El Ministerio de Desarrollo Social (Mides), el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) presentaron este miércoles el Panorama de la salud mental y el bienestar psicosocial en jóvenes de entre 16 y 19 años, que dio cuenta de un aumento de las sensaciones de malestar y tristeza en el grupo etario estudiado. La encuesta incluyó varias preguntas que pretendían conocer el bienestar y la salud mental de adolescentes y jóvenes, y una de las más relevantes fue: “¿alguna vez te sentiste tan triste o desesperado dos semanas seguidas, o más tiempo, que dejaste de hacer tus actividades habituales?”.

Según el informe, en 2022 “casi uno de cada cuatro” adolescentes de entre 16 y 19 años reportó haberse sentido tan triste o desesperado, que dejó de hacer sus actividades habituales durante dos semanas o más. A su vez, 8% se autolesionó: “Se quemó, cortó o lastimó intencionalmente”. 12% consideró quitarse la vida y 4% lo intentó. Lo más preocupante para las instituciones es que “en todos los casos, estos registros son superiores a los de adolescentes de edades similares en 2018, y a lo que las mismas personas contestaron cuando eran más jóvenes”, en 2013.

En cuanto al género, la proporción de adolescentes que expresaron tristeza o desesperación es “más del doble entre las mujeres que entre los varones”. Según los analistas, es posible que las diferencias se expliquen porque “las mujeres pueden identificar mejor y expresar más sus sentimientos y emociones”; de todas maneras, las mujeres jóvenes están “más expuestas a la violencia psicológica y social” y también reportaron haber recibido más bullying y discriminación.

También se identificaron algunas diferencias en cuanto al nivel socioeconómico, pero “de poca entidad”, si bien, en cuanto al trabajo, se relevó que las adolescentes mujeres tienen más dificultades para insertarse en el mercado laboral: “48% de las mujeres que buscan trabajo no lo encuentran”, mientras que el guarismo desciende a 38% en los varones.

El informe remarca algunos otros factores o situaciones que también influyen en el bienestar de la población analizada, por ejemplo, la situación socioeconómica de su hogar o las experiencias de bullying y violencia, los cuales se clasifican como “factores de riesgo importantes” para la salud mental, porque las personas que sufrieron alguna situación de bullying tienen “el doble de probabilidad de reportar sentirse tristes o desesperadas”. Por el contrario, la satisfacción con la educación y los logros alcanzados “puede mejorar la confianza personal” y ser un factor de carácter positivo; de hecho, quienes reportaron sentirse satisfechos con sus logros educativos son los que reportan en menor medida sentirse tristes o desesperados.

Martín Lema: “Indicadores de preocupación”

En rueda de prensa, el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, sostuvo que los datos son “indicadores de preocupación”, en los cuales influyó la pandemia, y que la cartera trabaja junto a instituciones como la Administración de los Servicios de Salud del Estado y el Ministerio de Salud Pública para poder dar “la respuesta correspondiente”. Anunció que en 2024 se profundizará la campaña Ni silencio ni tabú, y que en ese marco el año próximo abrirán siete centros de “promoción” de la salud mental que funcionarán en la órbita del INJU.

Los dispositivos alcanzarán a unos 35.700 jóvenes de todo el país, y se prevé instalar tres en la zona metropolitana y cuatro en el interior del país. Según el ministro, la idea es que situaciones complejas que se puedan detectar en otros lugares, por ejemplo, centros educativos, sean derivadas a estos centros, en los que se brindará apoyo correspondiente.

Por otra parte, los 400 facilitadores que fueron capacitados al inicio de la campaña Ni silencio ni tabú continuarán brindando talleres en todos los departamentos del territorio. Lema añadió que el presupuesto que la última Rendición de Cuentas asignó a salud mental y adicciones permitirá ampliar las plazas de los diferentes dispositivos en 2024.