“No podemos tener poblaciones olvidadas a las que nunca llegue nadie para hacerse un PAP. Como Hospital de Clínicas, como Universidad de la República [Udelar], queremos que la sociedad sepa los derechos que tiene: la mujer tiene derecho a ser vista por una partera, un médico de familia o un ginecólogo, a ser examinada y que se le realice un PAP”, explicó en diálogo con la diaria Grazzia Rey, docente de la Clínica Ginecotocológica B del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina (Udelar). En el mes de la mujer, esta clínica junto con docentes y estudiantes de la Escuela de Parteras y con enfermeras instalaron un stand en el hall del hospital para facilitar el acceso al PAP, “un examen sencillo, barato y que no duele”, sostuvo Rey. Estarán durante todo el mes, de 9.00 a 11.00, entregando folletos e inscribiendo (aun a mujeres que no sean usuarias de salud pública) y recorrerán los pisos para captar a quienes están internadas, a sus acompañantes, a funcionarias, docentes y estudiantes. La ginecóloga dice que no puede ser que con esta herramienta muera una mujer por cáncer de cuello uterino cada tres días en Uruguay, y que eso no haya cambiado en los últimos 20 años.

Barreras de acceso

Rey plantea que las mujeres que están fuera del sistema de salud, las que no trabajan o están en negro y las del interior del país son quienes tienen menor acceso. Pero no sólo a ellas hay que allanarles el camino. “Hay una especie de costumbre por la cual las mujeres no son examinadas. No saben que tienen el derecho a ser examinadas; examinarlas es nuestra obligación, no sentarnos atrás de un escritorio y escribir un papel”, criticó. Lamentó que en algunas mutualistas no se le hace el PAP a la mujer cuando va a la consulta: “Tienes que pedir hora con el ginecólogo para que te dé la orden, y después tenés que pedir la hora y hacértelo. Creemos que desde el MSP se puede cambiar eso, que sea una obligación que el PAP se haga en la consulta ginecológica”, expresó. Aseguró que no lleva más tiempo: “Yo trabajo en dos mutualistas; en una hago PAP en la consulta, en la otra no; en las dos trabajo el mismo tiempo y tengo el mismo número de pacientes agendadas por día”.

Otra barrera de acceso es el miedo: al resultado y al dolor al hacerse el PAP. Claudia Gonçales, asistente clínica y obstetra partera, explicó que “el examen ginecológico de por sí no es agradable para ninguna mujer, pero si una se relaja y tiene un intercambio ameno con el profesional, no tiene que molestar absolutamente para nada. Existe un mito de que te sacan un pedacito, pero no es así: las células descaman solas, pasamos un hisopo y eso es lo que tomamos”, afirmó.

Prevención y detección precoz

La enorme mayoría de los cánceres de cuello uterino son provocados por el virus del papiloma humano (HPV), que se previene usando preservativo y, para las nuevas generaciones, con la vacuna contra el HPV. Rey lamentó que todavía haya resistencia para la vacunación de los varones. “Queremos que caiga esa resistencia porque estamos protegiendo para futuras generaciones; si vacunamos a las niñas y no a los niños, los niños van a seguir transmitiendo el HPV”, dijo.

Hacerse el PAP es la única manera de controlarse, porque al principio el cáncer de cuello uterino no presenta síntomas: “Mientras la lesión permanezca limitada al sector del cuello, que se llama epitelio y es la primera capa de tejido, es totalmente asintomática y sólo se puede detectar si alguien ve ese cuello uterino y ve la lesión. Cuando hay síntomas, probablemente la mujer tenga una lesión preinvasora avanzada o una lesión invasora. Los síntomas son sangrado o dolor durante las relaciones sexuales”, detalló Rey.

El cáncer es curable cuando está en el epitelio –en la etapa preinvasora–, explicó, cuando alcanza con hacer una conización, que es quitar mediante una cirugía la parte del cuello que está enferma. Si la mujer llega en la etapa en la que pasó el epitelio y se diseminó a tejidos cercanos, debe extirparse el útero y recibir tratamientos oncológicos.

Hacerse el PAP es gratis y desde el año 2000 se tiene un día libre al año para hacerse el PAP y/o la mamografía.

Siempre postergada

“Mi hija tiene 21 años y se ha hecho tres PAP. Yo tengo 40 y nunca me hice ninguno”, le contó una mujer a la partera que la paró para preguntarle si quería hacerse el examen. “Yo soy la que pelea por todo el mundo. ‘La prevención, la prevención’, les digo, pero nunca me hice uno”. ¿Por qué? “Y... por falta de tiempo, y cuando no tenés tiempo no tenés ganas de ir a agendarte”. Ella tiene tres hijas, de ocho años la más chica. Al agendarse, otra partera le empezó a explicar la importancia de hacerse el PAP y ella asintió y dijo: “Sí, tengo conciencia”.