diez meses. Añadió que “la mejor estrategia de quimioterapia” –que añade un antiangiogénico, medicamento que no permite que el tumor genere sus propios vasos sanguíneos y por lo tanto que reciba el oxígeno necesario para duplicarse– “ofrece una estrategia global de 13 meses aproximadamente; eso significa que a los 15 meses 50% de los pacientes con cáncer de pulmón está vivo, y el otro 50% está muerto” (a eso se le llama supervivencia mediana). El pronóstico de quienes tienen ALK positivo mejoró en la última década, cuando el laboratorio Pfizer desarrolló la molécula crizotinib, que aumentó la supervivencia mediana a 18,7 meses y a diez meses la supervivencia libre de progresión. El crizotinib bloquea la acción de la enzima ALK, cuyas formas anormales ayudan a estimular el crecimiento de las células cancerosas; lo mismo hace el alectinib, que logró dar un paso más.

El estudio Alex comparó el efecto de alectinib y crizotinib en 303 pacientes de 31 países. Halló que alectinib consiguió una supervivencia libre de progresión de 34,8 meses; la supervivencia mediana hasta ahora es de 5,5 años y “probablemente se alcance los seis años”, dijo Rodríguez. Alectinib es desarrollado por el laboratorio Roche. La diferencia con crizotinib es que alectinib penetra el sistema nervioso central, lo que es importante porque 80% de los pacientes que tienen adenocarcinoma ALK positivo tiene o desarrollará una enfermedad del sistema nervioso central. Además, dijo que el alectinib mejora la calidad de vida y es “muy poco tóxico”.

Diferentes estrategias

Rodríguez explicó que las tres vertientes principales para tratar el cáncer son la cirugía, la radioterapia y la oncología médica; esta última incluye la quimioterapia, las terapias dirigidas y la inmunoterapia. Detalló que la función más importante de la radioterapia es “cuando se trata de una enfermedad localmente avanzada, no tan temprana para poderse llevar a cirugía pero no tan avanzada como para tener que ofrecerle un tratamiento basado solamente en quimioterapia, en terapia dirigida o en inmunoterapia”. En otras ocasiones la radioterapia se puede usar para paliar síntomas y para controlar metástasis en el sistema nervioso central.

La medicina personalizada consiste en dar el mejor tratamiento a cada paciente; se apuesta a detectar las mutaciones genéticas para dar un tratamiento dirigido, y es un avance respecto de la quimioterapia. Otro avance lo dan los tratamientos de inmunoterapia, terapias biológicas que estimulan las defensas naturales para el cáncer, todas ellas de altísimo costo. Algunas de estas terapias pueden combinarse, así como se puede recurrir a la cirugía y a la radioterapia, dependiendo de cada caso.

Tratamientos en Uruguay

El Fondo Nacional de Recursos (FNR) financia dos medicamentos de alto costo: gefitinib y erlotinib, ambos contra mutaciones del EGFR. Consultada por la diaria, Alicia Ferreira, directora técnica del FNR, dijo que alectinib no fue incluido por las cátedras de Facultad de Medicina de la Universidad de la República en 2018, cuando hicieron recomendaciones para tratar el cáncer de pulmón. Dijo que sí priorizaron la inmunoterapia, por eso se está evaluando incorporar el nivolumab o el pembrolizumab, para tratar el melanoma maligno, que pueden servir también para otros cánceres, como el de pulmón. El costo anual de este tratamiento por ahora es de 175.000 dólares, por eso se está trabajando para adquirirlo por medio del fondo de compras conjuntas de la Organización Panamericana de la Salud.

Los estudios genómicos no son costeados por el FNR. Algunos son financiados por el Instituto Nacional del Cáncer, otros son costeados por los laboratorios.