“El estudio surge de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Hospital Maciel, un espacio que se creó con mucho esfuerzo para tratar desde un equipo multidisciplinario y en salud pública diversas enfermedades intestinales”, explicó a la diaria Ximena Rodríguez, médica especializada en gastroenterología e integrante del equipo que llevó adelante el estudio, junto a Eduardo Moreira, especialista en Nutrición, Patricia López, médica cirujana, Lourdes Silva, licenciada en Enfermería, y Estela Olano, médica intensivista.
La revisión indaga las interacciones de la dieta y el sistema inmunológico en el contexto de la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. “Las dos son enfermedades de baja prevalencia, pero los pacientes en general son muy jóvenes y tienen muchos años por delante para tratar lo que generan estas enfermedades en sus organismos a lo largo de la vida, es por esto que tratarlo de manera interdisciplinaria es lo más eficaz”, detalló Rodríguez. Por otra parte, dijo que si bien la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa “son las enfermedades intestinales más conocidas y de la misma familia, comprometen distintos lugares del intestino y son crónicas”.
El estudio fue publicado en agosto en la Revista Médica del Uruguay y es de libre acceso. Rodríguez aclaró que es una “revisión de la literatura, a partir de lo que se detectaba en los pacientes y de las necesidades que se captaron en base a eso”; con esa información, analizaron la bibliografía y “reunieron algunas conclusiones”, detalló.
Las enfermedades
La colitis ulcerosa “tiene un síntoma muy particular que se presenta en la mayoría de los afectados: el sangrado en la materia con o sin diarrea; ese es el hilo conductor para estudiar y detectar la patología”, explicó la gastroenteróloga. Comentó que a veces el diagnóstico se da con un retraso que puede ser “tal vez de meses”, pero aclaró “que es accesible obtenerlo”. En cambio, la enfermedad de Crohn “presenta signos más diversos, como diarrea, sangrado, dolor abdominal, adelgazamiento, y lo que sucede es que a veces se confunde con otras enfermedades que tienen la misma presentación y esto hace que el retraso sea mayor que en la colitis ulcerosa”.
Según Rodríguez, se desconoce la causa de estas enfermedades. “Lo que se sabe es que hay una inmunidad alterada, una respuesta inflamatoria que se perpetúa; cuando uno tiene una infección la inflamación se activa, pero en estas enfermedades está siempre activada”, detalló.
Una de las posibilidades para bajar la inflamación es regular el sistema inmunológico del paciente, dijo, y para eso “se suelen usar fármacos que son bastante costosos”. “El otro camino es la alimentación”, indicó.
Regular la alimentación
La relación entre los alimentos y la inflamación fue detectada hace muchos años, apuntó Rodríguez. Especificó que fue cuando “se comprobó que un tratamiento para disminuir las enfermedades intestinales en los niños era posible al cambiar la alimentación y darle los compuestos en forma básica, porque cuando uno consume alimentos ingiere una serie de carbohidratos, lípidos y proteínas, en formas complejas”. Detalló que en niños con enfermedad de Crohn “se acepta en algunos casos concretos como una opción de tratamiento el dar como único alimento un preparado semilíquido que contiene grasas, aminoácidos y carbohidratos simples. Se puede tomar o pasar a través de una sonda hacia el estómago. Este tratamiento se hace por un tiempo limitado y puede colaborar a lograr la desinflamación del intestino enfermo”. Pero aclaró que no es posible sostenerlo durante mucho tiempo porque no tiene un sabor muy agradable y “no se logra mantener el organismo a base de un preparado”, por lo que “después hay que buscar la forma de incorporar esa simplicidad en la dieta”, agregó.
El organismo de los adultos no es como el de los niños. La médica reafirmó que “con el correr del tiempo los estudios hablan de que hay alimentos que tienen cierta respuesta inmunológica que baja la inflamación”.
El estudio expresa que “los factores dietéticos que se considera que provocan una enfermedad activa incluyen una ingesta elevada de azúcar, lípidos específicos, metabolismo anormal de aminoácidos que contienen azufre como en la hiperhomocisteinemia”. Para entender esto hay que saber que la homocisteína se produce a partir de la metionina, y la principal fuente de metionina son las proteínas de origen animal, como las carnes. Una forma de contrarrestar la hiperhomocisteinemia es mediante la ingesta de las vitaminas B12, B9 (ácido fólico) y B6, que son esenciales para la eliminación de homocisteína del organismo, explicó en diálogo con la diaria Eduardo Moreira. “Los niveles altos de homocisteína pueden inducir la diferenciación de las células T CD4 + de la lámina propia intestinal en células Th17 (proinflamatorias), que están involucradas en la patogenia de las enfermedades inflamatorias del intestino, las enfermedades autoinmunes y el cáncer, ingesta inadecuada de nutrientes como el folato y la vitamina D, e intolerancias o alergias alimentarias individuales”, afirma el estudio.
Por otro lado, el artículo menciona que existen datos de que la lactancia y el consumo de frutas, verduras, fibra dietética y lípidos omega-3 son factores protectores. “Las vitaminas A, B y E se han implicado en la regulación de las respuestas inmunitarias y la homeostasis en el intestino, inhibiendo la liberación de citocinas inflamatorias y favoreciendo la diferenciación de los linfocitos reguladores sobre los linfocitos T efectores proinflamatorios”, detalla el material.
Rodríguez agregó que “en la actualidad se está investigando mucho sobre alimentos inflamatorios y antiinflamatorios, por lo cual aún no es adecuado concluir nada al respecto de que por sí mismos causen o no alguna cosa, pero lo que sí está comprobado en algunos países, como Israel, es que hacer dietas antiinflamatorias, en las que durante un largo período de tiempo se comen alimentos como pollo hervido, papa, arroz, cosas muy restrictivas, ayuda”.
La gastroenteróloga entiende entonces que si bien lo farmacológico sigue siendo lo más eficaz para el tratamiento de ambas enfermedades intestinales, “es mucho mejor tener una dieta rica en fibra, baja en proteínas y grasas saturadas, que consumir un alto porcentaje de azúcar, grasas y carnes rojas”. “El pilar alimentario está cada vez más en estudio. Surgen resultados muy interesantes, pero aún no estamos en condiciones de sacar conclusiones; lo que sí observamos día a día es que las enfermedades intestinales van en aumento, y hay muchas teorías que vinculan esto con la industrialización” de los alimentos, concluyó.