Si bien esta semana el Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó el primer caso de encefalitis equina del oeste en un humano en nuestro país e informó que hay siete personas en seguimiento, hace varios meses que un grupo de investigadores de Uruguay comenzó a hacer un seguimiento del virus.
En diálogo con la diaria, Adriana Delfraro, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República e integrante del grupo que investiga el virus, contó cómo ha sido y cómo seguirá el proceso de estudio y cuáles son los aspectos más relevantes que se busca averiguar. En cuanto a los antecedentes en Uruguay, contó que hubo otras epizootias (brotes) en concomitancia con Argentina en la década de 1980. El caso más reciente en Uruguay en un humano, que fue aislado, se documentó en 2009 y también fue de encefalitis equina del oeste.
Sobre la situación actual, Delfraro recordó que hace dos meses, cuando se detectó la circulación del virus, el punto de partida fue la aparición de equinos con “sintomatología nerviosa”, por lo que se conformó un grupo interinstitucional integrado por el grupo de virología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y el laboratorio del MSP. En un principio “se pudo identificar que la epizootia correspondía a este alfavirus transmitido por mosquitos”.
Además de relevar las condiciones de los equinos, iniciaron investigaciones para conocer el ciclo natural del virus, “lo que implica hacer trabajo de campo en busca de identificar a los mosquitos y la especie que está mayoritariamente circulando”, además de identificar a los amplificadores del virus, que en este caso son las aves.
Sobre esto último, detalló que varios de estos tipos de virus cumplen con lo que se denomina “ciclos enzoóticos”, lo que para el fenómeno es “su ciclo natural”, que suele darse entre mosquitos y algún vertebrado, que varía según el virus del que se trate. En este caso, al igual que la encefalitis equina del este, generalmente el hospedador en la naturaleza son las aves, porque “son un vertebrado que tiene la carga viral suficientemente alta en la sangre para que el mosquito, cuando se alimenta, pueda adquirir el virus y transmitirlo”. Los humanos y los caballos son los “hospederos finales” y se infectan o enferman, pero no son buenos transmisores del virus.
En cuanto a lo que se sabe del comportamiento del virus hasta ahora y del tiempo que transcurrió entre los primeros equinos infectados registrados este año y el primer caso en un humano, la experta dijo que “es bastante difícil predecir el momento exacto” en que pasó de una especie a otra, aunque “tiene mucho que ver la circulación viral que hay en general”. También se refirió a Argentina, donde las primeras detecciones fueron muy cercanas en el tiempo porque hubo una expansión muy rápida y enseguida aparecieron los casos en humanos.
En cuanto a la relación entre lo que sucede en Uruguay y lo que sucede en el país vecino, agregó que “tiene bastante sentido que los casos en equinos se concentren en el litoral, porque es un lugar cercano a Argentina”.
Delfraro aclaró que la vacuna para caballos protege a los animales como “hospedador final del virus”, pero aclaró que el hecho de que disminuya la cantidad de caballos infectados debido a la vacunación “no quiere decir que el virus no continúe circulando”. Eso ayuda a frenar la enfermedad y la muerte en los equinos, pero no cambia la circulación, dado que no son transmisores.
En cuanto al comportamiento del virus en humanos y en animales, sostuvo que se trata de un “virus poco variable”. Aunque todavía es muy reciente y no se cuenta con información genética del primer caso detectado en un humano, considera que “seguramente es muy similar al que se encontró en los equinos”. “Hay estudios que indican que puede haber un porcentaje bastante alto de casos asintomáticos”, agregó Delfraro, y otros con una gama de síntomas leves, aunque está la posibilidad de que puedan progresar a síntomas neurológicos, como temblores o rigidez de nuca, entre otros.
Por último, aclaró que la investigación del virus continúa en proceso y que en este momento una de las prioridades es tratar de obtener más información sobre la genómica del virus. “Ya hay algunos indicios de que no es igual al que circuló en 2009” y “tampoco al virus que se identificó en Argentina en la década de los 80”, adelantó. “Lo que nos interesa ahora es seguir haciendo trabajo de campo para identificar los amplificadores, los mosquitos implicados, sobre los que hay algunas detecciones que es necesario comprobar”, indicó.
Por último, la intención es profundizar más en el ciclo natural y desentrañar el origen del virus, es decir, saber de dónde vino. Los investigadores de Uruguay están colaborando con grupos investigadores con experiencia en la materia, por ejemplo, el Instituto de Virología de Córdoba, en Argentina.