El Grupo de Estudio Uruguayo de VIH (GEUVIH) es una asociación civil conformada por profesionales de la salud que se dedica a estudiar y difundir la investigación sobre el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), y esta semana realizó el primer congreso nacional sobre la enfermedad. En esta oportunidad participaron distinguidos infectólogos y especialistas que expusieron sobre la relación del VIH con otras enfermedades, entre ellas, las afecciones pulmonares y el comportamiento en pacientes con problemas neurológicos.

Entre los expositores estuvo Pedro Cahn, infectólogo y líder en la lucha contra el VIH. En diálogo con la diaria repasó el estado general de la enfermedad en América Latina y los principales desafíos para los sistemas de salud y el Estado. Según Cahn, las brechas de acceso a la atención de salud siguen siendo significativas y se vieron especialmente agravadas durante la pandemia de la covid-19. Por otra parte, hizo énfasis en que es necesario que las personas soliciten a su médico un test de VIH aunque no tengan factores de riesgo, porque confirmar la ausencia de la infección o detectar que existe es favorable para la salud individual y la colectiva.

¿Cómo es la situación regional del VIH?

Lamentablemente está estabilizada. ¿Por qué “lamentablemente”? Porque hemos visto reducciones en la incidencia de nuevos casos y en el número de muertes en América Latina, pero también en todas las regiones del mundo, y la nuestra es la región en la que menor caída han registrado los nuevos casos. De todas formas, pareciera que se han agotado las estrategias de búsqueda y testeo de pacientes, cuando en realidad lo que sucede es que se llegó sólo a algunos; por eso digo “estable”.

¿A quiénes se refiere con “algunos”?

Se llegó a los pacientes que estaban más cerca del sistema [de salud], pero hay dificultades para llegar a las personas que están alejadas, sobre todo por las determinantes de la salud económico-sociales que hacen que la gente tenga menos acceso. Hay que promover el testeo, si la gente no va a los hospitales se debe sacar el diagnóstico a la calle, porque se debe lograr llegar temprano. Hay que recordar que el beneficio del tratamiento antirretroviral no lo es sólo a nivel individual, porque estamos en la era del VIH indetectable=intransmisible; es decir, una persona que lleva al menos seis meses de tratamiento ininterrumpido no transmite la infección por vía sexual a su pareja, eso es una estrategia de salud pública a la que no se llega sin antes detectar.

Además de lograr que la infección se vuelva indetectable, ¿qué otros beneficios tienen los tratamientos en los que se avanzó hasta ahora?

Básicamente ha hecho que el VIH deje de ser una enfermedad mortal como lo era hace muchísimos años, al comienzo de la epidemia. Con el avance en los tratamientos se convirtió en una enfermedad crónica al igual que la diabetes, la hipertensión o cualquier otra patología con la cual se puede convivir. En la actualidad, en la medida en la que el paciente tome el tratamiento adecuado y lo haga con adherencia, es muy eficiente. También están llegando tratamientos intermitentes, con inyectables, pero aún falta un poco para eso. Hay que testear, aunque no haya ningún indicio de la enfermedad ni factores de riesgo. El test es importante para confirmar que la persona es VIH negativo porque, en el caso de que sea parte del porcentaje que vive con el virus y no lo sabe, saberlo es bueno para la salud propia y la general.

¿La pandemia acentuó las brechas de las que hablaba?

Claro. Aumentó las brechas de acceso a los tratamientos y condicionó una menor cantidad de testeos, diagnósticos y un mayor número de personas que se presentan al sistema de salud en una etapa avanzada de la enfermedad. Por otra parte, la desigualdad social subyacente determinó que se agravaran las desigualdades preexistentes que favorecen la adquisición de esta y otras enfermedades y, a la vez, hace que se agraven.

¿Cuál es el rol del Estado y de los sistemas de salud en la tarea de achicar las desigualdades que menciona?

Insisto en que lo más importante es eliminar todas las barreras a los testeos y ponerlos en el primer nivel de atención, porque no sólo deben estar en las áreas de infectología, donde es esperable que se atiendan los casos más severos. Es más, cada vez que una persona vaya al médico, [el profesional] debe incluir el test de VIH como incluye los demás exámenes de rutina.

Cifras

Según las últimas cifras sobre la infección en Uruguay, presentadas por el Ministerio de Salud Pública (MSP) en julio, actualmente hay 15.000 personas diagnosticadas con VIH. Entre 2017 y 2021 el MSP recibió un promedio de 881 casos de VIH nuevos por año.

Por otra parte, la enfermedad registró la tasa de mortalidad más baja de los últimos cinco años: en 2021 fallecieron 130 personas, y 19 de ellas murieron el mismo año del diagnóstico en etapa sida, la etapa final de la infección por VIH.

Según las encuestas de uso de medicamentos antirretrovirales para tratar la infección, en diciembre de 2021 había 10.138 personas en tratamiento, es decir, 75% de los diagnosticados.