Los últimos días de diciembre el Ministerio de Salud Pública (MSP) habilitó la agenda de vacunación para niños de entre cinco y 11 años. Aproximadamente 15 días más tarde, se vacunaron los primeros agendados y aunque, entre anotados y vacunados, Uruguay ya alcanzó más de 50% de la población objetivo, aún hay cuestionamientos y dudas de las familias y de algunos profesionales acerca de qué tan necesaria y segura es la vacunación en esta franja etaria.
Confianza en las Vacunas Latinoamérica es un grupo integrado por varios médicos de la región, de diferentes especialidades y con amplia experiencia en la vacunación. Dos de sus integrantes, las pediatras María Catalina Pírez, de Uruguay, e Isabella Ballalai, especialista en inmunización y salud escolar, dialogaron con la diaria sobre los principales aspectos a tener en cuenta a la hora de considerar la vacunación en niños y adolescentes, de Uruguay y de la región. Además, Sabrina Critzmann, médica pediatra argentina e influencer, aportó en una conversación con la diaria acerca del debate sobre las vacunas en las redes sociales.
Lo que sabemos
“La primera razón por la cual debemos confiar en las vacunas es porque a esta altura son seguras y ya no son nuevas, funcionan bien ya que reducen muertes, infecciones y hospitalizaciones graves en niños pero también en adolescentes”, aclaró Pírez. Por otra parte, detalló que la efectividad de las vacunas en los adolescentes de 12 a 17 años en Uruguay se conoce desde el 24 de noviembre de 2021, cuando el MSP informó que para quienes contaban con la primera dosis la efectividad era de 88% y llegaba a 93% en quienes se daban la segunda. “Si bien sobre los niños aún no hay una gran cantidad de datos, al tener un buen sistema inmunológico se espera que la inmunidad alcanzada sea muy similar a la de los adolescentes”, consideró Pírez.
Los datos mencionados corresponden a la situación del país cuando predominaba la variante delta, por lo cual hace falta aguardar por datos actuales que especifiquen el comportamiento de las vacunas en adolescentes y niños ante la variante ómicron, que causó la segunda ola de coronavirus. “Lo que sí tenemos son datos bien actuales de otros países, por ejemplo, de Estados Unidos, en donde es claro que los adolescentes no vacunados tienen cinco veces más chance de infectarse y siete veces más chance de requerir internación”, agregó la pediatra. Sintetizó que “en todas las poblaciones vacunadas, sin importar la edad, la infección en quienes se vacunan, a pesar de que puedan enfermar, es mucho más leve que en quienes carecen de la inmunización”.
Desde una mirada más global, Critzmann agregó que “en varios países del mundo en los que se aplicó la vacuna los datos demuestran que la mayoría de los casos graves de covid-19, incluso los pacientes que recibieron asistencia respiratoria mecánica, tenían el calendario de vacunación incompleto o ni siquiera estaban vacunados”.
Sobre los posibles efectos adversos, Critzmann dijo que, contrario a lo que a veces se cree, “esos efectos existen y no se busca ocultarlos”, pero que hasta el momento, según el último reporte en Argentina, de 2021, los efectos más frecuentes en niños suelen ser los que genera cualquier vacuna: “dolor en el lugar de la aplicación, inflamación, fiebre y muy pocos casos especiales, que se están estudiando, algunos relacionados con el miedo y el estrés del momento”. Uno de los efectos poscovid, específico de niños y adolescentes, es el síndrome inflamatorio multisistémico. Pírez señaló que en el caso de presentarse este síndrome, “las vacunas también marcan la diferencia” porque “protegen hasta 90% de llegar a un estado de gravedad”.
En referencia a la importancia de vacunar a las poblaciones más jóvenes, Pírez aclaró que “en este momento y con las variables predominantes las poblaciones más jóvenes tienen al menos las mismas posibilidades de enfermarse que un adulto, algo que no era así al inicio de la pandemia”. En cuanto a los efectos adversos o secundarios de las vacunas, la pediatra aclaró que “se compensan con el éxito que han tenido”. Critzmann consideró además otro aspecto: “Por supuesto que hay que vacunar a los niños por su seguridad individual, pero no es menor saber que al hacerlo también reducimos la posibilidad de contagiar a las poblaciones de riesgo como una gestante o una persona mayor”, comentó.
Falta memoria
Si bien durante el último siglo las personas, sobre todo en la niñez, han sido vacunadas en contra de múltiples enfermedades, la vacuna contra la covid-19 generó gran incertidumbre y una gran cantidad de dudas. Las familias de niños y adolescentes de Uruguay y de varios países no fueron la excepción, y la duda también generó controversia a la interna de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, en donde un grupo relativizó la necesidad de indicar la vacunación para niños y niñas que no tuvieran problemas de salud.
“Las vacunas son víctimas de su propio éxito”, consideró Pírez señalando que en Uruguay en 2021, durante la primera ola de covid-19, en pocos meses murieron miles de personas por esta causa, algo que fue “inédito”, y remarcó que “las vacunas hicieron lo que tenían que hacer: reducir las muertes”.
Agregó que las vacunas contra el coronavirus son sobre las que se tienen más datos, porque de las tradicionales no hay estudios tan intensos sobre efectos adversos como los que tienen las de covid-19, y aclaró que en el caso de estas nuevas dosis “los efectos adversos se están siguiendo bajo lupa”.
En este punto, la pediatra Critzmann coincide en cierta falta de memoria de la población, puesto que “hay vacunas como la de la viruela [enfermedad contagiosa que puede ser mortal] que ya no se usan; eso es porque gracias a las vacunas ya casi no se ven casos de esas enfermedades; ojalá en un futuro tampoco tengamos covid-19”, reflexionó la pediatra.
Sobre las dudas que se presentan en las familias y en la población en general, Critzmann, que día a día interactúa con cientos de personas a través de su cuenta de Instagram, con la que desde hace varios años es influencer, consideró que “lamentablemente el contexto actual les da lugar a muchas voces que no están capacitadas para hablar de todos los temas pero ocupan un lugar en el debate”. Aun así, aclaró que tanto para la población como para sus colegas “es muy evidente la clasificación entre una duda genuina, porque además no está mal dudar, y una postura que es una afirmación que tal vez ni siquiera posee la voluntad de cambiar”. Por esto, consideró que para quienes quieran informarse lo más recomendable es acudir a un profesional de confianza o a las páginas oficiales de los ministerios de Salud de cada país, porque las situaciones epidemiológicas de cada territorio tienen sus particularidades.
Para Ballalai, especialmente en Brasil, su país, “las dudas de la población, que son normales y entendibles, también han generado un escenario favorable para los grupos antivacunas y para quienes, incluso, defienden tratamientos contra la covid-19 que no tienen respaldo científico”.
Lo esperable
“Este año va a mejorar la situación para los más jóvenes”, afirmó Pírez. Sobre la cantidad de días de aislamiento que en este momento deben de cumplir los niños, también aclaró que cuando se le asignan 14 días “lo que más se busca es protegerlo y proteger a su entorno, ya que, entre otras cosas, el octavo día es en el que más se puede complicar la enfermedad”.
La pediatra adelantó que luego de que estén vacunados con las dosis correspondientes “los niños pueden llegar a tener una mejor performance que los adultos debido a las cualidades que presenta su sistema inmunológico; pronto vamos a empezar a registrarlo con mayor calidad”. Lo que sí está claro para Pírez es que va a cambiar la situación social de los más jóvenes. “Lo más importante es que van a enfermar menos y no hay que quitarle importancia, las cuarentenas van a ser más cortas, van a contagiar menos y será bastante menos probable que alcancen la gravedad”, remarcó.
Mañana se reunirá la Comisión Asesora de Vacunaciones del MSP para definir la aplicación de una tercera dosis en adolescentes y una cuarta dosis en adultos. Sobre esta posibilidad, Pírez dijo que “hay países que ya la tienen o la están discutiendo, en Uruguay tendría la misma lógica que en donde las dosis ya son un hecho, y se aplicaría luego de cuatro o seis meses de la última inmunización”, que es el tiempo necesario para que sean efectivas ante ómicron y futuras variables. “Queremos evitarles a los más jóvenes tener menos inmunidad ante las posibles nuevas variantes, la dosis de refuerzo mejora mucho la efectividad”, sintetizó.
Con respecto a la evaluación de las medidas no farmacológicas que debieron cumplir niñas, niños y adolescentes durante la pandemia y que condicionaron fuertemente su vida social, Critzmann consideró que “aún no estamos en condiciones de saber qué tan acertado fue, ya que eso es algo que se verá dentro de cinco o diez años”. “En los dos años que hemos recorrido, podemos decir que algunas cosas han estado mejor que otras en base a la información que tenemos, pero falta para que podamos evaluarlo con más exactitud”, valoró.
Ante esto y lo que puede pasar este año con la presencialidad, Ballalai dijo que en este momento “las escuelas son el escenario más seguro para los niños, ya que las instituciones cuentan con un buen protocolo sanitario”. Por otra parte, valoró que “en los grupos en los que hay un niño covid positivo dentro de una comunidad escolar, la fuente de contagio suele estar afuera”. Para la pediatra, la mayoría de las veces los niños están más expuestos con los adultos que con sus pares, por lo cual reconoció a las escuelas como un ámbito seguro. Como recomendación para cuidar a los más pequeños, Ballalai exhortó a vacunarlos y no exponerlos a las personas que estén sin tapabocas y no estén vacunadas. “Tenemos que continuar con los cuidados del principio y además ofrecerles la inmunidad a la que en un momento accedimos los adultos”, concluyó.