La última auditoría de sífilis gestacional y congénita del Ministerio de Salud Pública (MSP), publicada a fines de 2022, evaluó la evolución de los casos en los años comprendidos entre 2015 y 2020, y alertó sobre un aumento a nivel nacional, concentrado en el sector público.
La sífilis gestacional, aquella que se diagnostica en mujeres embarazadas, presentó en 2020 una tasa de incidencia de 2,7% en el sector público y 0,4% a nivel privado sobre el total de embarazos, mientras que entre 2015 y 2019 tuvo un promedio de 1,5% en el sector público y 0,2% en el privado. Por otro lado, la sífilis congénita, transmitida al feto a través de la placenta o por contacto con la sangre de la madre durante el parto, se presentó en 2020 en 7,1 casos cada 1.000 nacidos vivos en el sector público y 0,6 en el privado. En el quinquenio anterior el promedio anual fue de 3,46 y 0,4, respectivamente.
Susana Cabrera, integrante de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de la República, dijo a la diaria que aunque los casos de sífilis gestacional y congénita son los que más se observan, y “ver de nuevo niños con sífilis impacta”, y la extensión de la enfermedad va más allá de las mujeres embarazadas y sus hijos e hijas. La razón por la que estos son los casos que tienen más difusión responde al hecho de que el test de sífilis forma parte de los exámenes que se hacen a recién nacidos. Por otra parte, “la información en población general es más pobre” porque el testeo no es generalizado y el conocimiento de sus resultados depende de la disposición de cada prestador de salud.
La especialista afirmó que a su vez es primordial tener en cuenta determinados contextos. En primer lugar, el regional y el mundial, que demuestra que el aumento de personas infectadas no abarca sólo a nuestro país. En segundo lugar, también es necesario atender el contexto sociocultural. Según Cabrera, “Salud Pública está muy por encima de lo que se consideran las cifras de eliminación” de la enfermedad, y allí hay personas que no están llegando, o lo hacen a destiempo y de forma irregular.
Con relación a las mujeres embarazadas, la docente celebró determinadas propuestas que buscan a las implicadas en el territorio y “acompañan sus procesos de gestación desde otro lugar y no solamente desde el sistema sanitario”, en el que la política se limita a esperar que lleguen.
Además, Cabrera destacó que la infección es conocida como “la gran imitadora” porque puede tener síntomas inespecíficos en algunas de sus etapas y quienes se infectan la cursan sin ninguna afectación o con síntomas “banales”, que se pueden confundir con otras enfermedades.
De acuerdo a las “Recomendaciones de diagnóstico, tratamiento, prevención y vigilancia de las Infecciones de Transmisión Sexual”, pautadas por el MSP en 2019, la sífilis tiene tres etapas. Durante la primaria, se genera una úlcera indolora única y tiene la particularidad de que la serología puede ser negativa. Luego, en la fase secundaria, aparecen lesiones cutáneas y mucosas que tienden a evolucionar en el correr del primer año de infección, acompañadas de adenomegalias -aumentos y alteraciones en el tamaño de los ganglios linfáticos- y síntomas de fiebre, mialgias, artralgias o faringitis. Entre esta y la etapa terciaria, se da un período latente en el que, aunque la sífilis persiste, lo hace de forma asintomática. Finalmente, los efectos de la última fase son de carácter cardiovascular, neurológico y óseo, y pueden aparecer décadas después de la infección.
Respecto del diagnóstico, existen dos tipos de test: los treponémicos y los no treponémicos, cuyo nombre hace alusión a la Treponema pallidum, bacteria que causa la infección. Ambos aportan información diferente y complementaria. También es posible realizar pruebas rápidas, cuyo resultado positivo anuncia que la persona tiene o tuvo sífilis en el pasado. Usualmente, estos tests son indicados para mujeres embarazadas y “poblaciones de difícil captación por el sistema de salud”, así como para personas que mantuvieron contacto sexual con otra infectada.
Prevenir y diagnosticar
Los tests rápidos han sido parte de la estrategia de la Intendencia de Montevideo (IM), que a partir del aumento de casos se ha movilizado y generado una campaña de prevención. Durante los últimos meses el gobierno departamental llevó a cabo jornadas de testeo en diferentes puntos de la ciudad. La última instancia se desarrolló entre el 29 de noviembre y el 1º de diciembre de 2022, en el marco del Día Mundial de Lucha contra el VIH-sida.
Según lo expuesto en su web, se realizaron 1.363 test en la explanada de la IM: 772 de VIH, 591 de sífilis y 100 de hepatitis C, y 30 en la Unidad Agroalimentaria Metropolitana. Esta fue la actividad de mayor convocatoria del año anterior, ya que en todas las jornadas de testeo previas de 2022, el número de pruebas rápidas había sido de 1.237, con sólo 299 de sífilis.
Virginia Cardozo, responsable de la división de Salud de la IM, dijo a la diaria que lo que más les preocupó e interpeló a ella y a su equipo fue que, dadas las características del sistema de salud de Uruguay y la accesibilidad de su tratamiento, la sífilis “debería ser inexistente”.
Aunque las cifras representan un alerta en sí mismas, para Cardozo son tan sólo “la punta del iceberg”, pues llegar a ellas implica que algo falló en la prevención y que existió una “mala resolutividad”. Desde la educación sexual hasta la posibilidad de testearse de forma anónima y gratuita, las herramientas están disponibles para que la problemática disminuya. Por esa razón, la IM se dedicó a evaluar las carencias en la interna de sus 23 policlínicas y diagramó un plan para mejorar el servicio y asesoramiento.
A las actividades de testeo en la vía pública, en las que las personas obtienen el resultado en sólo 15 minutos, y la distribución de folletería y cartelería con códigos QR para acceder a la dirección de las policlínicas, se les sumó la apuesta a formar a todo el personal de salud, “para que tengan sensibilización sobre el tema y puedan sugerir o indicar hacer el test rápido”, explicó Cardozo. Otra medida consistió en fortalecer los centros diurnos para personas en situación de calle, “porque también la vulneración social es un factor de riesgo”.