El tercer nivel de atención es uno de los grandes protagonistas de la discusión pública cuando de coronavirus se trata, no sólo por las reiteradas advertencias que han surgido de distintos actores de la salud sobre la posible saturación de los CTI, sino también por la apuesta del gobierno a incrementar los recursos casi exclusivamente en ese nivel de atención, lo cual implicó prácticamente la duplicación de las camas en esa área.

No reciben la misma atención de la opinión pública ni de las medidas del gobierno los dos primeros niveles de atención del sistema de salud, donde, sin embargo, se resuelve en el entorno de 95% de las patologías médicas, según datos de la Federación Médica del Interior (FEMI). El primer nivel de atención es el que comprende a las policlínicas, los consultorios y centros de salud, mientras que en el segundo nivel de atención están las puertas de la emergencia a la que llegan los pacientes para obtener una evaluación y las unidades de internación y cuidados moderados.

La Comisión Especial del Senado para el seguimiento de la emergencia sanitaria recibió el martes a referentes de distintas gremiales médicas y sociedades científicas, que expusieron su visión sobre el estado de situación en el sistema de salud. Los especialistas destacaron las dificultades que enfrentan los usuarios de la salud para acceder a hisopados y para obtener los resultados, a la vez que los profesionales de la salud están padeciendo el síndrome de “burnout” por la forma en que están desarrollando su labor y por la falta de preparación para la atención a distancia, con las particularidades de los pacientes respiratorios.

Para Daniel Strozzi, de la Federación Médica del Interior, a un año de la pandemia no se ha logrado “afinar el primer nivel de atención” y “readecuar los recursos de forma suficiente”. Señaló que esta situación redunda en “pacientes que no reciben ninguna llamada telefónica durante el curso de su enfermedad; dieron positivo y su prestador no les hace un seguimiento, no sabe nada de los pacientes, si se complica o no su situación”. Strozzi aclaró que si bien algunos casos de fallecimientos por falta de atención trascendieron en la prensa, le consta que “estos no son los únicos”, ya que “a nivel de los propios plenarios y de las gremiales surgen varios casos de estos pacientes”.

Este escenario de tensión del sistema se replica también en las emergencias móviles, según informó el vicepresidente del Sindicato Médico del Uruguay, Gonzalo Ferreira, y se traduce en una “sobrecarga no sólo física sino también psíquica”. En este contexto, el médico de emergencia se convierte en el “tratante de una sola visita por la sobrecarga que hay en el sistema”, aseguró. En tanto, Gustavo Alonso, también de FEMI, afirmó que en las puertas de emergencia se genera el “cuello de botella en la atención de los pacientes con covid-19”.

Algo de lo que se “habla poco”, para Alonso, es de la salida de los pacientes con covid-19 de CTI a cuidados moderados. En su opinión, sucede que “están saliendo de forma muy precoz” y que “en otra situación se quedarían mucho más tiempo en cuidados intensivos”, pero debido a la necesidad de camas “se deben dar altas apenas los pacientes están compensados y se estime que no corren riesgo de vida”. Esto redunda en una “sobrecarga de pacientes que egresan en condiciones que requieren mucho trabajo; no están graves, pero sí muy delicados”.

La presidenta de la Sociedad Uruguaya de Medicina Familiar y Comunitaria, Marcela Cuadrado, puso el énfasis en las dificultades agregadas con las que se debe lidiar en el medio rural para acceder al primer nivel de salud. La especialista en medicina familiar y comunitaria consideró que “en este momento la población rural es la más vulnerable”, dado que “los recursos humanos en el medio rural son bastante menores que en el urbano” y el sistema público “tiene algunas desventajas” en comparación con el privado. Aseguró que los médicos se enfrentan a “dificultades de comunicación” con los pacientes, y que en ocasiones “se hace difícil ir a ver a un paciente que está en una situación complicada cuando vive en el medio rural”.

En tanto, Brenda Bogliaccini, de la Organización de Usuarios de la Salud del Oeste de Montevideo, coincidió con los especialistas en que hay un “debilitamiento del primer nivel de atención, que no está pudiendo responder a las necesidades” de la población. En diálogo con la diaria, Bogliaccini señaló que el primer nivel de atención es “fundamental porque ahí vos atajás una gran cantidad” de casos de covid-19 y otras patologías, y sostuvo que este desborde también se percibe en SAME 105, la emergencia móvil de ASSE, donde “no hay respuesta” para los usuarios.

Por otro lado, alertó que se está “viendo que muchas patologías [no covid] no se están atendiendo, o sea que cuando se vayan a atender van a estar en situaciones complejas”, algo que desde los gremios de la salud también se ha advertido. Bogliaccini indicó que, por ejemplo, se han “abandonado las políticas de prevención” en materia de salud mental, lo cual redunda en “muchísimos problemas de medicación y atención”, según la percepción de la organización.