La tasa de nuevos diagnósticos de VIH en Uruguay creció en 2018 con respecto a 2017 en grupos de hombres y mujeres de todas las edades, pero en el que más creció fue en el de 15 y 24 años. Así como ocurre en todas las edades, la tasa de infección es mayor entre varones. Preocupa el aumento de la tasa de notificación de nuevos diagnósticos de VIH entre varones de 15 a 24 años: en 2013 no alcanzaba a 30 casos cada 100.000 y en 2018 se situó en 40 cada 100.000. En los últimos años hubo un crecimiento importante de los estudios de tamizaje –análisis de sangre y test rápidos–, pero los datos no despejan del todo si los nuevos diagnósticos aumentaron en proporción a la mayor captación, o si además hay más exposición al virus.

El tema preocupa a las autoridades sanitarias y así surgió el “Estudio sobre la salud sexual de varones adolescentes y jóvenes que tienen sexo con otros varones” que hizo el área de Sociología de la Sexualidad de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de la República), con el apoyo del Fondo de Población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del Programa Conjunto de ONU sobre el VIH/sida y del Ministerio de Salud Pública (MSP). Los resultados fueron presentados el lunes, Día Nacional del VIH, en el MSP, por la investigadora Lucía Pérez Chabaneau. Se indagó en la percepción de riesgo, en la gestión de cuidados y riesgos en prácticas sexuales de varones de 15 a 24 años que tienen sexo con otros varones y no necesariamente se consideran gays. La investigación se desarrolló entre 2018 y el primer semestre de 2019.

Pérez destacó la aproximación metodológica que logró vencer el doble desafío de llegar a adolescentes y jóvenes, y a varones que tienen sexo con varones. Lo primero que hicieron fue lanzar un cuestionario online, que en dos semanas y media fue completado por 171 varones. A diferencia de estudios anteriores, notaron que entre “los espacios de levante o de conquista” las redes sociales aparecen como “el principal espacio emergente para conocer personas”. Optaron por crearse un perfil de la investigación en Grindr, una aplicación para varones que buscan tener sexo con varones, y los invitaron a participar en el estudio. “Les interesó, empezaron a contactarnos, y llegamos a algunos de los casos más difíciles: varones que no se autoperciben como gays, que se apropian de ese espacio y tienen prácticas sexuales con otros varones”. El estudio fue básicamente cualitativo; se hicieron grupos focales y entrevistas con adolescentes y jóvenes, así como con informantes calificados (del ámbito de la salud y la academia).

Se abordaron cinco dimensiones: sexualidades; estigma y discriminación; prácticas sexuales; redes sociales, y percepción de riesgo. En la dimensión sexualidades se identificaron modalidades de relacionamiento “más laxas o distintas”; se autodefinen “de una manera no heteroconforme”, pero no necesariamente se consideran gays, explicó Pérez. En diálogo con la diaria, dijo que el término “no heteroconforme” quiere decir que “no se definen como heterosexuales”; dijo que “algunos se identifican como gays otros bisexuales, y otros prefieren no encasillarse”.

Pérez indicó que en los discursos de los adolescentes y jóvenes surge que hay una fuerte discriminación hacia varones que tienen sexo con varones, y por eso muchos de ellos recurren a “estrategias de passing”: “Intentar pasar por hetero para llevar la vida con la menor discriminación posible”. “Mi papá sabía, aunque no quería saber”, expresó uno de los entrevistados, según graficó Pérez.

En cuanto a las prácticas sexuales, señaló que “se reconfiguran los modelos de pareja”. Puso como ejemplo el caso de un varón que estaba casado con una chica y usaban Grindr para incluir a otros en su relación. Aclaró que no era pareja abierta, “era una pareja cerrada porque todo lo que hacían lo hacían dentro de la pareja”, detalló, y dijo que eso “resignifica el concepto de pareja abierta y cerrada”.

Con respecto a las redes sociales, comentó que Grindr es una de las varias redes sociales usadas –también evaluaron otras– y destacó que por ser de varones que tienen sexo con varones, “habilita explicitar lo que no se quiere explicitar”, además de permitir el anonimato. “Los y las jóvenes están haciendo un uso de las redes sociales como forma de relacionarse íntimamente”, dijo, y acotó ante las autoridades que “es necesario comprenderla para hacer llegar nuestros mensajes”. Darle recomendaciones al MSP fue uno de los objetivos de la investigación.

Pérez afirmó que “la salud sexual de los varones sigue invisibilizada” y que la salud anal no apareció espontáneamente en los discursos; una vez que los orientadores presentaban el tema, se notaba que “había preocupaciones muy importantes, pero nadie se animaba a nombrarlo”. En cuanto a la exposición a riesgos, tienen presente el uso del preservativo, saben cómo usarlo, aunque en algunas prácticas no lo usan, como el sexo oral, y “muchas veces conocer a la otra persona y tener confianza puede ser un factor para no usarlo”, señaló la investigadora. Agregó que los adolescentes de 15 a 19 años usan menos el preservativo que los jóvenes de 20 a 24 años, es decir, que tienen más prácticas de riesgo. La investigadora aconsejó al sector de la salud estar atento a estas formas de relacionarse y a habilitar el espacio para la expresión de estos temas.