Fotografía
Partido a partido fuimos entrando en esta especie de irrealidad, de ensoñación, de cosa fuera de lugar cuando completando el fixture veíamos repetirse el nombre de ese país, que es el nuestro. Puestos aparte el entusiasmo y el deseo, no era razonable pronosticar que Uruguay avanzaría hasta semifinales. Estábamos equivocados. Tabárez nos enseñó -sus conferencias de prensa son un capítulo aparte en la participación de Uruguay en el Mundial- que un cuadro de fútbol es un proyecto y que nada debe darse por perdido de antemano porque el fútbol es un juego entre seres humanos. El maestro sumó profesionalidad, modestia y sentido colectivo sin desengancharse de la tradición celeste que manda dejar el alma en la cancha.