“Tenemos un problema, no cabe duda. Nunca en la historia de la humanidad reciente nos hemos enfrentado a un problema de salud pública como este, con tantas repercusiones en las sociedades”, planteó María Neira, médica española que dirige el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sostuvo que si bien los esfuerzos de los países se han concentrado en combatir la pandemia de covid-19, es momento de que “otras prioridades de salud pública” sigan adelante, incluso “con mayor ímpetu” que el que se les ponía antes de la llegada del coronavirus. Una de esas prioridades es la salud ambiental.

Es todo un desafío para los profesionales de la salud dedicados a esta área encontrar las estrategias para incluir en la agenda política temas de salud ambiental, que abarcan una amplia gama de problemas desde el uso de sustancias químicas en la producción de alimentos hasta la contaminación del aire, comentó Neira. Con ese propósito, la OMS creó el “Manifiesto para una recuperación poscovid saludable y verde”: seis recomendaciones para apostar por la sostenibilidad económica y social con un enfoque en políticas ambientales. Neira presentó el manifiesto en la conferencia “Riesgos químicos ambientales y contaminación del aire: oportunidades para su inclusión en políticas de salud y ambiente”, en el V Congreso Uruguayo de Toxicología Clínica y Ambiental y en la I Convención Internacional de Ambiente y Salud Infantil, que se desarrolló en Montevideo entre el miércoles 18 y el viernes 20 de noviembre.

La representante del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente explicó que estas medidas intentan “reducir al máximo posible la vulnerabilidad” de los sistemas sanitarios y modelos económicos sociales, así como la fragilidad de la “salud de los seres humanos ante la propagación de un virus”. Según la médica, la manera más adecuada de hacerlo es a través de la construcción de “muros de contención verdes”, que quiere decir “reforzar en general las políticas de salud ambiental”. “Eso traerá beneficios para estar menos desprotegidos como ciudadanos, pero al mismo tiempo también va a contribuir a una recuperación económica y social importante”, explicó.

“En este momento sabemos que una de las causas por las que tenemos estas epidemias y virus emergentes es que hemos roto nuestra relación con los ecosistemas y la biodiversidad. No hemos respetado la barrera de especies”. María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.

Las seis propuestas

La primera recomendación es la de “proteger y preservar la fuente de la salud humana: la naturaleza”. Neira sostuvo que los fondos económicos que los países están destinando con fuerza a la recuperación de sus economías también deberían aprovecharse para iniciar un cambio en los modelos de desarrollo de las actividades que están destruyendo los ecosistemas naturales. El modelo de producción actual que parece más seguro a corto plazo muestra claras señales de agotamiento y colapso. Las presiones que ejerce el ser humano sobre el entorno, a través de la deforestación, las agriculturas intensivas “tan agresivas y contaminantes”, y las prácticas de producción y consumo actuales que “contaminan todo lo que tocamos: los océanos, el aire que respiramos, los suelos, todo; eso no puede continuar así”, aseveró Neira. El cambio en el medio de desarrollo productivo debe ser inminente, por el cuidado de la salud ambiental y de la salud humana, que forman parte del mismo círculo. “En este momento sabemos que una de las causas por las que tenemos estas epidemias y virus emergentes es que hemos roto nuestra relación con los ecosistemas y la biodiversidad. No hemos respetado la barrera de especies”, expresó la especialista. Por lo tanto, es necesario que los modelos globales de recuperación poscovid apuesten a minimizar los impactos sobre el medioambiente.

El segundo planteo de la OMS involucra aprovechar los fondos económicos para invertir en servicios esenciales y cerrar “la brecha” que aún persiste en el acceso a servicios básicos de salud: acceso a agua potable, saneamiento y productos de higiene. El lavado de manos es una de las recomendaciones de salud pública más potentes para luchar frente a la propagación de enfermedades infecciosas. “Volvemos a las bases de la salud ambiental y de la higiene, pero irónicamente alrededor del mundo 4.600 millones de personas no tienen un servicio sanitario o acceso a agua potable”, expresó Neira. “Queremos que se aprovechen esos estímulos y se destinen inversiones en servicios básicos de salud ambiental donde todavía no han sido cubiertos”, manifestó.

“Si después de esta pandemia, en las medidas que vamos a poner en marcha no conseguimos que se deje de destinar recursos para combustibles fósiles y que se invierta más en una transición energética a una energía limpia, creo que –sobre todo los que trabajamos en salud ambiental, toxicología y medioambiente– vamos a tener una batalla perdida, porque eso significa que los seres humanos aprendemos poco y mal. Incluso de las crisis”. María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.

La tercera propuesta es asegurar una transición energética rápida en pro de la salud; es necesaria “la transición saludable a modelos energéticos limpios, modelos energéticos renovables o modelos energéticos que dejen de usar combustibles fósiles que nos están matando”, sostuvo la médica. A su vez, explicó que el uso de este tipo de combustibles, que usamos a diario, está muy vinculado a la contaminación del aire, a causas del calentamiento global y del cambio climático”. Neira subrayó que la exposición al aire contaminado es la causa de “7.000.000 de muertes prematuras” en el mundo. “Esto es totalmente inaceptable, y si después de esta pandemia, en las medidas que vamos a poner en marcha no conseguimos que se deje de destinar recursos para combustibles fósiles y que se invierta más en una transición energética a una energía limpia, creo que –sobre todo los que trabajamos en salud ambiental, toxicología y medioambiente– vamos a tener una batalla perdida, porque eso significa que los seres humanos aprendemos poco y mal. Incluso de las crisis”, sostuvo.

Asimismo, planteó que un dólar invertido en energía renovable significa cuatro veces más empleo que un dólar invertido en combustibles fósiles. Afirmó que, así como ese, son muchos los argumentos sobre el beneficio económico de las prácticas de inversión en salud ambiental.

La cuarta medida elaborada por la OMS está vinculada con la promoción de sistemas alimentarios sanos y sostenibles que involucren todo el proceso de producción, “desde el principio, cuando se utilizan pesticidas o cuando se usan fertilizantes [para el cultivo de algunos alimentos], hasta el final de ese sistema de producción, que tiene ver con el manejo de los residuos”, dijo Neira. La especialista señaló que un tercio de los alimentos se desecha y que en algunos casos hasta se incinera, lo que genera más contaminación. “Tenemos que ir hacia una gestión mucho más sostenible de esa producción de alimentos y cambiar el sistema que tenemos en este momento” y promover regímenes alimentarios sanos, nutritivos y sostenibles, expresó.

Construir ciudades sanas y habitables es el quinto planteo. Las ciudades concentran la mayor cantidad de población, la mayor cantidad de actividades y, por ende, también son las responsables de producir y emitir grandes cantidades de gases de efecto invernadero y de contaminar los recursos hídricos cercanos a la urbanización. En esa línea, Neira planteó que es momento de hacerse algunas preguntas: ¿puede continuar ese modelo de ciudad superpoblado?, ¿cómo queremos que sean las ciudades?, ¿queremos que sean lugares donde la salud esté protegida y promovida, o lugares donde los seres humanos seamos ciudadanos de segunda y los autos ciudadanos de primera? La médica reconoció que es un planteo ambicioso, pero entiende que es necesario rediseñar las ciudades y hacer una planificación urbanística que descongestione los focos con alta densidad de población, que “evidentemente” funcionan como un factor de riesgo ante la propagación de cualquier virus, por la aglomeración de personas. “Creo que esta crisis también nos puede ayudar para provocar un cambio en nuestros ciudadanos, sobre todo los jóvenes, que tal vez consideren vivir en zonas más rurales, siempre que podamos ofrecerles todos los servicios necesarios: wi-fi, educación y facilidades que permitan ese cambio que todos necesitamos”, manifestó.

La última medida es la más provocativa y va dirigida directamente a los gobiernos: les pide a las autoridades de los países que “dejen de utilizar el dinero de los contribuyentes para financiar la contaminación”, por ejemplo, mediante la compra de combustibles fósiles, que recibe subsidios por una suma “anual de 400 millones de dólares”. Pero “los impactos negativos del consumo de esos combustibles en la salud de los ciudadanos en el gasto hospitalario va a requerir una inversión más importante para los sistemas de salud”, sostuvo. “Si se tienen en cuenta los daños a la salud y el medioambiente que causan los combustibles, el valor real de las subvenciones se eleva a más de cinco billones de dólares por año, es decir, más de lo que gastan en salud todos los gobiernos del mundo y unas 2.000 veces el presupuesto de la OMS”, indica el organismo en su página web. En ese sentido, no hay dudas de que “es una mala inversión usar dinero de esta recuperación económica para dar subvenciones a los combustibles fósiles”, comentó Neira.

La OMS apuesta a que los países adhieran a estas medidas y las sostengan con los fondos de inversión y préstamos económicos que crearon o que están recibiendo para enfrentar el golpe del coronavirus, pero que principalmente invierten en la recuperación económica.

Los profesionales de la salud

Luego de presentar las medidas, la representante de la OMS sostuvo que los profesionales de la salud tienen “un rol excepcional en este momento”: “No podemos invitarnos a proveer la ciencia que se necesita para tomar decisiones, sino que tenemos también que estar preparados con argumentos económicos, argumentos de utilización de oportunidades políticas para hacer oír nuestra voz”, e invitó a los profesionales a formar parte de los grupos de toma de decisiones y promover una recuperación poscovid saludable y verde y que la salud ambiental debe ser “la gran causa” del siglo XXI.

“Tenemos una gran causa y esta causa tiene una ambición muy grande, que es reducir esos casi 13 millones de muertes que están relacionadas con exposición a factores ambientales de riesgo en general, incluyendo 1.600.000 relacionadas con la exposición a sustancias químicas. Por lo tanto, creo que todos esos muertos justifican que nuestra ambición sea muy alta, que queramos que haya una velocidad muy alta en todas las conversiones y en todos los procesos en que se pueda tomar decisiones. Que esta recuperación poscovid-19 deje muchos beneficios para la salud ambiental, que en el fondo será dejar beneficios muy positivos para una recuperación sostenible, para proteger la salud de la gente y, después de todo, también de sentido común para cómo nuestra sociedad va a ser y va a desarrollarse”, concluyó Neira.