El encierro, las rejas y la estadía prolongada más allá del alta médica siguen siendo una constante en las clínicas de internación de niños, niñas y adolescentes por episodios agudos de salud mental, explicó, en diálogo con la diaria, María José Doyenart, trabajadora social e integrante del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNP) de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH).
En febrero de 2019 la INDDHH había presentado un recurso judicial para que se les diera el alta a 16 niños, niñas y adolescentes a cargo del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) que habían sido internados en las clínicas Los Robles y Klinos y que tenían el alta médica desde hacía tiempo (de 45 días a casi dos años, según el caso). El INAU, que alegaba no tener las condiciones para que esos niños volvieran a los hogares o con sus familias, finalmente cumplió con la disposición sobre aquellos 16 chiquilines. Sin embargo, el problema de fondo no se ha resuelto.
Doyenart relató que en las clínicas de agudos “las condiciones son de mucho nivel de encierro”. Los niños “están aislados, dejan de asistir a la escuela, tienen muy poco contacto con las familias, no tienen actividades en el exterior”. “Se supone que es una internación acotada en situación de crisis, pero tienen el alta médica e igual permanecen ahí porque el INAU no cuenta con otro lugar a donde trasladarlos o porque la familia no se los quiere llevar y empieza el proceso judicial para el ingreso al INAU, y todo ese tiempo lo pasan en un lugar con muchos niveles de restricción para gurises muy chicos; algunos están desde los nueve años”, explica.
Los integrantes del MNP fueron el viernes a uno de los centros, y “de los 40 gurises internados casi 20 estaban con alta médica”. Doyenart acotó que el tiempo de permanencia luego de tener el alta médica no es tan largo como antes de la acción de amparo: el máximo tiempo de permanencia, en lugar de ser de casi tres años, es de casi un año. De todos modos, señaló que “es mucho tiempo”, porque un chiquilín “tiene un proceso de tratamiento que no llevó dos meses y está nueve meses más esperando que lo saquen de ahí, compartiendo con gurises que vienen con intentos de autoeliminación y situaciones complicadas”. Además de todo esto, los chiquilines relatan que con frecuencia se recurre a “las rejas” como sanción por no querer levantarse o no querer bañarse.
Por otra parte, los integrantes del MNP ven con preocupación la situación en los centros de atención integral en salud mental –antes llamados centros de medio camino–, a los cuales van niños, niñas y adolescentes después de que salen de una internación aguda y antes de regresar con su familia o a un hogar de amparo del INAU. “Hemos encontrado y denunciado algunas clínicas con niveles de maltrato, sobre todo maltrato de los funcionarios o situaciones de mucha violencia entre los gurises, en las que no hay intervención y en algunos casos hay promoción por parte de los adultos”, explicó Doyenart. Añadió que en algunos centros, sobre todo en los más chicos, hay “mucho uso de medicación”. Aclaró que no encontraron ningún niño sobremedicado, pero que los tratamientos están “muy centrados en lo sanitario, con poca integración de otros aspectos”; en algunos casos, a partir de las sugerencias del MNP se ha bajado la medicación y se han obtenido mejores resultados.
Los niveles de encierro en estos centros son menores que los de internaciones agudas (los chiquilines pueden continuar yendo a centros educativos), pero a raíz de la emergencia sanitaria vieron suspendidas sus actividades y se prohibieron las visitas. Doyenart explicó que las afecciones de salud mental no son enfermedades que empeoren la evolución de la covid-19 y que, sin embargo, “estos centros fueron los primeros que dejaron de tener visitas y los primeros que cortaron todas las actividades tanto afuera como adentro. Eso hizo que quedaran encerrados y aislados sin ningún elemento sanitario que diera cuenta de eso”. A raíz del diálogo con el MNP, el INAU comenzó a levantar las medidas de restricción.
Con la nueva Ley de Salud Mental, los centros de agudos tendrían que reconvertirse y los niños que necesiten una internación de ese tipo, deberían ir a hospitales pediátricos, dijo Doyenart. En cuanto a los centros de medio camino, si bien sólo van niños del INAU, no está claro si corresponden al INAU o al Ministerio de Salud Pública y tampoco si se consideran, o no, monovalentes. Al margen de esto, resaltó la necesidad de tener más apoyo a nivel comunitario, y dijo que hay un solo centro diurno en todo el país, y que esa es una forma de trabajar las situaciones antes de llegar a una internación 24 horas.