Según un estudio reciente elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Universidad de Nevada, Reno, los países de América, a través de la implementación del etiquetado de alimentos, tienen la posibilidad de colaborar con el sistema de salud en la reducción de enfermedades no transmisibles (ENT) relacionadas con la mala nutrición, por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, presión arterial y algunos tipos de cáncer.

En resumidas cuentas, el estudio evaluó la implementación de la política en los países de la región que hasta ahora la tuvieron en cuenta. Hasta el momento, 35 países miembros de la OPS han considerado la medida del etiquetado frontal nutricional; 30 lo han introducido formalmente, 11 lo adoptaron y siete, entre ellos, Uruguay, han implementado uno propio tomando algunas recomendaciones del organismo internacional. Los sistemas de etiquetado “tienen como objetivo ayudar a las poblaciones a comprender el contenido nutricional de los productos” y reducir el consumo de aquellos que tengan alto contenido de grasas, azúcares y sal.

La información se recopiló entre junio de 2021 y agosto de 2022; se juntaron datos de diferentes fuentes, entre ellas, investigaciones, notas de medios de prensa y sitios web legislativos, implementando la búsqueda de palabras claves como “etiquetado”. Luego la información se analizó en cinco etapas: cómo se estableció el tema en la agenda, la formulación de políticas, la adopción de cada país, la implementación y, por último, la evaluación.

Etapas

En cuanto a establecer el tema en la agenda, el estudio concluyó que “todos los países de la región han entrado en la etapa de establecimiento de agenda”, e identificaron productos y dietas no eficientes como factores principales de las ENT.

En la segunda etapa de formulación, de los 35 países de la región, 16 de ellos -entre los que se encuentra Uruguay- y el Caribe, que incluye a 14 países, “han presentado formalmente un proyecto de ley, decreto, norma u orden, ya sea en el Poder Legislativo o en el Ejecutivo”, para formular una política sobre etiquetado.

En la adopción de políticas, que refiere “a si el gobierno acepta o no una política como ley”, de los 30, casi la mitad han adoptado algún lineamiento en ese sentido. Sobre la implementación, es decir, “la transformación de leyes o políticas en programas o acciones y aplicaciones” de los países que aprobaron una política, siete la implementaron.

Por último, la evaluación, que es “la etapa final del modelo” adoptado, en la que, por lo general, expertos de cada país evalúan la política, el proceso y su impacto, es una forma de “retroalimentación para ayudar a identificar problemas en el diseño de la política” durante la implementación.

Uno de los ejemplos de la evaluación de la implementación que contiene el estudio es Uruguay. Según la revisión, un estudio en línea que utilizó dos encuestas de usuarios de Facebook -antes y después de la aplicación del etiquetado- “encontró altos niveles de conciencia y uso autoinformado de las etiquetas”. A su vez, los consumidores informaron que las advertencias aumentaron “su capacidad de usar etiquetas nutricionales para comparar e identificar qué productos contienen cantidades excesivas de nutrientes críticos”.

El estudio concluyó que Argentina, Chile, México, Perú, Uruguay y Venezuela tienen “lineamientos claros” y presentan de manera “prominente” el etiquetado en un lugar visible del producto.

En conclusión, la difusión del etiquetado de alimentos “se ha extendido gradualmente” en la región y en los últimos años “ganó impulso”. A su vez, se fue alineando y evolucionando con “la evidencia y las políticas de mejores prácticas de la OPS”. Aun así, los gobiernos que todavía están discutiendo y esperando implementar políticas de etiquetado “deben seguir tales prácticas para mejorar la aceptación y el impacto de la política para ayudar a reducir las ENT relacionadas con la mala nutrición”.