El temor de que los CTI no den abasto con la demanda asistencial por la afectación de la covid-19 se arrastra desde febrero de 2020, cuando empezaron a llegar las noticias de que los centros de salud de Italia y España no estaban pudiendo responder.
Hoy Uruguay todavía está lejos del colapso, pero menos que lo que estaba hace un mes. Este jueves se conoció el “Informe de evaluación de capacidad en CTI”, que elaboró el 15 de enero el Grupo de Medicina Intensiva que formó el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), el cuarto que ha producido el equipo liderado por el médico intensivista Javier Hurtado y que integran, también, la nurse intensivista Gabriela Méndez, el médico intensivista Arturo Briva y el nefrólogo Oscar Noboa.
El informe contiene seis recomendaciones y un cuadro para activar planes de contingencia. Ese cuadro vincula el nivel de ocupación de camas con la disponibilidad de recursos humanos y la gestión de otros recursos, como equipos de protección personal, test de covid-19 en un plazo menor a 24 horas y traslados de pacientes a otros prestadores en caso de saturación.
Con los colores verde, amarillo, naranja y rojo, el cuadro propone visualizar rápidamente la situación en que se está: el verde muestra una ocupación de camas de CTI de hasta 50%, de las cuales 10% son de personas con covid-19 y con suficientes recursos humanos y materiales, pero en cuanto una de las variables cambie, puede variar la situación. El amarillo marca el comienzo del plan de contingencia previsto por los intensivistas, y la aparición de un indicador rojo activa una alerta al sistema para buscar opciones locales o regionales de respuesta.
A nivel de ocupación total de camas de CTI, la situación es de color amarillo cuando se encuentra entre 51% y 70% (con 11% a 20% de pacientes con covid-19), naranja cuando se ubica entre 71% y 85% (con 21% a 35% de pacientes con covid-19) y roja cuando supera esos valores.
En cuanto a los recursos humanos, cuando entre 11% y 15% está fuera de servicio (por ausentismo, certificación o cuarentena) se enciende una advertencia amarilla y la alerta roja si supera 15%. También se marcan en rojo las situaciones de no disponer de camas extra ni recursos humanos dentro de un plazo de 24 horas, no tener capacidad de asistencia nefrológica dentro del CTI, no contar con stock de equipos de protección personal ni con test covid-19 dentro de las 24 horas, no contar con capacidad de traslado.
Información y complementariedad
Los intensivistas del GACH reiteraron en el informe la necesidad de “establecer una estructura que reúna la información actualizada para poder adecuar la respuesta con un carácter general y regional, basándose en una serie de variables específicas que eviten demoras en la toma de decisiones”. A eso apunta la Mesa Coordinadora Nacional de Cuidados Críticos, que coordina el Ministerio de Salud Pública (MSP) y que también está integrada por los prestadores de salud (públicos y privados) y por la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI).
Los intensivistas señalaron que, ante la disparidad asistencial y la circulación comunitaria en los diferentes departamentos, es necesario “incorporar unidades de traslado especializado y seguro hacia otras regiones con mayor disponibilidad asistencial”. En relación a las situaciones dispares en el territorio nacional, otra de las apreciaciones del grupo es que “cualquier evaluación que englobe en un único promedio la realidad asistencial nacional será poco sensible a los cambios regionales”, porque la saturación puede darse en una capital departamental (por ejemplo, en Rivera, por la cercanía con Brasil, o en Maldonado y Rocha durante el verano) o en un prestador específico. Por eso, el grupo de intensivistas señaló la necesidad de hacer un seguimiento para detectar la capacidad asistencial a una escala al menos departamental, para seguir de cerca las variables mencionadas y activar los planes de contingencia.
Recursos humanos
Las otras tres recomendaciones del Grupo de Medicina Intensiva del GACH se refieren a los recursos humanos. “La capacidad de asistencia a pacientes graves no debe evaluarse solamente por la cantidad de camas disponibles. Para que una ‘cama’ sea apta para asistir un paciente crítico se debe contar con: espacio físico adecuado, incorporación de tecnología acorde (monitores, respiradores, etcétera) y recursos humanos especializados. Si cualquiera de estas dimensiones no se encuentra disponible, no es posible establecer esa asistencia como ‘cama de CTI disponible’”.
Con respecto a esa disponibilidad de personal, Julio Pontet, presidente de la SUMI, comentó este jueves en la conferencia de prensa que lideró Salinas que el comité de crisis de recursos humanos está trabajando con planes de complementación “para que no haya generación de huecos en la asistencia”, así como en los testeos rápidos y en generar “condiciones de trabajo saludable que disminuyan el grado de fatiga progresiva que está sufriendo el personal de salud en su conjunto en la atención de estos pacientes”.
Otro de los puntos del informe del GACH alude, explícitamente, a “la escasez crónica de recursos humanos asociados a la asistencia de pacientes críticos” y dice que “se verá sobreexigida frente al aumento de la cantidad de pacientes covid-19 graves”. Detalla las especialidades -intensivistas, licenciados y auxiliares de enfermería, neumocardiólogos, fisioterapeutas, auxiliares de servicio- y señala que deberán ser prioridad a la hora de asignar equipos de protección personal y tener preferencia para vacunarse cuando llegue la inmunización.
“Cualquier estrategia que plantee incorporar personal proveniente de áreas fuera de la especialidad, debe contar con formación específica para desarrollar las competencias asistenciales necesarias”, dice la tercera recomendación relativa a recursos humanos.