El jefe de la Unidad del Curso de Vida Saludable de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), Enrique Vega, visitó Uruguay para asistir a la reunión de expertos “Medidas clave sobre envejecimiento para la implementación y seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, realizada el miércoles 13 y organizada por Naciones Unidas, CEPAL y el Instituto Nacional de las Personas Mayores del Ministerio de Desarrollo Social. Durante su visita, conversó con la diaria sobre el panorama de la vejez en la región y en Uruguay y también sobre los desafíos que debe enfrentar el Estado uruguayo para garantizar un envejecimiento saludable a una de las poblaciones más envejecidas de América.
¿Qué es el envejecimiento saludable?
Para la OMS el envejecimiento saludable es tener una capacidad funcional adecuada, en todas las etapas de tu vida, que garantice tu independencia. No es tan importante si tienes una enfermedad u otra, lo importante es que esa enfermedad o problema social –viudez, jubilación, pérdida de seres queridos– no disminuya tu capacidad de vivir de manera independiente. Esa capacidad funcional implica que las personas puedan hacer lo que les gusta, lo que es importante hacer para ellos. Creo que necesitamos trabajar más en ese concepto con los centros de salud; todavía están muy enfocados en la enfermedad, les preocupa más cómo está la presión arterial o el colesterol que si la persona camina bien, oye o ve bien. Muchas veces la persona va al médico y a lo mejor no oye, pero no lo dice porque piensa que es normal, que como está viejo las cosas se le tienen que olvidar o a veces se tiene que caer. Muchos de esos problemas hoy son solucionables, y otros manejables.
¿Cuáles son las principales enfermedades que afectan a las personas mayores en Uruguay?
El cuadro de enfermedades es muy parecido al del resto de la región. Predominan las enfermedades crónicas mucho más que las infecciosas. Ha habido una transición epidemiológica: a medida que la gente envejece y vive más tiempo empiezan a aparecer enfermedades que son mucho más discapacitantes. Enfermedades como el Alzheimer y las demencias en la región son la quinta causa de muerte. Las personas con Alzheimer viven entre siete y nueve años una vez que tienen el diagnóstico, y es una enfermedad que no sólo afecta a la persona sino a la familia entera. También enfermedades degenerativas del sistema nervioso o trastornos sensoriales, como la ceguera y la sordera, son importantes, poco reconocidas y cuesta muchos recursos mantenerlas; necesitan de una capacidad que los sistemas de salud no han desarrollado. No hay una estructura para atender por diez años, sobre todo sabiendo que el problema va a empeorar. Es frustrante para la medicina, y eso hace que la relación médico-paciente se complejice, porque el médico ve a un paciente que no se cura, pero en realidad puede lograr que se mejore y viva la mayor cantidad de tiempo sin esa limitación funcional.
¿Es más difícil combatir las enfermedades no transmisibles?
Es difícil porque en la mayoría de esas enfermedades cuando tú llegas a la vejez ya hiciste las cosas bien o mal y traes tu “pasaporte” contigo. Por eso es tan importante una visión de curso de vida del tema, porque nosotros tenemos que prepararnos e invertir en tener una vida larga buena. Esa inversión es económica, para garantizar una pensión o una vivienda al final de tu vida, pero también para garantizar la salud. Uno de los problemas más grandes que tienen las personas mayores, principalmente las mujeres, es la osteoporosis. Pero la edad decisiva en la que se define la densidad de los huesos es entre los 16 y los 21 años. Ahí es donde más leche o productos lácteos se deberían consumir y más actividad física se tendría que hacer, y probablemente la etapa en la que las muchachas menos ejercicio hacen, porque se sienten físicamente bien y creen que no les hace falta. Además, los pediatras o quienes las atienden en esa etapa de la vida no piensan en la osteoporosis que vendrá en 40 años, porque los médicos resuelven lo que les preocupa en ese momento. Quizá les dan consejos para embarazo o control natal, pero consejos de “haz una vida sana para los próximos 40 años” en general no se hacen.
¿La tendencia es que siga creciendo la expectativa de vida?
Sí. Hasta cierto límite. Hoy el límite de la vida humana está en 122 años. La esperanza de vida fácilmente va a llegar a los 80, el problema es cómo hacer que aumente la esperanza de vida saludable. En la región, también en Uruguay, hay de nueve a diez años de diferencia entre la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable. Eso quiere decir que la gente está viviendo más, pero más tiempo enferma. 12% de la vida de las personas en las Américas se pasa sin salud, y cuando digo sin salud no me refiero a un catarro, me refiero a que estás en un lugar donde te tienen que atender todo el tiempo. Son bastantes años; si tú vives 80, son ocho o nueve años que estás enfermo. Eso nadie lo quiere. Si se le pregunta a la gente mayor a qué le tiene más miedo, si a morir o a discapacitarse, generalmente dicen que a la discapacidad.
¿Las desigualdades de género se incrementan con la vejez?
Las mujeres viven más que los hombres en todo el mundo, y en América Latina igual: la vejez tiene cara de mujer. Pero las mujeres viven más tiempo enfermas, discapacitadas y dependientes, y tienen muchas más limitaciones funcionales porque han recibido menos protección social, sobre todo la generación que ya ha envejecido, que ha tenido mucho menos contacto con el mercado laboral, porque la mujer trabajaba en la casa y cuidaba a los hijos. En el caso de Uruguay también se refleja esa desprotección, aunque en menor medida. En la región, más de 90% de los cuidados los sigue haciendo la mujer; 70% dice tener problemas económicos para mantener ese régimen de cuidados, y más de 60% dice tener afectada su salud por este motivo. El reconocimiento del trabajo no remunerado todavía es muy bajo. Son temas que tienen influencia de género, definitivamente.
¿Qué opina de los cuidados y la protección social de la vejez en Uruguay?
Uruguay es probablemente el único país que ha pensado en un sistema de cuidados, el cual ya está en sus fases iniciales de implementación. Va a tener que evaluarse, revisarse y mejorarse, pero es el único sistema de este tipo. Uruguay tiene una buena protección social en comparación con los países de la región. Pasa lo mismo con la cobertura de salud: los adultos mayores tienen accesibilidad a esos servicios. Creo que en materia de derechos también está bien: ha sido uno de los primeros países que aprobó y ratificó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Hoy hay seis países que lo han ratificado. Esa aprobación marca un compromiso del Estado uruguayo a refrendar los derechos de las personas mayores; es un paso tremendo y coloca a Uruguay en un lugar de liderazgo en la región en el tema. Creo que abundan las cosas buenas. Pero en esta etapa es cuando tiene que ponerse metas más grandes.
¿Qué medidas clave sobre envejecimiento se trataron en la reunión en Montevideo?
El objetivo fue pensar cómo puede estar representada la salud de los adultos mayores en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y también contactarnos con las autoridades de Uruguay para fortalecer la cooperación técnica en temas de envejecimiento y salud. Por ejemplo, estamos en contacto con la Intendencia de Montevideo para seguir trabajando en un proyecto para hacer de la capital una ciudad amigable con las personas mayores. Es un trabajo consolidado y en el que se avanza muy rápido, porque se nota que hay voluntad política. También estamos trabajando con el Ministerio de Salud Pública y la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría.
¿Cómo es una ciudad amigable con las personas mayores?
Cuando hablamos de ciudad amigable hablamos de una ciudad comprometida, con intención de cambiar. El concepto parte del criterio de que cuando una ciudad es amigable con las personas mayores es amigable para todo el mundo. Que haya rampas en las aceras en realidad es bueno para las personas mayores, las personas discapacitadas, las embarazadas y los cochecitos para los niños. Lo que se busca es que la gente pueda envejecer bien en el lugar donde siempre estuvo y desarrolló su vida, y para eso se debe mantener la funcionalidad e independencia de las personas mayores. Esa funcionalidad se entiende como la capacidad para hacer lo que las personas quieren y valoran. No queremos que cuando la gente envejezca pierda esa capacidad, y queremos evitar algo que le preocupa mucho a las personas mayores, que es depender de otras personas. Si el adulto tiene una buena capacidad física pero el transporte es malo, las calles tienen huecos o hay una inseguridad que no te deja salir de noche, el medio limita la capacidad física.
¿Montevideo es una ciudad amigable para la vejez?
Montevideo forma parte del movimiento de ciudades amigables. Nosotros desde la OMS recibimos el compromiso político de Montevideo de trabajar en ese sentido y ya tiene su primer diagnóstico, que es la primera fase de ese proceso, donde se identifican los problemas, prioridades, etcétera. Ahora está en la fase de crear un plan para resolver sus problemas en los próximos tres años. Por supuesto, no se va a poder hacer todo a la vez, pero sí sentar prioridades, ver cómo lograr que con pequeñas inversiones se mejore mucho.
¿Cómo está América Latina en este proceso, en comparación con el mundo?
Todavía tenemos muchas diferencias. Hay alrededor de 850 ciudades que están en el proceso de ser ciudades amigables en todo el mundo; de ese número más de 400 son de las Américas, pero más de 200 están en Estados Unidos y 100 en Canadá. Entonces, en realidad tenemos unas 40 o 50 ciudades en toda América Latina en este momento participando en el proceso.
¿Y Uruguay comparado con América Latina?
Por muchos años Uruguay fue el país más envejecido de las Américas, pero ha tenido un envejecimiento relativamente lento, que es lo que pasa en el mundo europeo o desarrollado. No es la realidad de América Latina en este momento, donde la velocidad del envejecimiento es muy rápida. Hoy por lo menos cuatro o cinco países ya son más viejos que Uruguay: Cuba, Chile, Puerto Rico, Brasil y México. En general, el envejecimiento se debe a dos cosas fundamentales: la disminución de la natalidad, que en Uruguay ha sido sostenida y muy progresiva mientras que en los otros países ha habido una caída muy importante; lo otro es la prolongación de la esperanza de vida. La gente vive más; nacen menos y viven más, entonces la proporción de personas mayores crece en la población. En la región se vive una premura muy importante por lo que va a significar el impacto del envejecimiento para los países. Va a ser un impacto importante. La gente vive más y envejece, pero si no hay una estrategia de intervención adecuada, esto puede llevar a una crisis.