En el informe El etiquetado frontal como instrumento de política para prevenir enfermedades no transmisibles en la región de las Américas, publicado el 7 de diciembre, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) determinó que los sistemas con advertencias nutricionales “alto en” y “exceso en” sodio, azúcares y grasas “son los más adecuados” para orientar a los consumidores en identificar “correcta, rápida y fácilmente” los productos que contienen cantidades excesivas de nutrientes críticos para la salud. El sistema de advertencias frontales en el envase de productos con exceso de sodio, azúcares y grasas, simbolizadas con octógonos negros, implementado en Uruguay, Chile, Perú y México cumple satisfactoriamente con estas determinaciones y es la excepción en la región, dice el informe, que agrega que Brasil y Canadá también están proponiendo su uso obligatorio. El resto de los sistemas reseñados en el informe presentan dificultades y ninguno, según la OPS, cumple con ese objetivo.

Por ejemplo, los sistemas de sellos de aprobación (logotipos de alimentos cuya compra se quiere promover, como el ojo de la cerradura verde diseñado por la Dirección Nacional de Alimentos de Suecia) y sistemas de resumen (puntuación resumida al valor del producto, como el Nutri-Score elaborado en Francia) “no permiten a los consumidores identificar productos que contienen cantidades excesivas de nutrientes críticos específicos (como azúcares, grasas y sodio)”. Las dificultades se repiten en los sistemas de cantidades diarias orientativas (CDO) monocromáticas, que reproducen en la etiqueta frontal, en una miniatura del cuadro de datos nutricionales, el número de calorías, la cantidad de ciertos nutrientes y su aporte porcentual a la ingesta diaria. Al respecto, el documento dice que “no suministran información interpretativa; simplemente presentan en la etiqueta frontal una versión en miniatura del cuadro de datos nutricionales”, y por eso no cumplen con la finalidad que quieren lograr” y tampoco resuelven las “disparidades en la comprensión de la información nutricional numérica”.

En el caso del empleo de las CDO por colores, que se diferencian del monocromático por utilizar los colores del semáforo para indicar el contenido del nutriente: rojo si es elevado, amarillo si es medio y verde si es bajo, tampoco cumplen con la finalidad propuesta porque “no indican a los consumidores cuál es [valor] alto o excesivo y, por lo tanto, no son fáciles ni sencillos”. “Estos sistemas requieren capacitación de los consumidores y dependen de un mayor nivel de conocimientos nutricionales”, agrega el documento. Además, se explica que “es posible que los consumidores reciban información ambivalente”: positiva y negativa a la vez, porque un producto puede ser rojo, verde y amarillo a la vez.

Motivación

La OPS sostiene que estas regulaciones sobre los alimentos son necesarias para cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para proteger a la población de enfermedades no transmisibles, como la hipertensión, la diabetes y la obesidad o sobrepeso. A su vez, define que su principal objetivo debe ser que “los consumidores puedan identificar correcta, rápida y fácilmente los productos que contienen cantidades excesivas de azúcares, grasas totales, grasas saturadas, grasas trans y sodio”.

De acuerdo al informe, los sistemas con texto y codificación cromática para sodio, azúcares y grasas (rojo para alto, amarillo para medio y verde para bajo), conocidos como “sistemas de semáforo”, constituyen “una mejora”, respecto de los sistemas anteriores porque añaden textos “descriptivos para cada color y eliminan los números”, lo que los hace más sencillos de entender para los consumidores. Sin embargo, “estos sistemas también pueden proporcionar información contradictoria”, porque un mismo producto puede ser simultáneamente rojo/alto y verde/bajo en ciertos nutrientes. “El uso de barras y texto para las categorías rojo/alto, amarillo/medio y verde/bajo distrae de la finalidad y confunde al consumidor al presentar información innecesaria”, plantea el estudio. Se menciona, además, que “el daltonismo rojo-verde es la forma más común de deficiencia en la visión de los colores”, por lo que la información a través de esa medida no llegaría a una parte de la población.

Algunas ventajas de las advertencias frontales

Al elegir alimentos o bebidas, el consumidor se enfrenta a muchas dificultades para acceder, comprender y evaluar la información nutricional que se presenta en la etiqueta y, a su vez, las decisiones de compra se toman en pocos segundos, explica el informe. Por eso los sistemas de etiquetado frontal, sencillos, que captan rápidamente la atención de los consumidores y facilitan el procesamiento de la información, “son preferibles a aquellos que requieren más tiempo y esfuerzo cognoscitivo”. En esa línea, los sistemas de advertencias nutricionales se ubican y se leen con más rapidez que, por ejemplo, los sistemas de semáforo.

Otro punto a favor del sistema de advertencias frontales es el uso de colores monocromáticos. Sobre este punto, la OPS presenta evidencia desde varias áreas de la ciencia. Por un lado, desde la psicofísica de la lectura y la mercadotecnia, así como las investigaciones sobre los consumidores, señalan que “la legibilidad mejora cuando se emplean los colores más contrastantes”, como blanco y negro, y, por otro, estudios de la psicología de los colores demuestran que el “uso de múltiples colores en el envase y en la etiqueta de alimentos y bebidas incrementan el apetito de los consumidores por el producto y estimulan una respuesta más emocional en lugar de una toma de decisiones racional”. Por ejemplo, el uso del color verde para un nutriente específico puede transmitir la idea de que es un producto más saludable y en algunos casos suele ser errónea.

El informe también resalta que las advertencias nutricionales, como los octógonos negros, “redujeron claramente” la intención de comprar productos que contienen cantidades excesivas de nutrientes cruciales en diferentes poblaciones e influyeron en los consumidores para que decidieran comprar productos más saludables, y eso ha quedado constatado en múltiples estudios. “Todos los estudios en los que se comparan los resultados de los sistemas de etiquetado frontal para informar a los consumidores sobre el contenido de cantidades excesivas de nutrientes críticos asociados a la mayor carga de enfermedades llegan a la misma conclusión: las advertencias nutricionales en el etiquetado frontal cumplen mejor que otros sistemas con la finalidad propuesta”, subraya la OPS.

Límites de nutrientes críticos de preocupación para la salud pública

El informe recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la ingesta de los nutrientes críticos que proporcionan energía no debe superar:

  • 10% de azúcares libres (con mayor beneficio si no superan el 5%)
  • 10% de grasas saturadas
  • 30% de grasas totales
  • 1% de grasas trans

En relación con el consumo de sodio, la recomendación tiene un “límite absoluto y otro relativo”:

  • En el caso de los adultos, que tienen una necesidad media de energía de 2.000 kcal diarias, la ingesta de sodio debe ser inferior a 2.000 mg.
  • En los niños, el límite debe ajustarse hacia abajo según su necesidad energética, que es menor. En el informe no se especifica una cantidad específica.

Según se supo, el gobierno estudia volver a modificar los valores límite para definir la advertencia en los alimentos que habían sido aprobados por el gobierno anterior, de agosto de 2018 (272/018). Los valores establecidos en el decreto de 2018 ya tenían una flexibilización con respecto a la propuesta de la OMS: el límite de azúcares se había subido de 10% a 20%, el de grasas de 30% a 35%, el de sodio de 1 mg a 8 mg por kilocaloría o 500 miligramos cada 100 gramos. En setiembre, mediante el Decreto 246/020 el gobierno modificó los valores nutricionales del decreto de 2018: se apartó del modelo de perfil de OMS y adoptó un perfil similar al de Chile (en base a 100 gramos o 100 mililitros del producto, y no ya de porcentaje), y ahora pretende elevar esos límites.

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