“Tenemos que dejar claro que la situación [en cuanto a la viruela del mono] es sumamente reciente, los primeros casos son del mes de mayo y aún estamos en una etapa preliminar, se está recabando información”, explicó a la diaria Lucía Alonso, consultora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Uruguay, luego de que el viernes se confirmara el primer caso importado de viruela símica en Uruguay. El caso lo informó el Ministerio de Salud Pública (MSP). Según la cartera, se detectó por PCR y por el momento es el único en el país. El paciente se encuentra estable y en aislamiento, y se trata de una persona que volvió de un viaje recientemente.

Hasta ahora, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el brote, que se detectó en mayo de este año, se generó en países no endémicos -no originarios- de la enfermedad. “Europa es la región del mundo que más evidencia acumuló hasta ahora y de mayor calidad, porque es la región en la cual se concentra la mayor cantidad de casos”, acotó Alonso, y agregó que los sistemas de vigilancia del continente han trabajado desde mayo y hasta ahora en la sistematización y caracterización del brote epidémico. 

Con base en los datos que se obtuvieron, es decir, luego de saber “qué características tienen las personas que se confirman como casos”, es que “surgen las estrategias de control de brote que aplican a cada situación”. De la misma manera ocurre en las Américas, región que en la actualidad “proporciona uno de cada cuatro casos a nivel global -aproximadamente 25% del total de los casos-; el resto pertenece a países de Europa”, repasó Alonso.

Si bien los primeros casos se detectaron hace dos meses, en poco más de un mes los casos fueron en aumento y pasaron de ser aproximadamente 1.600 casos confirmados y distribuidos en 16 países a más de 16.000 casos confirmados en 75 naciones, según la OMS. A causa del acelerado crecimiento y expansión del virus, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró que el brote de la enfermedad significa una emergencia de salud pública internacional.

“La declaración de la emergencia de salud pública de importancia internacional es una herramienta basada en el Reglamento Sanitario Internacional y pretende disponibilizar recursos para dar respuesta a una situación emergente”, detalló Alonso. Según la epidemióloga, la decisión no está atada a un concepto que abarque el número de casos, sino a la evaluación de determinadas características del evento emergente, que lo constituyen como tal. En ese escenario, “quienes integran el comité de emergencia que asesora al director general [de la OMS] toman en cuenta principalmente dos aspectos: la capacidad de diseminación internacional [del virus] y que necesariamente se requiera una respuesta coordinada y global [de los países], porque de lo contrario no va a ser posible su control”, explicó Alonso.

Asimismo, Alonso agregó que ante el brote de la viruela del mono el director de la OMS tomó la opinión de los integrantes del comité, declaró la emergencia y asesoró a los países sobre cómo actuar ante la situación, elaborando una serie de paquetes de medidas para lograr un control eficiente de la situación. En ese sentido, resaltó que la situación actual “está en un momento que todavía es precoz” en la que aún “es posible controlar y contener la propagación del virus a través de una combinación de estrategias”, consideró.

Transmisión del virus

“Es una enfermedad que si bien no es nueva, sigue considerándose emergente, porque en brotes anteriores no solía comportarse de la forma que se está comportando ahora”, explicó Alonso. Desde la aparición de los primeros casos, en la década del 70, se comportaba como una enfermedad zoonótica y era conocida sobre todo en África occidental, según la epidemióloga. Los primeros casos se reportaron en la República Democrática del Congo y hasta el momento la experiencia proviene de países endémicos –por ejemplo, de África– que no generaron “ni conmoción internacional ni el desarrollo de medicamentos porque no era un evento frecuente”, agregó Alonso.

La epidemióloga indicó que es algo que suele pasar cuando las enfermedades afectan a países pobres y por la misma razón la viruela del mono entra en la clasificación de lo que se denomina enfermedades desatendidas.

Lo que sucede con el último brote es que el virus se transmite “desde múltiples reservorios animales, pero principalmente de primates no humanos, al hombre”, es decir, por el proceso denominado zoonosis. A partir de allí existen “determinados grados de transmisión interhumana” que antes, en general, “eran de baja magnitud”. Para Alonso, la hipótesis más natural de la situación actual es pensar que “en el contexto de transmisión local de algunos países europeos los viajeros internacionales que llegaron a Europa tuvieron contacto con personas susceptibles de los primeros países que reportaron casos”.

Luego de las primeras interacciones los países se comunicaron para identificar los nexos entre las personas infectadas y “lo que se encontró es que hubo participación de los grupos en las mismas actividades y en las mismas ciudades”. A partir de los datos sobre los contactos “se construyó la cadena epidemiológica y la curva epidémica” para observar cuál es el comportamiento de la epidemia”. Luego de Europa, donde se encuentra concentrado el mayor número de casos confirmados, en América se expandió principalmente en Canadá, Estados Unidos y Brasil. 

Específicamente sobre la transmisión del virus, detalló que si bien inicialmente se transmite “por vías zoonóticas -de animales a humanos-, a partir de un reservorio animal que puede poseer el virus en fluidos o en la propia carne” la transmisión entre personas puede originarse a través de múltiples vías.

“Las personas presentan pústulas que contienen un líquido; ese líquido es el que contiene el virus, por lo tanto el contacto de la piel o las mucosas con ese fluido puede producir la transmisión”, puntualizó Alonso. Por este motivo, la exposición a fluidos corporales “en general es la fuente más eficiente para transmitir la infección”, aunque la viruela del mono también puede transmitirse por vía vertical, de madre a hijo. Sobre el brote actual, agregó que lo que se sabe de las características de las personas que enfermaron y en cuanto a cómo enferman es que la presencia de lesiones en las zonas oral y ano genital son “la vía más probable de transmisión”.

“Las lesiones pueden estar en estas zonas y también en el resto de la piel”, agregó. Aunque son las formas de transmisión que ya se confirmaron, aún hay otras posibilidades en estudio. En la actualidad se analiza si el virus también está presente en “las cantidades y la forma suficiente para transmitirse por fluidos, por ejemplo, en semen o fluidos vaginales”. La posibilidad se está estudiando por un número relevante “de personas que se enfermaron luego de un contacto sexual”.

Síntomas de la infección

Según Alonso, los síntomas ante los cuales habría que consultar a un médico son fiebre, malestar general y erupción cutánea, que “puede ser muy variable”, de diferente tipo y presentarse en diferentes estadíos evolutivos. El virus también puede generar inflamación de los ganglios ubicados en lugares como la ingle o el cuello.

Según el antecedente de los países en los que hay transmisión confirmada, “la exposición por contacto sexual con personas que están enfermas es un factor adicional para sospechar de la enfermedad”, acotó Alonso. En cuanto a la epidemiología actual, las personas que están en mayor riesgo son “hombres en edad joven, que tienen sexo con hombres o son bisexuales”. Agregó que esta información es valiosa y contribuye en la medida en que permite tomar medidas preventivas para aquellas personas que tienen factores de riesgo específicos, pero hizo hincapié en evitar la estigmatización. 

Alonso exhortó a “acudir a fuentes confiables” y tener “cuidado con información proveniente de redes sociales, rumores y viralización de materiales que no estén sustentados con evidencia”, porque en “la etapa de mayor incertidumbre [la actual] es cuando más tensión y conflicto se puede registrar y hay mayor riesgo de estigmatizar poblaciones o subgrupos” que están siendo afectados por la epidemia y que “corren un riesgo adicional a la enfermedad”, como la discriminación. “Hay que capacitar a los equipos asistenciales para que estén entrenados y sensibilizados para asistir de la misma forma que asisten a cualquier paciente, libres de preconceptos y discriminación”, puntualizó.

Comparación con la covid-19 y posible evolución del virus

Dado el momento en que surge el brote de viruela símica, en un contexto en el que la pandemia por covid-19 sigue en curso, es probable que una parte de la población se pregunte si ambas situaciones se relacionan en algún punto. “Es natural que la población sienta que otra vez está viviendo la aparición de un virus que tiene un grado importante de incertidumbre” y que “aún no conocemos cómo va a evolucionar a escala global”, explicó Alonso, y agregó que “hay una serie de fenómenos que se repiten en cuanto a “la evidencia comunitaria” ante “una situación nueva, preocupante e incierta”. Pero también consideró que al mismo tiempo hay que considerar que “desde el punto de vista epidemiológico son situaciones bastante distintas y con abordajes y estrategias distintas a las de la covid-19”. 

Según la epidemióloga, el riesgo de la estigmatización y discriminación también se corrió con la covid-19. Por ese motivo, hizo hincapié en evitar algunas situaciones “porque existe el riesgo de que las personas no consulten o lo hagan cuando la enfermedad está en un estadío más avanzado”, por el temor de consultar y no recibir un trato adecuado.

En cuanto a la posible evolución del virus, explicó que a diferencia del SARS-CoV-2, que es un virus de ARN, el virus de la viruela símica es un virus de ADN, lo que significa que “en términos de variación antigénica es distinto” al coronavirus. Por lo tanto, no hay que “esperar una aparición de variantes sucesiva y frecuente porque no es la naturaleza de los virus de ADN”, debido a que “son más estables en el tiempo”.

Añadió que es “un virus envuelto” que por naturaleza es “más susceptible a cualquier mecanismo de desinfección”, ya sea con desinfectantes como el alcohol o con antisépticos. “Son virus lábiles a la destrucción natural y su supervivencia en la superficie no suele ser prolongada”.

En cuanto a Uruguay, indicó que al igual que muchos otros países integró varias instancias de diálogo y capacitación con la OPS. Además, a través del Fondo Rotatorio de OPS para el acceso de los países a las vacunas, Uruguay ya solicitó la primera partida de vacunas. En principio, según informó el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, a la diaria, entre la última quincena de octubre y la primera quincena de noviembre llegarán al país “entre 6.000 y 7.000 vacunas no replicantes, de tercera generación”. Alonso acotó que las vacunas eventualmente serán necesarias para “realizar bloqueos de [posibles futuros] casos confirmados”. “Hay que esperar porque [el brote] aún es reciente, [hay que] vigilar el virus y consultar ante la aparición de síntomas”, concluyó Alonso.